martes, 28 de agosto de 2007

La Cenicienta argentina: de indigente a modelo


Argentina -. ( AGENCIA LA VOZ ) Aprendió palabras lejanas a su vocabulario habitual, como “book”, estilista y “fashion”, terminologías propias de una chica de la pasarela. Hasta hace un año, sólo sabía de cartones y botellas, de pobreza y violencia. Daniela Cott tiene 15 años, ojos verdes y belleza inquietante y misteriosa: es la primera modelo ex cartonera del país. Fue descubierta por un “head booker” una tarde cualquiera en pleno Palermo, mientras ella revisaba los desechos de una bolsa de basura, de las tantas que conoció en sus casi tres años deambulando por las calles. Ahora desfila y duda si terminará este año la primaria.
Compañeros. Durante tres años compartió las calles con quienes recogen desechos ajenos y los malvenden por monedas. Este martes desfilará en Michelangelo. Su primer trabajo le reportó 500 pesos en ropa y 300 en efectivo. Llevó a su familia a un tenedor libre.
“Sos muy linda, podés ser modelo”, le dijo el cazador de talentos y le dejó su tarjeta. Daniela se tomó el 28 en Constitución y lo pensó durante todo el viaje hasta Villa Caraza, Lanús, donde sigue viviendo con su mamá y seis de sus hermanos. “A los dos días lo llamé –cuenta con orgullo–. Me sacaron unas fotos y a la semana dejé de cartonear.”
Golpes y bulimia. Tiempos difíciles vivió Daniela en todos estos años. Un padre ausente llamado Hernán, de 33 años, que actualmente vive a la vuelta de su casa pero con una mujer de 20 y que alguna vez, cuenta Daniela, le levantó la mano motivándola a denunciarlo en la Policía. Escuchó una y otra pelea entre su padre y su madre, Olga, de 38 años, con quien, dice, ahora se lleva bien aunque antes discutían mucho. “Yo me enojaba y me iba de mi casa –se sincera la chica de la agencia Haru Models–. Me encontraba con mi única amiga, Marisol, y lloraba con ella. Aparte, uno de mis hermanos consumía… Es que nuestro barrio es una mierda, se juntan muchos vagos en la esquina de mi casa.”
Su casa tiene tres habitaciones y una es sólo para ella. La otra la ocupa su mamá con su hermanita Luzmila, de apenas un año, y en la restante están los varones: Hernán (17), Brian (13), los mellizos Gabriel y Eduardo (11) y José María (8). A los 10 años fue anoréxica y bulímica: “Lo superé bastante –dice–. No comía nada. Lo que pasa es que mi tía es un tanque enorme y me jodían diciendo que iba a ser como ella…
Palermo sensible. Salía a cartonear con Olga, su tía y su hermanito Hernán. Les tocaban algunas avenidas y calles de Palermo. Volvía a las 12 de la escuela (actualmente cursa séptimo grado) y a las cinco de la tarde viajaban para Capital. “Sacábamos las bolsas de basura, buscábamos cartones, botellas de vidrio, las de lavandina, el diario o cualquier papel –cuenta y mueve sus manos ásperas y cortadas, que ahora cuidan en la agencia con un tratamiento especial–. Lo vendíamos los sábados en un depósito y por ahí nos llegaron a pagar doscientos pesos por un changuito. Me dio asco las primeras veces pero después me acostumbré. Para mí está bien, peor es salir a robar.”
Cuando Daniela Cott consiguió trabajo como modelo, le pidió a su mamá que dejara de andar por las calles y administrara bien el aporte de manutención que acababa de conseguir de su ex marido. Su primer sueldo fue una producción de fotos para una casa de ropa por el que ganó 500 pesos en canje de prendas y 300 en billetes. Esa noche festejó con su mamá y sus hermanos en un tenedor libre de la zona.
Ser y parecer. Hace apenas unos días desfiló por primera vez y lo volverá a hacer este martes para la diseñadora Vanesa López en el local de tangos Michelangelo. “Las modelos me recibieron bien”, reconoce y, sin querer, se mete en la típica guerra:
—Hay algunas que… por ahí no me gusta su forma de ser porque se la creen mucho y no son nadie. Tienen que ser más sencillas. Ellas saben que fui cartonera y algunas se sorprendieron. Sé que a muchas por ahí no les importan los pobres, pero hoy podés estar arriba y después te bajan de un cachetazo.”
Su sueño es parecerse a Valeria Mazza, admira la carrera de Nicole Neumann y le encanta Luisana Lopilato. Pero nada de Nazarena Vélez porque “es muy zarpada”. Ve a Tinelli, novelas como Pasión de gavilanes y es fan de algunos chicos de Gran Hermano, como el ex preso Diego Leonardi y la ganadora Marianela Mirra. “Si fuese famosa –proyecta–, me gustaría tener una casa distinta, no vivir en este barrio porque mis hermanos están creciendo y quiero algo más digno para ellos, que puedan salir y no les roben ni los maten.” Y concluye con esa mirada enigmática, entre triste y soñadora:
Lo que me pasó a mí fue en el momento justo en el lugar indicado y Dios me dio una segunda oportunidad. También haría algo por los cartoneros, les daría guantes para que no se corten. Lo único que sé es que quiero ser yo y no parecerme a nadie.”

 
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