jueves, 25 de febrero de 2010

La presidenta de la Iglesia Protestante detenida por conducir borracha


ALEMANIA.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) "Por encima de mi cargo, es importante preservar el respeto y la estima hacia mi misma, por lo que dimito de todos mis cargos eclesiásticos", dijo Kässmann, en una declaración pública en un tono emotivo pero sereno y entre aplausos de los presentes y apenas 24 horas después de conocerse su infracción.


"No puedo seguir en el cargo si no tengo la autoridad suficiente" prosiguió Kässmann. "Críticas como las que pronuncié al decir que nada está bien en Afganistán sólo pueden mantenerse si se cuenta con el reconocimiento pleno", añadió, en alusión sus recientes posicionamientos frente a ese conflicto.
Kässmann, de 51 años, divorciada y madre de cuatro hijas, se convirtió el pasado octubre en la primera mujer al frente de la EKD, apuntalada en su reputación de mujer moderna y como representante del ala modernizadora de ese colectivo.
Desde esa posición ha incidido en cuestiones de índole política y se granjeó las simpatías de sus conciudadanos con su posición crítica respecto a la intervención en Afganistán.
Su aparentemente sólido bagaje se vino abajo el martes, al saltar la noticia, en el diario "Bild", de que el sábado fue sorprendida por la Policía cuando conducía su coche oficial tras saltarse un semáforo en rojo en Hannover, diócesis de la que es obispo.
Ya en unas primeras declaraciones a ese medio, el martes, admitió haber cometido un grave error, del que se arrepentía. Horas después, la Fiscalía precisó que se habían determinado unos niveles de 1,54 miligramos de alcohol en la sangre de la obispo, el triple de lo autorizado en Alemania.
En el caso de una mujer de su complexión física -menuda- equivale a que se habría bebido más de una botella de vino o varias cervezas.
Al revuelo causado por la noticia -al que siguieron nuevos detalles por parte de "Bild", como que la obispo iba acompañada de un hombre cuya identidad no se ha revelado-, siguió una reunión del Consejo Evangélico, la noche pasada, que le expresó su respaldo.
"El consejo deja en plena confianza a su presidenta la decisión sobre el camino que deberemos tomar juntos", señaló un comunicado del máximo órgano de representación de los evangélicos alemanes.
Pese a ello, dimisión de la obispo se veía como ineludible, no por el hecho de haber tomado alcohol, lo que entra en la esfera de lo privado, sino de haber conducido ebria, lo que en Alemania es un delito que además de la retirada inmediata de la licencia de conducir puede implicar una sanción equivalente a dos salarios.
A la decisión de Kässmann siguieron pronunciamientos desde el estamento eclesiástico y político, de respeto hacia la obispo y recordando su trayectoria humana y profesional.
La canciller Angela Merkel, presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) e hija de un pastor protestante, expresó su "respeto" por la decisión y valoró la "buena cooperación" que siempre existió entre el gobierno y Kässmann.
El caso ha sacudido al EKD y coincide con la confrontación abierta entre el gobierno y la Conferencia Episcopal Alemana, máximo órgano de la Iglesia Católica, que cuenta asimismo con 25 millones de fieles.
El presidente de la Conferencia, Robert Zollitsch, emplazó hoy a la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, a disculparse en las próximas 24 horas de sus críticas contra los responsables de la Iglesia Católica, a los que imputa no haber reaccionado como corresponde en los casos de pederastia.
Zollitsch hizo llegar a Merkel su queja contra la ministra, del Partido Liberal (FDP).
Lejos de amilanarse, Leuthausser-Schnarrenberger expresó, a través de su portavoz, su "desconcierto" por el hecho de que la Iglesia imponga un ultimátum a un miembro del gobierno.
En declaraciones a la emisora "Deutschlandradio", la ministra había reclamado la constitución de una mesa redonda entre todas las partes implicadas, para abordar el tema de los abusos sexuales y estudiar medidas para evitar que casos así puedan repetirse.
La ministra calificó de "insuficientes" las directrices marcadas por la cúpula de la Iglesia Católica para hacer justicia a las víctimas de dichos abusos y proteger de manera efectiva a víctimas potenciales en el futuro, después del escándalo de pederastia revelado en varias escuelas religiosas, con unas 300 víctimas.

 
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