España -. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Un millón y medio de musulmanes, 1,2 millones de protestantes, y cientos de miles de budistas, judíos, mormones, testigos de Jehová y de otras muchas confesiones religiosas conviven en España con una mayoría católica, y ya suponen un 7% de la población total, un porcentaje que sigue aumentando.
Invertir en nombre de Alá - Los expertos financieros, por ejemplo, han constatado que los grandes inversores y los particulares fieles de la religión musulmana residentes en Occidente, encuentran grandes obstáculos para conciliar los movimientos de dinero y transacciones de bienes al estilo occidental con los preceptos de la ley islámica. Y es que la Sharia condena las inversiones en compañías relacionadas con productos considerados “impuros”, como la carne de cerdo, el alcohol, la pornografía, el tabaco, las armas o el juego, entre otros. De ahí que Standard & Poor’s haya creado un índice apto para los inversores islámicos.
Además, en el caso de préstamos bancarios, se tiene que establecer un contrato de ‘asociación’ entre la entidad y el cliente, porque los intereses (equiparados a la usura en la ley musulmana) son ‘pecado’ en esta religión. Así, a la hora de comprar una casa, no se puede solicitar un crédito hipotecario, sino que se establece una relación que se asemeja al leasing. Es decir, que el banco compra la mayoría de la propiedad y el porcentaje restante el cliente, que acaba de adquirir lo que le falta mediante el pago de un alquiler mensual al banco por un plazo de tiempo determinado. A medida que va pagando, el consumidor adquiere más porcentaje de la propiedad, mientras decrece el de la banca, que gana un margen al reajustar periódicamente la renta en función de los gastos financieros.
Otros productos y servicios financieros adaptados a la Sharia son cuentas y préstamos sin intereses (muharaba), donde el beneficio para el banco se obtiene con fórmulas inversoras alternativas; los sukuk, certificados financieros o bonos que se emiten sobre activos tangibles, como la construcción de una carretera; y los seguros cooperativos o mutuos (tafakul).
En España, estos productos financieros aún no son una realidad, pese a que en Estados Unidos o Reino Unido, por ejemplo, ya se incluyen en la práctica habitual.
En nuestro país, Deutsche Bank, a través de Bancorreos, aspira a convertirse en la primera entidad financiera en proporcionar un servicio específico para musulmanes en España, y está tramitando un acuerdo con la Institución Halal, encargada de conceder el Sello de Garantía Halal, acorde con la ley islámica.
Alimento para el espíritu - También “queda mucho por hacer” en España en cuestión de alimentación adaptada a las distintas confesiones religiosas, nos comenta Isabel Romero, directora del Instituto Halal, que se queja de la falta de zonas específicas para la venta de productos ‘halal’ (elaborados según los preceptos del Islam) en los hipermercados; un problema que también tienen los judíos con la comida ‘kosher’.
Alimento para el espíritu - También “queda mucho por hacer” en España en cuestión de alimentación adaptada a las distintas confesiones religiosas, nos comenta Isabel Romero, directora del Instituto Halal, que se queja de la falta de zonas específicas para la venta de productos ‘halal’ (elaborados según los preceptos del Islam) en los hipermercados; un problema que también tienen los judíos con la comida ‘kosher’.
Y es que el cerdo, la morcilla, y el marisco, por ejemplo, están prohibidos en la dieta de los seguidores de Yahvé, que no consumen animales que se alimenten de carne (carroñeros), ni reptiles, ni primates, ni roedores, y sólo pueden comer los peces que posean escamas y aletas. Tampoco pueden mezclar carne con leche y sus derivados, como el queso, “porque la vida y la muerte no se pueden mezclar en la religión judía”, nos explica Alba Toscano, presidenta de la sinagoga La Javurá, en Valencia.
Los fieles de Alá tampoco pueden consumir cerdo y sus derivados. Además, ambas religiones exigen todo un ritual para sacrificar a los animales que van a emplear en sus menús diarios. En el rito islámico, por ejemplo, debe intervenir siempre un matarife musulmán, que deberá matar al animal mirando a La Meca y en nombre de Alá: Alla hu Akbar, Alla hu Akbar…
El rito judío es más largo y laborioso: el animal no puede pasar por el aturdidor (algo en lo que coincide con el ‘halal’) y muere de una escisión corta del rabino en lo que sería la yugular, sin sufrimiento. Acto seguido se sumerge en tres recipientes distintos de agua.
Hoy existen en nuestro país más de 80 empresas con el sello de certificación ‘halal’, entre ellas 25 mataderos. Son firmas que ofrecen productos muy diversos, como leche, quesos, galletas, pizzas, helados, aceites, especias, e incluso golosinas. Para la población sefardí también es más sencillo encontrar productos ‘kosher’ en España, donde 500 empresas han recibido el visto bueno de los rabinos. De hecho, Madrid cuenta ya con una notable oferta de restaurantes específicos, y en Torremolinos hay un hotel que directamente se bautiza con ese nombre y va dirigido a este público.
Y es que, sin necesidad de ser musulmán o judío, cada vez es mayor el número de españoles que optan por seguir este tipo de dieta. La razón, a juicio de Toscano, es que “es muy saludable”.