México -. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Blanca Águila Lima, secretaria general del PRI en Tlaxcala, es un caso extraordinario al interior de ese instituto tradicionalmente dominado por masones, ya que profesa un intenso cristianismo; es más, reconoce que sus actos obedecen a una misión en la que la espiritualidad ocupa un lugar preponderante.
La dirigente del tricolor aseguró que la declaración más importante de su vida la hizo a este medio y consiste en reconocer a Cristo como su guía espiritual.
Sin titubeos, atribuye al acendrado catolicismo panista, llevado a su máxima expresión con simpatizantes del yunque empoderados, la suerte de persecución padecida en Tlaxcala por el pastor cristiano Juventino Marquecho Salazar.
Este tuvo que abandonar la catedral de Xalcatzinco, en el municipio de Tepeyanco, erigida con base en el continuo esfuerzo del religioso, quien encabezó a una creciente comunidad de la Iglesia Evangélica Misionera, golpeada por la misma subsecretaría de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, afirmó.
Debe recordarse que el pasado cuatro de marzo, la Dirección General de Asociaciones Religiosas, Dirección de Registro y Certificaciones, Subdirección de registro de Asociaciones Religiosas, en el oficio AR-02-R/2881/2008, expediente: SGAR/322/93, referencia: 1413/2008 decretó: BAJA POR ACUERDO DE ASAMBLEA COMO OBISPO, REPRESENTANTE LEGAL, ASOCIADO Y MINISTRO DE CULTO DEL C. JUVENTINO MARQUECHO SALAZAR. Firma la subdirectora Citlali Griselda Godínez Téllez.
Esta decisión la sustentó la autoridad en una serie de deficiencias administrativas en la iglesia evangélica de Xalcatzinco pero, el detonante para la expulsión fueron varias denuncias por acoso sexual en contra de menores de edad, integradas al expediente presentado ante la Segob, del cual e-consulta posee una copia.
Para Águila Lima, para no pensar que se trata de una persecución religiosa, aquéllas denuncias por acoso debieron presentarse ante el Ministerio Público con el propósito de investigarlas a fondo y señalar responsables.
Simultáneo al pleito ante la Segob, se gestó un movimiento que acabó por posesionarse del templo tras efectuar una asamblea y acordarlo así.
Marquecho debió salir por una ventana para evitar confrontarse con el creciente grupo opositor que, en su carácter de Junta Administrativa en funciones decidió la expulsión del religioso al detectarle una “conducta licenciosa”.
Desde “pederastia”, “hasta uso de la Iglesia con fines de proselitismo político”, fueron causas de peso para tal desconocimiento, razones que avaló la Dirección General de Asociaciones Religiosas, de la Secretaría de Gobernación.
El ambiente no era propicio. Entonces, Marquecho optó por dejar esa plaza. Atrás quedó una parte importante de su obra: la catedral de Xalcatzinco.
Sin embargo –según Águila Lima- los muros no son el movimiento religioso encabezado por Marquecho y este, se trasladó a la casa de un miembro de su comunidad, en San Luis Teolocholco, donde actualmente celebra sus ritos.