ARGENTINA-. ( AGENCIALAVOZ ) El diario Clarín reflejó el crecimiento de la diversidad religiosa en Argentina. Según el Registro Nacional de Cultos, en los últimos 15 años se anotaron 900 nuevos credos, y la mayoría corresponde a diversas corrientes evangélicas
También sumaron muchos fieles las confesiones hinduistas, budistas, islámicas y algunos movimientos del judaísmo ortodoxo.
Los especialistas en religión Fortunato Mallimaci y Alejandro Frigerio coincidieron en señalar que el fenómeno responde al avance de las libertades individuales iniciado tras la recuperación democrática y a la búsqueda de espacios menos estructurados que los de las religiones tradicionales, con un estilo más directo y que enfatice el contacto personal con el mundo espiritual. "La gente quiere vivir su relación con Dios sin tantos intermediarios, y toma lo que le sirve de diversos cultos y prácticas", afirman.
El diezmo, fuente de polémica
Hay diversas iglesias evangélicas:
Los especialistas en religión Fortunato Mallimaci y Alejandro Frigerio coincidieron en señalar que el fenómeno responde al avance de las libertades individuales iniciado tras la recuperación democrática y a la búsqueda de espacios menos estructurados que los de las religiones tradicionales, con un estilo más directo y que enfatice el contacto personal con el mundo espiritual. "La gente quiere vivir su relación con Dios sin tantos intermediarios, y toma lo que le sirve de diversos cultos y prácticas", afirman.
El diezmo, fuente de polémica
Hay diversas iglesias evangélicas:
bautistas, metodistas, anglicanas, etc. Pero las que más crecieron en Argentina son las pentecostales, que expresan a más del 70% de la comunidad evangélica. Algunas, como Rey de Reyes, congregan 20.000 personas en sus oficios del fin de semana.
"Tenemos muchos años en el país. Calculá que somos el número 14 del Registro de Cultos", cuenta muy serio el pastor Claudio Freidzon, con la doble intención de presentarse y espantar los fantasmas de una impropia comparación entre su propuesta y las de las "iglesias televisivas". "Pertenecemos a ACIERA, que certifica con rigor los principios bíblicos y morales de sus miembros", subraya, a punto de iniciar una celebración en el imponente edificio de la calle Olazábal, a pasos de la avenida Cabildo.
En el mundo evangélico reconocen que algunos pastores no "siguen los pasos que Cristo ordena". Por eso la FECEP y la FAIE han rechazado la incorporación de la Iglesia Universal del Reino de Dios y de algunos pastores mediáticos a sus filas. "Creemos que algunos de sus actos contradicen las palabra de Dios", dice el Pastor Crimi.
Couto coincide: "No compartimos ciertas prácticas vinculadas a las cuestiones económicas".
El diezmo (la entrega a la iglesia del diez por ciento del salario de los fieles), cosecha más de una crítica. Pero los pastores lo explican con sencillez: "No tenemos, como los católicos, un aporte oficial que nos permita sobrevivir —dice Crimi—. Pero cada miembro de la comunidad aporta lo que puede".
LA FE DE LOS ARGENTINOS
Creen en el poder sanador de Jesús, pero entre ellos hay diferencias
Siete de cada diez credos admitidos en Argentina son evangélicos
Su crecimiento es vertiginoso: suman unos 4 millones de fieles y 2.650 entidades inscriptas en el Registro de Cultos. Entre ellas, 700 se anotaron desde 1990. Proponen una relación personal con Dios.
Muchos existen en el país desde hace más de cien años, pero su presencia se ha consolidado y expandido a niveles extraordinarios desde mediados de los 80. La acelerada reproducción de sedes y fieles evangélicos es, sin duda, el fenómeno religioso más resonante de la Argentina: desde 1990, se sumaron casi 700 nuevas entidades evangélicas al Registro Nacional de Cultos. Y hoy, con 2.650 ramas inscriptas, representan el 75% de las 3.634 religiones anotadas en el país.
Los evangélicos no tienen —como el catolicismo— una organización vertical y única, pero hay tres asociaciones que nuclean a las 12.000 congregaciones que, con diferencias varias, practican ese culto en el país: la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, que agrupa a las iglesias más tradicionales (en general, de origen europeo: luteranos, anglicanos, metodistas, etc.); la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (ACIERA), que representa comúnmente a iglesias más modernas y de origen norteamericano; y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FECEP), que nuclea a las iglesias pentecostales, que conforman más del 70 por ciento de la comunidad evangélica.
"Estimamos que en el país hay 4 millones de evangélicos distribuidos en 12.000 congregaciones, cifra que cobra más importancia si se tiene en cuenta que cada evangelista es un miembro activo en su religión. El 90 por ciento de los fieles hace actividades comunitarias, algo que no ocurre en otros cultos. Por eso, si bien somos la primera minoría religiosa, nuestro perfil de creyentes practicantes nos convierte en la mayoría religiosa del país", sostiene el pastor Rodolfo Couto, presidente de la FAIE.
No exagera. El sociólogo Fortunato Mallimacci asegura que "hay estudios que permiten estimar que 1 de cada 10 argentinos es evangelista, y que la cifra supera el 20 por ciento en los sectores más bajos". Además, dice, "la ligazón entre creer y participar es mayor entre los evangélicos que entre los católicos. Hasta la Iglesia acepta que sólo 6 por ciento de los fieles practica su religión".
El crecimiento evangélico responde, según Mallimacci, a que "mucha gente se siente contenida por estos grupos que hacen de la emoción la forma de relacionarse con Dios, y que enfatizan el contacto personal con el mundo espiritual". Otro estudioso del tema, Alejandro Frigerio, agrega: "Los evangélicos no se ocupan sólo del más allá: ponen la religión al servicio de lo cotidiano, algo que la gente aprecia en tiempos de crisis".
Más allá de la ¿circunstancial? coincidencia entre las nuevas demandas religiosas de los argentinos y la oportuna oferta de los evangélicos, los expertos reconocen que estos grupos —y sobre todo los pentecostales— crecieron también a fuerza de un compromiso social diario y persistente. Su tarea en las cárceles, su trabajo con los adictos, su asistencia ante problemas laborales o económicos y su cercanía con la gente les redituó un explosivo incremento en el número de fieles.
"Crecimos sobre todo gracias a las campañas de evangelización. Nosotros salimos a la calle, no esperamos a que la gente venga. Llamamos cuando alguien se enferma, lo vamos a visitar, le damos comida a quien se queda sin trabajo. La gente necesita contención y nosotros creemos que es el camino que marca la Biblia", comentó a Clarín el pastor Ciro Crimi, al frente de la FECEP.
Desde la Dirección de Cultos, Alicia Vázquez suma otra explicación: "Con la convicción de que Dios está en ellos, los fieles se sienten fortalecidos y a veces su vida cambia. En muchos casos los evangélicos les dan a las personas una pertenencia y una cierta posibilidad de ascenso social".
Los evangelistas enfatizan la relación personal con lo sagrado, con Jesús. No creen en la Virgen María, en los santos ni en las imágenes. Su estructura organizativa es horizontal y no tienen una autoridad máxima que interprete la Biblia: cada cual la lee y la vive según su propio criterio. Esa particularidad explica, según los pastores, por qué los grupos evangélicos crecen tanto como se dividen. "Nuestro jefe es la Biblia. No tenemos una conducción, un Papa, y eso produce divisiones. Pero las vivimos como un crecimiento: tienen que ver con la libertad", apunta Crimi.
Lo cierto es que la presencia evangélica se multiplica. "Hay iglesias en muchos lugares que antes no había, como en las villas —dice Vázquez—. En muchos barrios el pastor tiene una influencia importante en la comunidad". Una influencia, claro, que muchos políticos están mirando con interés. "En tiempos de elecciones los candidatos ven a la comunidad evangélica como un voto interesante, y muchos se acercan a los pastores, dan charlas en las iglesias y suman a algunos líderes a sus listas", agrega.
Además de 12.000 sedes, los evangélicos tienen más de 200 escuelas (y, próximamente, una universidad) y pastores que llenan el estadio de River igual que los Rolling Stones, como lo hizo en diciembre el predicador Dante Guebel, argentino, hincha de Boca.
La pregunta se impone: de mantenerse esta tendencia, ¿en unas cuantas décadas Argentina será evangélica? "Difícil —apunta Mallimacci—. La efervescencia del momento de la conversión no dura toda la vida. A esa etapa suelen seguirle la rutinización, el desencanto y nuevas búsquedas".
Los pastores celebran la buena convivencia interreligiosa. "Gozamos de una gran libertad, pero no tenemos igualdad —se queja Crimi—. Por eso luchamos por una personería jurídica religiosa. ¿Si hay que eliminar el subsidio estatal al culto católico? Creo que se debe ayudar a todos o a nadie", sentencia.
"Tenemos muchos años en el país. Calculá que somos el número 14 del Registro de Cultos", cuenta muy serio el pastor Claudio Freidzon, con la doble intención de presentarse y espantar los fantasmas de una impropia comparación entre su propuesta y las de las "iglesias televisivas". "Pertenecemos a ACIERA, que certifica con rigor los principios bíblicos y morales de sus miembros", subraya, a punto de iniciar una celebración en el imponente edificio de la calle Olazábal, a pasos de la avenida Cabildo.
En el mundo evangélico reconocen que algunos pastores no "siguen los pasos que Cristo ordena". Por eso la FECEP y la FAIE han rechazado la incorporación de la Iglesia Universal del Reino de Dios y de algunos pastores mediáticos a sus filas. "Creemos que algunos de sus actos contradicen las palabra de Dios", dice el Pastor Crimi.
Couto coincide: "No compartimos ciertas prácticas vinculadas a las cuestiones económicas".
El diezmo (la entrega a la iglesia del diez por ciento del salario de los fieles), cosecha más de una crítica. Pero los pastores lo explican con sencillez: "No tenemos, como los católicos, un aporte oficial que nos permita sobrevivir —dice Crimi—. Pero cada miembro de la comunidad aporta lo que puede".
LA FE DE LOS ARGENTINOS
Creen en el poder sanador de Jesús, pero entre ellos hay diferencias
Siete de cada diez credos admitidos en Argentina son evangélicos
Su crecimiento es vertiginoso: suman unos 4 millones de fieles y 2.650 entidades inscriptas en el Registro de Cultos. Entre ellas, 700 se anotaron desde 1990. Proponen una relación personal con Dios.
Muchos existen en el país desde hace más de cien años, pero su presencia se ha consolidado y expandido a niveles extraordinarios desde mediados de los 80. La acelerada reproducción de sedes y fieles evangélicos es, sin duda, el fenómeno religioso más resonante de la Argentina: desde 1990, se sumaron casi 700 nuevas entidades evangélicas al Registro Nacional de Cultos. Y hoy, con 2.650 ramas inscriptas, representan el 75% de las 3.634 religiones anotadas en el país.
Los evangélicos no tienen —como el catolicismo— una organización vertical y única, pero hay tres asociaciones que nuclean a las 12.000 congregaciones que, con diferencias varias, practican ese culto en el país: la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, que agrupa a las iglesias más tradicionales (en general, de origen europeo: luteranos, anglicanos, metodistas, etc.); la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (ACIERA), que representa comúnmente a iglesias más modernas y de origen norteamericano; y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FECEP), que nuclea a las iglesias pentecostales, que conforman más del 70 por ciento de la comunidad evangélica.
"Estimamos que en el país hay 4 millones de evangélicos distribuidos en 12.000 congregaciones, cifra que cobra más importancia si se tiene en cuenta que cada evangelista es un miembro activo en su religión. El 90 por ciento de los fieles hace actividades comunitarias, algo que no ocurre en otros cultos. Por eso, si bien somos la primera minoría religiosa, nuestro perfil de creyentes practicantes nos convierte en la mayoría religiosa del país", sostiene el pastor Rodolfo Couto, presidente de la FAIE.
No exagera. El sociólogo Fortunato Mallimacci asegura que "hay estudios que permiten estimar que 1 de cada 10 argentinos es evangelista, y que la cifra supera el 20 por ciento en los sectores más bajos". Además, dice, "la ligazón entre creer y participar es mayor entre los evangélicos que entre los católicos. Hasta la Iglesia acepta que sólo 6 por ciento de los fieles practica su religión".
El crecimiento evangélico responde, según Mallimacci, a que "mucha gente se siente contenida por estos grupos que hacen de la emoción la forma de relacionarse con Dios, y que enfatizan el contacto personal con el mundo espiritual". Otro estudioso del tema, Alejandro Frigerio, agrega: "Los evangélicos no se ocupan sólo del más allá: ponen la religión al servicio de lo cotidiano, algo que la gente aprecia en tiempos de crisis".
Más allá de la ¿circunstancial? coincidencia entre las nuevas demandas religiosas de los argentinos y la oportuna oferta de los evangélicos, los expertos reconocen que estos grupos —y sobre todo los pentecostales— crecieron también a fuerza de un compromiso social diario y persistente. Su tarea en las cárceles, su trabajo con los adictos, su asistencia ante problemas laborales o económicos y su cercanía con la gente les redituó un explosivo incremento en el número de fieles.
"Crecimos sobre todo gracias a las campañas de evangelización. Nosotros salimos a la calle, no esperamos a que la gente venga. Llamamos cuando alguien se enferma, lo vamos a visitar, le damos comida a quien se queda sin trabajo. La gente necesita contención y nosotros creemos que es el camino que marca la Biblia", comentó a Clarín el pastor Ciro Crimi, al frente de la FECEP.
Desde la Dirección de Cultos, Alicia Vázquez suma otra explicación: "Con la convicción de que Dios está en ellos, los fieles se sienten fortalecidos y a veces su vida cambia. En muchos casos los evangélicos les dan a las personas una pertenencia y una cierta posibilidad de ascenso social".
Los evangelistas enfatizan la relación personal con lo sagrado, con Jesús. No creen en la Virgen María, en los santos ni en las imágenes. Su estructura organizativa es horizontal y no tienen una autoridad máxima que interprete la Biblia: cada cual la lee y la vive según su propio criterio. Esa particularidad explica, según los pastores, por qué los grupos evangélicos crecen tanto como se dividen. "Nuestro jefe es la Biblia. No tenemos una conducción, un Papa, y eso produce divisiones. Pero las vivimos como un crecimiento: tienen que ver con la libertad", apunta Crimi.
Lo cierto es que la presencia evangélica se multiplica. "Hay iglesias en muchos lugares que antes no había, como en las villas —dice Vázquez—. En muchos barrios el pastor tiene una influencia importante en la comunidad". Una influencia, claro, que muchos políticos están mirando con interés. "En tiempos de elecciones los candidatos ven a la comunidad evangélica como un voto interesante, y muchos se acercan a los pastores, dan charlas en las iglesias y suman a algunos líderes a sus listas", agrega.
Además de 12.000 sedes, los evangélicos tienen más de 200 escuelas (y, próximamente, una universidad) y pastores que llenan el estadio de River igual que los Rolling Stones, como lo hizo en diciembre el predicador Dante Guebel, argentino, hincha de Boca.
La pregunta se impone: de mantenerse esta tendencia, ¿en unas cuantas décadas Argentina será evangélica? "Difícil —apunta Mallimacci—. La efervescencia del momento de la conversión no dura toda la vida. A esa etapa suelen seguirle la rutinización, el desencanto y nuevas búsquedas".
Los pastores celebran la buena convivencia interreligiosa. "Gozamos de una gran libertad, pero no tenemos igualdad —se queja Crimi—. Por eso luchamos por una personería jurídica religiosa. ¿Si hay que eliminar el subsidio estatal al culto católico? Creo que se debe ayudar a todos o a nadie", sentencia.