Por Jaime Mirón
( AGENCIALAVOZ ) ¿Por qué tanta gente acude a las sectas y aguanta el abuso cuando «todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia...» (2 P. 1:3)? ¿Cómo es posible que gente sincera crea lo que en realidad es una mentira? ¿Por qué quienes están en una secta o en una situación de abuso no se dan cuenta y simplemente salen de ella?
Para contestar estas preguntas es necesario tomar en cuenta varias cosas:1. Nunca olvidemos el poder y la astucia del enemigo de nuestras almas. Después de estudiar todos los pasajes relacionados con el diablo, llegué a la conclusión de que Satanás pasa la mayor parte de su tiempo en engaños y mentiras (Jn. 8:44). Satanás es el creador de las sectas; presenta una religión que niega la eficacia de la muerte de Jesucristo y la sustituye por un camino que apela al ego humano; cuestiona la salvación de los fieles y los acusa haciéndolos sentir culpables (Ap. 12:10); edifica grupos falsos que en realidad son «sinagoga de Satanás» (Ap. 2:9). Además Ap. 12:9 declara que él «engaña al mundo entero». Y «no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz» (2 Co. 11:13-14 BLA).2) La secta proporciona a la persona un (falso, por cierto) sentido de la vida. Daniel Jerusalimiec, profesor del Seminario de Fe en Buenos Aires explica:«Puede ser que estas personas han encontrado la hermandad y el compañerismo que la iglesia no supo proporcionar. Una secta sabe integrar rápidamente a un nuevo miembro haciéndolo sentir aceptado entre ellos. De esta manera, el nuevo integrante encuentra una sensación de seguridad y una organización que cuida de él. Más aun, la secta le ofrece una vida radicalmente diferente que le presenta un desafío atractivo. Esto le da ‘sentido a la vida’. En este nuevo grupo él empieza a sentirse valorado, [y] ya no le importa si es ridiculizado por sus vecinos o amigos pues él ahora ha encontrado dirección a la vida que nadie antes pudo proporcionarle.» 3) Últimamente en la mente de muchos «éxito» equivale a «grande». En varios sitios de América Latina las sectas —no las importadas sino los grupos cultivados en casa—cuentan con miles y miles de seguidores. La conclusión lógica es que porque es algo grande tiene que estar favorecido por Dios, o que porque hay mucho dinero Dios está bendiciendo. ¡Cuidado! Durante el tiempo del profeta Elías más personas seguían a Baal y a Asera que a Jehová. Jesús afirma: «...ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mt. 7:13-14).4. La persona escuchará testimonios asombrosos de cómo el grupo ha cambiado la vida de alguien, cómo ha sanado a un niño, o cómo Dios ha contestado oraciones. Por eso no siempre es fácil detectar los peligros de participar en una secta. No nos dejemos cautivar por testimonios y aparentes milagros porque «se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos» (Mr. 13:22). El Señor advirtió: «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad»(Mt. 7:22-23).5. Gran parte de quienes recurren a las sectas es gente crédula, que sinceramente busca cómo apaciguar la ira de Dios por sus fracasos y pecados, cómo aliviar su culpa y cómo hallar una vida mejor. Las sectas prometen todo esto y más todavía: sanidad física, financiera y emocional; la divulgación de «misterios» antes ocultos y ahora revelados al «ungido»; prometen ser la única iglesia que verdaderamente sirve a Dios; aseguran una unción especial, cosas por el estilo. las sectas. Es bueno enfrentar la realidad y preguntarse por qué está sucediendo y qué podemos hacer para cerrar la puerta trasera de la iglesia a fin de que la gente no se aleje. Sin repetir los seis motivos ya mencionados (que, por cierto, son aplicables tanto a evangélicos como a no evangélicos) queremos presentar ciertas prácticas —en especial de los evangélicos— que ayudan a un terreno fértil para el advenimiento de una secta.1. En nuestros círculos existe una fuerte tendencia a definir el cristianismo por lo que uno hace (orar, asistir a la iglesia, leer la Biblia, testificar, ofrendar, etc.) y por lo que uno deja de hacer (no fumar, no beber, no jugar y otras cosas que varían según la cultura) en vez de por una relación personal con Cristo a través de la Biblia. La mayoría de las sectas adhieren a las mismas prohibiciones que los evangélicos, y más todavía. Cuando un creyente que sinceramente busca ser más consagrado al Señor, encuentra a un grupo que hace más o ha dejado de hacer más que él (llevando una vida más severa), muchas veces llega a la conclusión de que tal grupo «tiene que ser más cristiano que yo». Esta forma de representar el cristianismo nos hace vulnerables a las sectas y al mismo tiempo causa que las sectas resulten atractivas. 2. En nuestros círculos es común escuchar la frase «Dios me dijo» o «Dios me guió». La mayoría de nosotros quedamos impactados cuando Dios habla a un individuo. Somos fácilmente manipulados por cualquier dicho que suena espiritual. Las sectas abundan en todo tipo de frases similares que pretenden provenir de una línea directa del Señor. Primera Reyes 13 relata la historia de un profeta que engañó a otro profeta empleando la frase «...por palabra de Dios me ha sido dicho» (17). Jacob hizo lo mismo cuando engañó a su padre Isaac en Gn. 27:20.Todos deseamos seguir a un líder fuerte, espiritual, con carisma, es decir un modelo. Cuando a este se le suma la tendencia (en la cultura latina) a pensar que en el pueblo de Dios hay diferentes niveles espirituales, terminamos con una situación ideal para el engañador. He sido testigo de que la gente acude al pastor o al predicador itinerante imaginando que, simplemente por ser predicador o pastor, goza de un acceso superior al trono de la gracia. Esta tendencia bien podría ser la base para que una persona, aprovechándose de la ingenuidad de los oyentes, forme su propio grupo.Frente a tales tendencias ofrecemos varios consejos: a) Ser escéptico cuando alguien declara: «Dios me dijo». Pablo mandó a los tesalonisences, «examinadlo todo; retened lo bueno» (1 Ts. 5:21).b) Resistir la tentación de responder a ilustraciones e historias que simplemente apelan a las emociones. En su lugar, prestar cuidadosa atención al contenido del mensaje y preguntar si las historias ilustran el pasaje o bien sólo recurren al elemento emocional. Es posible evaluar las palabras por medio de las Escrituras pero no existe lo mismo para evaluar las emociones.c) Estar alerta cuando un predicador «usa» (en realidad abusa) de la Escritura en vez de predicar o exponer la Biblia. Cuando una persona cita la Biblia para apoyar sus argumentos, hay que seguir el ejemplo de la gente de Berea (Hch. 17:10-11), investigar si lo que dice es verdad.Por qué es difícil salir de una sectaHay miles de personas que luchan para escapar de una secta aun después de haber tomado la decisión de salir. ¿Por qué?1. Algunos temen salir debido a lo que les pasaría a ellos y a su familia. El libro de Hebreos es una exhortación a los destinatarios a perseverar, a seguir en la gracia y a no volver a obras muertas. Los hebreos habían salido de su vida de legalismo y habían entrado en la gracia del Señor, cuando inesperadamente las cosas cambiaron. No solamente fueron perseguidos por los romanos por ser judíos, sino también perseguidos por los judíos por ser seguidores del Mesías. Seguramente lo que pasó por sus mentes fue algo como: «¿Está Dios enojado con nosotros por haber salido de la ‘sinagoga’ (la iglesia madre)? ¡Volvamos a ella!» Las personas atrapadas en una secta han sido instruidas para creer que «aquí» (en la secta) Dios las ama y las bendice; y «allí» (fuera de la secta) Dios no las ama y tal vez las envíe al infierno. Además, muchos creen en la eficacia de las maldiciones. Al salir de una secta, cualquier cosa insólita que les sucede los lleva a creer que es resultado de una maldición instigada por el grupo. Sin duda ese temor (de una maldición) infundado por parte de muchos sectarios es el fundamento de la decisión de no salir.2. El apóstol (ungido, siervo, profeta o cómo se llame) se ha sentado «en la cátedra de Moisés» (Mt. 23:2), es decir ha convencido a la gente de que él mismo posee la máxima autoridad y es vocero de Dios. ¿Quién se atrevería a contradecir al vocero de Dios? Este líder explota necesidades universales: el ansia de parte de algo, el deseo de cierto orden y seguridad, el querer conectarse con algo más grande que uno, el anhelo secreto de hallar un padre solícito que ofrezca protección y bienestar.3. Si la secta logra uno de sus propósitos, el interlocutor ha sido apartado de sus familiares y amigos. Este aislamiento causa que la persona esté más ligada al grupo y sea menos capaz de existir sin el grupo. Un hecho notable a la lucha de quienes quieren salir de una secta lo constituyen aquellos que después de escaparse luchan para encontrar una nueva iglesia. Uno de los motivos se ilustra con la experiencia de un adolescente en México. Después de haber sido engatusado por una secta durante más de dos años, entró en razón, se dio cuenta de que el grupo estaba manipulando su vida y pudo salir. Cuando acudió a mí para pedir ayuda, andaba de iglesia en iglesia, no queriendo echar raíces en ninguna porque, decía, «ya no puedo confiar en nadie, y menos en los líderes». Cuando se juntan los varios ingredientes presentados en artículo: gente sincera pero crédula, la astucia de Satanás, el encanto del legalismo, las promesas de las sectas, la sagacidad del lavado de cerebro, la desesperación de la gente por encontrarle sentido a la vida, la satisfacción al imaginar que uno está en presencia del «vocero de Dios», uno comienza a comprender por qué la gente entra en el mundo de las sectas y por qué simplemente no las abandonan cuando se dan cuenta de que se trata de sectas.