lunes, 15 de octubre de 2007

Adicto al Trabajo


Por Dr.James Dobson

( AGENCIALAVOZ ) No hay nada malo en tener una pasión y un sueño. Sin embargo, es necesario mantener un equilibrio entre estas cosas y otros componentes valiosos de su vida: su familia y su relación con Dios son los principales.

Permítame ilustrar esa necesidad de mantener en su perspectiva correcta los diversos componentes de nuestra vida. En cierta ocasión leí en el periódico Los Angeles Times un artículo acerca de un hombre llamado J. R. Buffington. Su meta en la vida era que el limonero de su traspatio produjera limones que tuvieran un tamaño que rompiera todos los récords. Fertilizó el árbol con cenizas de su chimenea, estiércol de conejo y de cabra, unos cuantos clavos oxidados y mucha agua. Aquella primavera, el escuálido arbolito produjo dos limones gigantes, uno de los cuales pesaba más de dos kilos. Pero todos los demás limones del árbol estaban arrugados y deformes. El señor Buffington sigue trabajando por mejorar su fórmula.
¿No son así las cosas en la vida? Las grandes inversiones en un empeño determinado les tienden a robar su potencial a los demás. Yo preferiría tener un limonero repleto de limones jugosos, y no una cosecha extraña que rompa récords, ¿no le parece? La palabra de orden es equilibrio. Ésa es la clave para el éxito en el matrimonio... y en la crianza de los hijos.
Los cónyuges que llenan su vida con cantidades inagotables de trabajo están demasiado agotados para salir juntos a caminar, para compartir sus sentimientos más profundos, para comprender y satisfacer mutuamente sus necesidades. Este ritmo asfixiante predomina en millones de hogares, dejando rendidos e irritables a todos los miembros de la familia. El esposo trabaja horas extra para llevar más dinero a casa. La esposa tiene sus propias actividades llenas de agitación. Con frecuencia no les prestan atención a los hijos, y la vida sigue a toda velocidad en una rutina mortal. Hasta hay abuelos demasiado ocupados para cuidar de sus nietos. Este tipo de compromiso excesivo con el trabajo me parece el camino más corto a la destrucción de la familia. Sencillamente, tiene que haber una forma mejor de hacer las cosas.
Hace poco, unos amigos míos vendieron su casa y se trasladaron a un lugar más pequeño y menos costoso para que sus pagos fueran menores y se redujeran las horas de trabajo necesarias. Esta clase de descenso social es algo casi inaudito en la actualidad; casi es contrario a la mentalidad estadounidense. Sin embargo, cuando lleguemos al final de nuestra vida y volvamos la vista a las cosas que eran realmente más importantes, esas valiosas relaciones con las personas que amamos estarán en el primer lugar de la lista.
Si los amigos y la familia van a ser para nosotros un tesoro entonces, ¿por qué no vivir creyendo que lo son en el día de hoy? Tal vez éste sea el mejor consejo que yo le haya dado a nadie jamás, y también el más difícil de poner en práctica.
Así que, conserve su sueño y su pasión. Trabaje duro para lograr el éxito que anhela. Pero no deje que se convierta en un limón de dos kilos que destruya el resto de la cosecha. ¡Lo va a lamentar si lo hace!

 
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