NÍGER-. ( AGENCIALAVOZ ) Uno de los ministerios clave de la Sociedad Bíblica de Nigeria, es el de proporcionarles apoyo a quienes solventan las necesidades físicas y espirituales de algunas de las personas en mayor desventaja de la sociedad, entre ellas los huérfanos y los que sufren de desnutrición o cualquier otra enfermedad.
En lugares como el Orfanato El Buen Samaritano, el Centro Betania y el Centro Cristiano para la Rehabilitación de los Marginados, la atención práctica se combina con un mensaje claro del Evangelio.
Los residentes de Koira Tegi, una aldea en las afueras de Niamey, se llevan muy bien con el pastor Phouhin Benoit, director del Orfanato El Buen Samaritano que las Asambleas de Dios establecieron en este lugar. Esta institución atiende a cuarenta y ocho niños.
Algunos son huérfanos, otros han sido abandonados por sus padres o estos no pueden atenderlos. «Nos aseguramos de que los niños sean educados y permanezcan con buena salud», explica el señor Benoit.
«Tratamos de crear un ambiente estable, parecido al ambiente normal de una casa. ¡Todos los niños son parte de una gran familia, y yo soy su padre!
«Como se trata de una institución de la iglesia, los niños crecen de una manera cristiana. Asisten a los cultos dominicales y a dos reuniones de oración durante la semana. Les encanta participar; pero necesitamos desesperadamente Biblias: solamente uno de nuestros niños tiene una Biblia completa, y solo unos cuantos tienen el Nuevo Testamento».
«Es un verdadero reto», admite el gerente de la Sociedad Bíblica, Abou Chaibou. «Por lo menos estos niños están atendidos: hay cerca de otros treinta mil en las calles de Niamey que tienen que defenderse por sí solos. No sé cómo podremos alcanzarlos».
Las Biblias escasean en el Centro Cristiano para la Rehabilitación de los Marginados en Banga Bana, también un suburbio de Niamey. Esther Son, misionera de SIM que vive en la casa siguiente, tiene mucho interés de que las jóvenes que ella ayuda no solo reciban una Biblia, sino que la ganen escribiendo a mano unos cuantos capítulos, o incluso todo un libro.
«Creo que uno debe pagar la Biblia o ganársela», explica. «Esto hará que uno la atesore. Hacer que las niñas escriban parte de la Biblia es una manera de verificar que realmente tienen interés de poseer su propia Biblia».
La señorita Son también habla del Evangelio cuando enseña tejido y costura. «Quiero ayudar a las jóvenes aquí a que sean mejores personas, y ocupen el lugar que les corresponde en la sociedad», afirma. «Están muy marginadas y tratamos de ayudarlas a vencer los retos a los que se enfrentan, de una manera digna».
Y no hay duda de que este método está teniendo un impacto positivo.
Los residentes de Koira Tegi, una aldea en las afueras de Niamey, se llevan muy bien con el pastor Phouhin Benoit, director del Orfanato El Buen Samaritano que las Asambleas de Dios establecieron en este lugar. Esta institución atiende a cuarenta y ocho niños.
Algunos son huérfanos, otros han sido abandonados por sus padres o estos no pueden atenderlos. «Nos aseguramos de que los niños sean educados y permanezcan con buena salud», explica el señor Benoit.
«Tratamos de crear un ambiente estable, parecido al ambiente normal de una casa. ¡Todos los niños son parte de una gran familia, y yo soy su padre!
«Como se trata de una institución de la iglesia, los niños crecen de una manera cristiana. Asisten a los cultos dominicales y a dos reuniones de oración durante la semana. Les encanta participar; pero necesitamos desesperadamente Biblias: solamente uno de nuestros niños tiene una Biblia completa, y solo unos cuantos tienen el Nuevo Testamento».
«Es un verdadero reto», admite el gerente de la Sociedad Bíblica, Abou Chaibou. «Por lo menos estos niños están atendidos: hay cerca de otros treinta mil en las calles de Niamey que tienen que defenderse por sí solos. No sé cómo podremos alcanzarlos».
Las Biblias escasean en el Centro Cristiano para la Rehabilitación de los Marginados en Banga Bana, también un suburbio de Niamey. Esther Son, misionera de SIM que vive en la casa siguiente, tiene mucho interés de que las jóvenes que ella ayuda no solo reciban una Biblia, sino que la ganen escribiendo a mano unos cuantos capítulos, o incluso todo un libro.
«Creo que uno debe pagar la Biblia o ganársela», explica. «Esto hará que uno la atesore. Hacer que las niñas escriban parte de la Biblia es una manera de verificar que realmente tienen interés de poseer su propia Biblia».
La señorita Son también habla del Evangelio cuando enseña tejido y costura. «Quiero ayudar a las jóvenes aquí a que sean mejores personas, y ocupen el lugar que les corresponde en la sociedad», afirma. «Están muy marginadas y tratamos de ayudarlas a vencer los retos a los que se enfrentan, de una manera digna».
Y no hay duda de que este método está teniendo un impacto positivo.
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