GUATEMALA.- ( AGENCIALAVOZ.ORG )Expertos atribuyen esta percepción a la falta de liderazgo, poca cercanía con la población y vínculos con hechos de corrupción, un panorama que contrasta cuando se refieren a instituciones de formación moral o religiosa.
Casi la mitad de los entrevistados expresó abiertamente que no tiene ninguna confianza en los partidos políticos, sindicalistas, el Congreso y la Policía.
Manfredo Marroquín, presidente de Acción Ciudadana —capítulo guatemalteco de Transparencia Internacional—, asegura que la Encuesta Libre reafirma lo reflejado en otras mediciones, como el Latinobarómetro.
“La gente conoce más las instituciones de la fe, porque en los otros casos las autoridades han estado lejos y no han trabajado en ganarse la confianza, además de que los métodos del Estado han fracasado”, considera Marroquín.
Añade que esta encuesta denota que Guatemala tiene una democracia “en cuidados intensivos”, sumergida en una crisis de liderazgo, en donde las personas no perciben a líderes políticos distintos, y los ven a todos por igual.
“Si no hacemos nada en el corto plazo y si no se discuten las reformas necesarias de la República, podríamos estar al borde del colapso del sistema político”, asevera.
Elecciones atípicas
Raquel Zelaya, secretaria ejecutiva de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), enfatizó en que este es un año electoral atípico, no solo por la nominación de candidatos, sino por las dudas constitucionales que pesan sobre algunas.
“Es un momento de cuestionamiento a instituciones que anteriormente han salido bien calificadas, pero ahora la ciudadanía tiene la demanda de mayor pronunciamiento y protagonismo”, dice Zelaya, sobre todo en alusión a la CC, que es objeto de poca confianza.
El estudio Cultura Política de la Democracia en Guatemala, 2010, efectuado por Asíes, la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid, en inglés) y la Universidad Vanderbilt, coincide con la Encuesta Libre en que las iglesias tienen la mayor confianza cuando se les compara con el presidente de la República, el Congreso y los partidos políticos.
La credibilidad, queda claro, es otra tarea pendiente en la agenda de quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular