viernes, 20 de abril de 2012

Las Asambleas de Dios y la Revolución Sandinista

Carlos Escorcia Polanco “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el Evangelio”. MATEO 11:5 MANAGUA.- ( AGENCIALAVOZ )Los primeros convertidos a la fe evangélica de las Asambleas de Dios en Nicaragua, fueron cuatro familias en la ciudad de Matagalpa, en 1912: las familias de don José Ángel Robleto, doña Tana Robleto (sin parentesco con don José Ángel), doña Pana viuda de Galán y mi bisabuelo materno, don Lorenzo Castro Luis. Desde inicios del siglo XX, los evangélicos pentecostales (tradición basada en los Hechos de los Apóstoles, semejante al movimiento carismático católico), sufrieron cruel persecución por tener una fe extraña, porque, según decían, “no creen en la Virgen”, y por no creer en dioses o imágenes de yeso. Con el advenimiento de la lucha del general Sandino y dado que las autoridades constituidas de la época se parcializaban a favor de la Iglesia Católica, los primeros convertidos buscaron la protección del general Sandino. El guerrillero le entregó una bandera rojinegra a un pastor, quien la enarboló y cesó toda persecución contra los evangélicos en la zona de las Segovias y los departamentos de Matagalpa y Jinotega. Pero muerto Sandino y con la entronización de la tiranía somocista, volvió la vieja práctica provinciana y parroquial por parte de los católicos de agarrar a “lajazos” (pedradas) los cultos evangélicos, o de lincharlos en las calles si se atrevían a predicar en la vía pública. Aunque 1912 marca el momento histórico del inicio de la predicación del Evangelio pentecostal, no fue sino hasta 1937 que las Asambleas de Dios se organizaron formalmente como denominación religiosa debidamente constituida. Con el triunfo de la Revolución Sandinista, un alto dirigente de las Asambleas de Dios promovió el éxodo de numerosos pastores jóvenes, quienes salieron “huyendo” de la persecución sandinista a países como Canadá, México y Colombia. Una de las primeras víctimas de la ideología anti-comunista que predominaba en las Asambleas de Dios fue el reverendo Oscar Godoy Liévano, quien entre 1976-79 fue pastor de la iglesia Elim en Matagalpa y presbítero de distrito, en donde el accionar de la guardia somocista contra la guerrilla sandinista estaba en su apogeo. Una oscura noche de 1977, un grupo de creyentes de las Asambleas de Dios se encontraban celebrando un culto de oración en una capillita rural en las afueras de Waslala. De repente aterrizó un helicóptero de la G.N.; los hermanos fueron rodeados por los soldados, subidos al helicóptero y jamás se les volvió a ver, ya que fueron arrojados vivos al mar. Godoy informó a sus superiores del secuestro y desaparición de una congregación entera de las Asambleas de Dios en las montañas de Waslala. Estos le dijeron que dejara el asunto en sus manos, pero no hicieron nada. Finalmente, el Cepad intervino. Una comisión de tres pastores, encabezada por el doctor Gustavo Parajón, increpó a Somoza sobre la desaparición de los feligreses campesinos. El tirano solo prometió una investigación pero nunca se conocieron los resultados. Godoy cayó en desgracia ante sus superiores, fue transferido a Managua y luego del triunfo de la Revolución se unió a otros pastores que simpatizábamos con la lucha sandinista. Tres pastores fuimos suspendidos por el “delito” de meternos en política partidaria: Oscar Godoy Liévano, Miguel Ángel Casco González y Carlos Alberto Escorcia Polanco. Los tres suspendidos siempre sostuvimos nuestra inocencia y más bien les advertimos que “la historia nos daría la razón”. Casi 30 años después, la historia nos ha dado la razón. Ahora ya no es pecado meterse en política, porque hasta un partido político “cristiano” promueve la actual dirigencia. Mientras una encuestadora nacional reportaba que el 30% de la población nicaragüense pertenece a la fe evangélica, las de la CID-Gallup y de M & R indicaron que el APRE, que llevaba como candidata a vicepresidenta a Elizabeth Rojas, pastora de las Asambleas de Dios, obtuvo menos del 1% de los votos. La inmensa mayoría de feligreses de las Asambleas de Dios pertenecen a los estratos más humildes de la sociedad nicaragüense. Estos han sido ampliamente beneficiados con los programas sociales del gobierno cristiano, socialista y solidario del presidente Ortega y de la primera dama Rosario Murillo. Esta feligresía humilde, que según las encuestas de antes y después de las elecciones de 2011, votó mayoritariamente por el presidente Ortega, confirma plenamente en el slogan de los 80: “Entre Cristianismo y Revolución no hay contradicción”.

 
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