ESPAÑA-.(AGENCIALAVOZ) En la provincia de Zamora no se habla de otra cosa desde que hace unos días apareciera una valla publicitaria en uno de los accesos por carretera a la capital, en la que se ve el rostro de un joven barbudo y se lee: “Soy Cristo. Estoy vivo”. Ayer, martes 11, el diario local La Opinión-El Correo de Zamora ha dedicado su portada y dos páginas al tema, que ha pasado a ser el centro de muchas conversaciones e inquietudes. Reproducimos a continuación la información publicada por este medio.
Desde el pasado día 5 de marzo, coincidiendo con el inicio de la Cuaresma, hay un cartel en una de las vallas publicitarias de la zona de Vista Alegre de Zamora donde el mensaje es claro: «Soy Cristo. Estoy vivo». Se trata de Jaime Sánchez, un vecino que se ha instalado en la localidad Villalonso, ante el estupor de los vecinos de la pequeña población. El anuncio y el soporte utilizado ha llamado la atención de los zamoranos y la foto se ha propagado como la pólvora por teléfonos móviles y correos electrónicos.
«Nada es casual, comienza la Cuaresma y mi mensaje es claro: se ha producido un cambio en mi vida y he querido que todo el mundo lo sepa», ha declarado el autor del llamativo anuncio, quien asegura que ahora es Cristo. El zamorano se enfrenta ahora a un juicio por la custodia de sus hijas.
La irrupción del zamorano Jaime Sánchez Heras a través de una valla publicitaria en la que asegura encarnar a «Cristo» y la constatación de la retirada de sus hijos tras ser desescolarizados han creado un enorme impacto en Zamora capital y la pequeña localidad de Villalonso, donde el grupo liderado por el ex empresario se estableció hace un año. La convivencia en el municipio de la comarca toresana no tuvo mayor problema hasta hace semanas, cuando Sánchez Heras dijo «experimentar un cambio interior». Entonces, se deshizo de sus bienes, inició un largo ayuno y desescolarizó a sus hijos, cuya tutela descansa ahora en la Junta de Castilla y León.
Actuación de las autoridades
La Guardia Civil acudió hace ahora una semana a una antigua casa rural de la localidad de Villalonso para llevarse hasta cuatro menores, los tres hijos del zamorano Jaime Sánchez Heras, que se autodenomina «Cristo» (dos de su primera mujer y el tercero de una segunda), y otro más, posiblemente, de un seguidor del grupo, cuyo comportamiento durante las últimas semanas ha causado estupefacción entre los vecinos y malestar en el Ayuntamiento. La tutela de los pequeños ha pasado directamente a la Junta de Castilla y León y su «guardia y custodia provisional» descansa, de forma temporal, en los abuelos.
Protección de los menores implicados
A ese respecto, el Servicio evaluará el caso concreto, con un estudio multidisciplinar, para determinar si procede o no establecer un régimen de visitas a Sánchez Heras y si éste podría volver a recuperar la tutela sobre los tres menores. Al parecer, la Guardia Civil halló a un cuarto menor de edad, posiblemente hijo de algún seguidor o seguidora del líder del grupo establecido en Villalonso.
El juez de Toro tiene en estos momentos la única función de supervisar las medidas que estipule Protección de Menores de la Junta, que está obligado a establecer medidas de protección para los pequeños respecto del padre, si estos se han visto en situación de desamparo. De hecho, la Fiscalía de Menores no ha intervenido aún, ya que su actuación se producirá «cuando se constate» tal situación, así como «que el padre no puede volver a asumir la guarda y custodia», dice textualmente el artículo 172 del Código Civil.
En cuanto al acogimiento de los niños, la Ley da prioridad a la opción de su «reinserción» en la propia familia materna o paterna, que ejercerá la guarda y custodia «cuando no sea contrario a su interés». Esta opción conlleva que cuando haya hermanos, como es el caso, permanezcan juntos. La legislación vigente especifica que la guarda «se realizará mediante el acogimiento familiar», por persona o personas que determine la Administración regional o mediante «el acogimiento residencial», situación en la que la guarda y custodia recaería sobre «el director del centro» de acogida de los niños.
En cuanto a las menores, dos de ellas cursaban estudios en el colegio toresano Hospital de la Cruz, al que acudían a diario desde Villalonso hasta hace un mes. Aunque la dirección del centro ha evitado pronunciarse sobre si acudían descalzas a clase o si las acompañaba alguna circunstancia extraña, sí que ha confirmado que el «caso» de las menores fue comunicado a la Dirección Provincial de Educación, cuyos responsables eran conscientes de que las niñas no habían acudido al centro en las últimas semanas. Hasta entonces, las escolares se relacionaban con normalidad con el resto de escolares de Villalonso, cuya zona de recreo infantil compartían a diario.
Seguimiento del caso
Así las cosas, la Subdelegación del Gobierno en Zamora reconoce el seguimiento diario que la Guardia Civil realiza en la vivienda de la calle Oro de Villalonso. Dicha observación, que forma parte de la «labor de rutina», se estableció después de que los agentes acudieran por orden de la Junta de Castilla y León y con autorización del juez de Toro para llevarse a los menores y dejar su «guardia y custodia provisional» en manos de los abuelos.
El líder del grupo religioso, que dice ser «Cristo» o el «Espíritu Santo», es consciente del seguimiento diario por parte de los guardias, circunstancia que define como «presión». De hecho, Sánchez Heras colocó la valla publicitaria en la zona de Vista Alegre de la capital para captar adeptos, aunque «sin prisa» porque «ahora hay presión», manifestó anteayer a este diario.
El seguimiento que se lleva a cabo tiene también su origen en el desconcierto vecinal ante la recogida de los menores. De hecho, los vecinos de Villalonso –los que viven de manera regular son algo más de una veintena– destacan el «carácter pacífico» de Sánchez Heras y sus seguidores, situación sólo interrumpida por «el sonido de tambores a altas horas de la madrugada» el verano pasado. Tal y como reconoce el ex empresario zamorano, la situación cambió «hace dos meses». Sánchez Heras experimentó «un cambio interior» que lo llevó a deshacerse de sus bienes, caminar descalzo por las calles y desescolarizar a sus hijas.
Luis Santamaría: no se puede tomar a broma
Desde la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) ya tenían constancia de los movimientos y las actividades de Jaime Sánchez, que ha terminado por decir al mundo que en su cuerpo vive Cristo.
El sacerdote zamorano Luis Santamaría forma parte de esta red internacional, y desde el año 2011 tiene recogidas desde «divagaciones personales de tipo espiritual que iba dejando en foros y páginas de Internet», hasta los últimos y extraños cambios que se han producido en la casa de Villalonso en la que en la actualidad reside con dos seguidoras.
El perfil, tanto del líder como de las actividades que lleva a cabo, coinciden según el experto con los pasos que siguen organizaciones de este tipo, y que «no se pueden tomar a broma. Estamos hablando de una persona que se cree Dios y que piensa que tiene una misión superior. Me preocupan las consecuencias de hasta dónde pueda llegar», subraya Santamaría.
Su preocupación se basa en la experiencia que le brinda el conocimiento de otro tipo de sectas similares, «que comienzan de la misma manera, con parecidas llamadas, y que han terminado en suicidios colectivos», apunta el joven sacerdote, que se pregunta «a quiénes llama a través de esa valla, y para qué. ¿Para una transformación? Es posible que esos actos puedan tener consecuencias físicas», asegura.
Tras 15 años de estudio de este tipo de organizaciones, a Luis Santamaría le salieron de ojo las ideas y doctrinas que el zamorano Jaime Sánchez Heras proclamaba a través de Internet, «y de otro tipo de soportes, como carteles llamando a la meditación, al descanso…».
Éstos son precisamente algunos de los pilares en los que basan este tipo de grupos, que según el experto siempre tienen relación con la unión con la naturaleza (de ahí que vaya descalzo, para sentir la tierra, o que coma solo alimentos crudos y naturales) y las terapias (ha convocado a varios retiros y jornadas de meditación).
El estilo, explica Santamaría, no ha sido inventado por el zamorano y sus seguidores, «se basa en el sincretismo, en el movimiento new age, la nueva espiritualidad… ya sólo el nombre de la casa en la que se alojan da una pista, Siete chakras».
33 años, como Jesucristo
El joven Jaime Sánchez, que afirma tener 33 años, la edad de la muerte de quién afirma ser, Cristo, reprocha a los cristianos el hecho de no vivir la fe y de que «todos están bautizados, se casan por la Iglesia, pero luego no siguen la doctrina de Dios», lamenta, y se refiere en especial a la Semana Santa: «la gente sólo la espera para emborracharse, para pasárselo bien, cosas que después no les llenan, y por eso tienen luego conflictos internos; lo que les falla es la fe, lo más básico», afirma.
Su actual domicilio, una antigua casa rural alquilada, está plagada de simbolismo, con alusiones a Cristo y despojada de la mayoría de enseres propios de una casa, apenas unos sillones, un ordenador y una cadena de música forman parte de un escenario en el que no faltan las velas.
Una niña descalza y con los pies morados
A pesar de que la convivencia con los vecinos de Villalonso ha sido «buena» desde que el grupo se estableció en la antigua casa rural de la calle Oro, el Ayuntamiento de la localidad detectó en el zamorano Jaime Sánchez y sus seguidores «un cambio de actitud» hace «aproximadamente un mes». De hecho, la propia alcaldesa, Araceli Alonso, detectó que «iban descalzos», no sólo los adultos, sino también una de las menores. Como «hacía mucho frío», Alonso constató que la niña «tenía los pies morados». Cuestionada por tal circunstancia, relata la responsable municipal, la pequeña respondió que «se lo mandaba él», en referencia al líder del grupo.
En todo caso, Alonso ha mostrado su sorpresa por la visita de la Guardia Civil a la antigua casa rural de Villalonso la pasada semana para llevarse a los menores. La regidora destaca el «carácter pacífico» del joven que se hace llamar Cristo y sus seguidores, aunque constata que sí existieron reuniones de un elevado número de personas, de «al menos 16 personas». «Pensamos que era normal el tránsito continuo de personas y de vehículos que aparcaban en la puerta al tratarse de una casa rural», añade Alonso. Sin embargo, hace semanas los inquilinos retiraron el cartel del establecimiento rural para continuar en régimen de alquiler en una casa sólo presidida por la talla de un águila.
Intención de retirar la valla publicitaria
El Ayuntamiento de Villalonso estudiará la posible adopción de medidas legales para exigir la retirada de la gran valla publicitaria en la que Jaime Sánchez Heras asegura: «Soy Cristo. Estoy vivo» y mediante la que invita a todos los «cargados y trabajados» a visitarle en la pequeña localidad de la comarca de Toro, donde él, afirma, los «hará descansar».
Así lo confirmó ayer la alcaldesa de Villalonso, Araceli Alonso, tras considerar que la valla publicitaria, situada a la entrada de la capital zamorana, proyecta «una imagen muy negativa para el pueblo».
Por el momento, el Ayuntamiento no ha concretado qué posibles medidas legales podría adoptar, aunque Alonso mostró abiertamente su preocupación por la información que contiene el cartel y el mensaje que transmite, así como su expresa alusión al municipio de Villalonso porque, a su juicio, «no procede» y daña la imagen de un pequeño pueblo que es visitado por numerosas personas interesadas en conocer el remodelado Castillo de Villalonso.
Por su parte, el Ayuntamiento de Zamora se desvincula del posible control y retirada del mensaje, aunque sí cobra una tasa a las empresas o personas titulares de las vallas publicitarias que hay repartidas por el casco urbano. La ordenanza municipal que controla estos soportes publicitarios cobra a los propietarios, pero no entra a valorar el contenido de los carteles a menos que se haya interpuesto una denuncia.
Llama la atención que una persona sin trabajo, al parecer desde hace varios años, pueda colocar una valla que puede costar alrededor de 200 euros al mes, más la impresión especial para aguantar las inclemencias del tiempo, lo que según fuentes consultadas podría ascender a unos 4.000 euros al año. Un precio que Jaime Sánchez, el protagonista del mensaje religioso, reconoció que no pagaba él mismo, sino «la gente que cree en mí».