CHILE.- ( AGENCIALAVOZ.ORG ) Sólo un milagro explica la providencial salvada del Pastor Juan Vicente Castillo Valencia, quien se encontraba en una misión de la Iglesia Evangélica Pentecostal en la Isla Juan Fernández, Chile, junto a su esposa Elsa Sylvia Saavedra Saavedra, de 52 años, quien no contó con la misma fortuna y falleció ahogada por las implacables olas del Océano Pacífico, que tomó una endemoniada fuerza este sábado a causa del terremoto continental.
El matrimonio cabildano era muy conocido en la comuna por su permanente participación en las actividades pastorales y también porque se dedicaron un tiempo al tejido, aunque Juan Castillo ejerció por años labores en la minería y Elsa se abocaba principalmente a las tareas hogareñas.
Como los templos del territorio insular chileno están bajo la jurisdicción de la iglesia de Cabildo, Juan Vicente y Elsa partieron el pasado 21 de diciembre con destino al archipiélago para reemplazar al pastor titular, quien debía realizarse un tratamiento médico que no podía llevar a cabo en la isla.
El pastor y su esposa debían permanecer en Misión Evangélica en la isla hasta abril, cuando estaba programado su regreso a Cabildo. Incluso durante los últimos días habían recibido la visita de algunos Hermanos Evangélicos de esta zona, quienes emprendieron rumbo al continente un día antes de que se desatara la tragedia.
Aparte de ser un sector aislado del país, en Juan Fernández muy pocos sabían que en el continente se había producido un devastador terremoto la madrugada del sábado, desconocimiento que ha desatado una dura polémica entre el Gobierno y la Armada.
Juan y Elsa dormían a pesar del fuerte ruido del mar y del viento. Aún estaba oscuro y el pastor, preocupado y semidormido, puso sus pies para bajar de la cama pero pisó agua. Poco alcanzó a ver fuera de la residencia pastoral cuando el mar se vino encima.
El mar había arrancado la casa de los apoyos que la sujetaban al piso. Pronto se vio en medio del agua, a más de 200 metros de la playa. Según relató posteriormente a sus cercanos, dirigió sus ojos al cielo y oró.
Como pudo se sujetó de algunos trozos de madera que flotaban y cuando sus intentos por regresar a la costa parecían imposibles, pronto y con mucha fortuna, una ola lo devolvió a la tierra.
Semidesnudo, pues dormía a la hora del maremoto, comenzó a pedir ayuda para buscar a su esposa, de quien se separó cuando el mar se lo llevó.
Algunos isleños se le unieron en la búsqueda de personas, muchas de las cuales se habían extraviado en las mismas circunstancias. La oscuridad les impedía realizar la búsqueda con buenos resultados.
Una vez que la luz del día iluminó el archipiélago, los rescatistas retomaron la búsqueda de desaparecidos. Horas después habían recuperado los cadáveres de siete fallecidos, entre los cuales se encontraba Elsa Saavedra, quien no resistió la violencia del fenómeno natural.
Gracias a gestiones de la colectividad Evangélica Pentecostal y el municipio cabildano, fue posible el inmediato traslado de Juan y el cuerpo de su malograda esposa Elsa. En avión se les trajo hasta la Base Aeronaval de Torquemada, en Concón, durante la tarde del domingo.
El pastor llegó esa misma noche al templo de Cabildo, donde unos 300 fieles le esperaban para darle su apoyo y las condolencias tan necesarias para él y sus cinco hijos por la irreparable pérdida de su esposa y madre.
Desde ayer lunes se encuentran velando los restos de la misionera en el templo Pentecostal de Cabildo y sus funerales serán la tarde de hoy en el cementerio local.