Será el tercer día en el que, como en los anteriores, esperan reunir a cientos de miles de personas para demostrar al Ejecutivo su postura contraria con un texto que supone una de las promesas electorales del presidente, François Hollande.
Y tendrá lugar dos días antes de que la cámara de diputados vote el próximo martes definitivamente la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
A los opositores les quedará ya solo el recurso a la protesta callejera, que vienen utilizando en las últimas semanas ante el avance legislativo del proyecto, apoyado en la mayoría de izquierdas en las cámaras.
En las últimas semanas, el movimiento contra el matrimonio homosexual ha vivido una radicalización, a medida que la adopción definitiva del texto se acercaba.
Se han detectado grupos de extrema derecha, con procedimientos violentos, en las manifestaciones de pequeña envergadura registradas en los últimos días.
La última tuvo lugar anoche en París, reunió a unas 2.000 personas, según los datos de la policía, y acabó con enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden.
La manifestación de mañana pretende demostrar que el avance legislativo del proyecto no hace perder la esperanza a los opositores de exigir su retirada.
Recuerdan que en el pasado la presión de la calle obligó a otros Gobiernos a retirar leyes ya aprobadas, como la del contrato para jóvenes que propuso en 2006 el entonces primer ministro, Dominique de Villepin, y que provocó una gran revuelta estudiantil.
Además, acusan al Ejecutivo de haber acelerado el proceso legislativo para impedir el debate y ante el avance de las opiniones contrarias a las uniones entre personas del mismo sexo.
Las últimas encuestas revelan un descenso del apoyo popular al matrimonio homosexual, que sin embargo sigue siendo mayoritario entre los franceses, al contrario que su derecho a adoptar, que según los sondeos apoyan menos de la mitad de los franceses.
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