martes, 1 de enero de 2008

¿Realmente soy cristiano?


Por Martha B. Pérez



( AGENCIALAVOZ.COM) el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego” (Lucas 3:9). Haced frutos dignos de arrepentimiento, esta palabra fue dirigida a los fariseos de aquel tiempo, y hoy nos habla a nosotros; para hacernos ver lo importante que es el hecho de que tengamos fruto y no solamente seamos oidores olvidadizos.


El hacha dispuesta para cortar el árbol; nos habla que urge nos pongamos a cuentas, pues Dios no puede ser burlado, no podemos venir ante Él sólo a pedir que resuelva nuestros problemas, cuando nos hemos olvidado de obedecer su Palabra. Escuchamos su Palabra con demasiada ligereza, nos olvidamos que Dios es Santo y demanda santidad de parte nuestra; Él nos pide que tengamos frutos dignos de arrepentimiento, mas pareciera que la iglesia no comprende lo que Dios le pide, y en realidad lo que nos pide es que nos entreguemos a Él de todo corazón, que seamos sinceros de verdad, que nuestra fe no sea ficticia, o una mentira. Es necesario que haya un cambio en nuestras vidas, que ya no seamos religiosos; sino que mostremos con nuestros hechos la fe que profesamos; si decimos que somos cristianos, vivamos la Palabra; y no pongamos en vergüenza el nombre del Señor, que el mundo está presto para blasfemar a causa de los desobedientes.Es tiempo de que examinemos nuestras vidas a la luz de la Palabra, y no sigamos caminando nuestro propio camino “de ciegos”, la Palabra es lumbrera; solamente hay que abrazarla.Dios nos llama a un arrepentimiento sincero, con cambios de actitud, cambios en nuestra manera de pensar y de vivir; si hemos nacido de nuevo tiene que haber ese cambio.Urge que busquemos al Señor para ser ayudados, y que pueda haber un cambio total en nuestras vidas; principalmente reconozcamos que hemos fallado en gran manera, pues Dios no pide solamente nuestra visita a la iglesia, Él desea tener comunión con sus hijos; así como la esposa con su esposo que conviven, conversan, se aman y se necesitan mutuamente, así nosotros necesitamos la presencia de Dios.Nos es necesario permitirle al Espíritu Santo que entre en nuestras vidas a totalidad; que sea nuestro Señor y Salvador, esto es, que le permitamos gobernarnos. Arrepiéntase, ore y clame a Él.

 
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