RUSIA.-(AGENCIALAVOZ) A raíz del referéndum sobre la independencia de Crimea, Hillary Clinton ha dicho que el presidente ruso Putin es un “nuevo Hitler”. Zbigniew Brzezinski, exasesor de seguridad nacional está de acuerdo, y dice que Putin no es sólo otro Hitler sino también un matón, una amenaza, un gángster de la mafia y un Mussolini. Los medios de comunicación occidentales hacen eco de estos insultos infantiles.
¿Por qué todos los representantes de la política exterior occidental tienen tanto miedo de Putin?
Porque Putin se ha puesto de pie contra la agresión occidental, no sólo en Ucrania, sino también en Siria e Irán. Los actuales intentos de Occidente de desestabilizar a estos y otros países son sólo los ejemplos más recientes de un patrón de agresión que lleva decenios de existencia. El objetivo a largo plazo: destrucción total de las naciones y valores tradicionales y la creación de una dictadura del Nuevo Orden Mundial.
Desde el golpe de 1953 de la CIA y el M16 contra Irán, Occidente ha estado utilizando la misma fórmula para derrocar a los gobernantes legítimos que no cooperan con ellos: en primer lugar, sabotear la economía del país. Luego sobornar a matones y militares corruptos y organizar turbas pagadas para crear caos en las calles. Lo siguiente (este paso es opcional) es incitar a la violencia contratando francotiradores para disparar contra la multitud, y tal vez detonar bombas por aquí y por allá. Por último, meter en la brega unidades militares corruptas y mafiosos violentos para que destituyan al gobernante legítimo de la nación blanco de la agresión, asesinar o encarcelar a sus partidarios, instalar un títere occidental en su lugar y anunciar que “se ha restaurado el orden”.
La CIA lo hizo en Irán en 1953 contra el primer ministro Mossadegh, democráticamente elegido; contra el presidente Sukarno de Indonesia, en 1965; y contra el presidente Allende de Chile, el 11 de septiembre de 1973. Hicieron lo mismo al legítimo Presidente de Ucrania, Viktor Yanukovych, hace unas semanas. La apparatchik1 neoconservadora de cambio de régimen Victoria Nuland (Secretaria de Estado de los Estados Unidos) fue atrapada admitiendo en una conversación telefónica que Estados Unidos habían gastado 5 mil millones de dólares para derrocar el gobierno democráticamente elegido de Ucrania; y a la Jefa de Relaciones Exteriores de la UE, Catherine Ashton, se le escucha en una grabación analizar las “noticias” de que los francotiradores de la Plaza Maidan eran parte del golpe de estado patrocinado por EE. UU.
El pueblo de Ucrania debería estar preocupado. Los golpes de estado patrocinados por EE. UU. pueden tornarse sangrientos muy rápidamente.
El golpe de la CIA en Indonesia en 1965 fue uno de los mayores holocaustos en la historia de los golpes de estado. Según Bradley Simpson, profesor de Historia de Princeton, citado por el Jakarta Globe: “los gobiernos estadounidense y británico hicieron todo lo posible para asegurarse de que el ejército indonesio llevarse a cabo los asesinatos en masa”de más de un millón personas tras el golpe de estado contra Sukarno. La mayoría de las víctimas fueron torturadas y luego asesinadas. La CIA proporcionó a sus matones a sueldo indonesios la lista de nombres de personas que se iba a torturar y asesinar. Mientras esto sucedía, el niño de cinco años Barack Obama vivía en Indonesia con su padrastro Lolo Soetoro, que trabajaba para los asesinos en masa contratados por los estadounidenses.
Es cierto: el padrastro de Obama fue un perpetrador del holocausto de Indonesia.
En 1971, tras el golpe de estado de la CIA en Chile, el títere estadounidense Pinochet asesinó a 3.000 personas y torturó a 30.000. Los patrocinadores estadounidenses de Pinochet apoyaron totalmente estas acciones; además entrenaron y pagaron a los matones y torturadores.
La hecatombe de Siria, también, se entiende mejor viéndola como otro intento de golpe de estado patrocinado por EE. UU.
Los norteamericanos guiados por la idea del Nuevo Orden Mundial y sus aliados occidentales han matado a decenas de millones mediante estos golpes de estado, intervenciones, campañas de desestabilización y guerras no declaradas. Según el libro de André Vltchek y de Noam Chomsky On Western Terrorism (‘Sobre el terrorismo de Occidente’), el número total de muertos en estas acciones es de más de 50 millones desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Si a esto sumamos el número de personas torturadas, sometidas a tratamiento brutal, encarceladas con acusaciones falsas, obligadas a convertirse en refugiados, o que han tenido sus vidas arruinadas por el terrorismo occidental, el número de víctimas alcanza los cientos de millones.
Hoy en día, los terroristas estadounidenses y sus aliados de la OTAN parecen menos interesados en instalar gobiernos títeres que en reducir al caos naciones enteras. El golpe de la CIA y la OTAN contra Gadafi ha destruido a Libia como estado nación moderno, se ha desintegrado. El terrorismo de falsa bandera respaldado por Occidente en Irak está dividiendo a ese país. Siria está siendo diezmada en el intento respaldado por Occidente de derrocar a Assad. Venezuela también está siendo desestabilizada por una acometida golpista apoyada por la CIA.
En síntesis, el Nuevo Orden Mundial —un oscuro grupo de oligarcas de la banca internacional empeñado en establecer una dictadura mundial— está tratando de derrocar a todos los líderes del planeta que resisten. El presidente ruso Putin resiste. Por ello la maquinaria de propaganda occidental lo llena de insultos.
Es importante destacar que Rusia e Irán —las dos naciones que con más éxito resisten el cambio de régimen que busca el Nuevo Orden Mundial— lo hacen en nombre de Dios2.
Según el intelectual católico Michael Jones, la revolución iraní de 1979 fue la salva de apertura de una reacción mundial contra la destrucción que persigue el laicismo de los valores tradicionales. Tal como las elecciones de 1980 de Ronald Reagan (motivada en parte por el disgusto de los estadounidenses con la llamada revolución sexual) y el ascenso del movimiento Solidaridad de Polonia (que se opuso el ateísmo comunista), el establecimiento de la República Islámica de Irán fue un hito que señalaba el final de la ola del secularismo militante y ateísmo del siglo XX y un renacimiento de la religión tradicional.
El presidente Putin goza de inmensa popularidad en Rusia por su defensa de los valores religiosos tradicionales. En su mensaje a la nación de diciembre pasado, Putin dijo: “muchos países euroatlánticos se han alejado de sus raíces, incluyendo los valores cristianos [...].Se siguen políticas que ponen en el mismo nivel de una familia con varios niños a una pareja de convivientes homosexuales, y equiparan a la fe en Dios con la creencia en Satanás”.
La referencia de Putin al satanismo fue una aguda reprimenda a las élites del Nuevo Orden Mundial que —aunque impulsan el secularismo militante en las sociedades que están tratando de socavar— son satanistas ocultos en el clóset. Quien dude de esto debe buscar “Teniente coronel Michael Aquino” en un motor de búsqueda de internet. Aquino, satanista declarado y creíblemente acusado de ser abusador sexual en masa, recibió premios por sus crímenes contra los niños con un nombramiento como jefe de guerra psicológica de los militares de Estados Unidos. (Para conocer el trasfondo de la élite internacional de banqueros satánicos y su control casi total de las instituciones occidentales, leer el libro de Nick Bryant The Franklin Scandal (‘El escándalo Franklin’) junto a los escritos del estudioso canadiense Henry Makow.)
Las tropas de choque de la guerra del Nuevo Orden Mundial contra la religión y tradición (y Rusia e Irán3) son los neoconservadores. El terrorista Michael Ledeen, de laOperación Gladio, explica: “la destrucción creativa es nuestro segundo nombre, tanto dentro de nuestra sociedad como en el extranjero. Derribamos el viejo orden cada día, desde los negocios hasta la ciencia, la literatura, el arte, la arquitectura, el cine, la política y la ley. Nuestros enemigos siempre han odiado este torbellino de energía y la creatividad que amenaza sus tradiciones (cualesquiera que sean) y los pone en vergüenza por su incapacidad para mantener el ritmo [...]. Debemos destruir para avanzar en nuestra misión histórica.”
Putin está poniendo freno a la “destrucción creativa” del Nuevo Orden Mundial que tiene lugar en Siria y Ucrania. Él es parte de una creciente coalición que se opone al Nuevo Orden Mundial, que agrupa no sólo a religiosos tradicionalistas sino también a fuerzas progresistas antiglobalización, y que incluye a los antiimperialistas de América Latina inspirados en Hugo Chávez.
Estamos frente a una lucha épica entre aquellos que se adhieren a valores sagrados como la justicia y la decencia frente a aquellos que desean destruir todos los valores.
Que Dios bendiga el Presidente Putin, que infunde el temor a Dios en el Nuevo Orden Mundial.