martes, 6 de noviembre de 2007

Ayudando a las madres solteras



Por Dr James Dobson



( AGENCIALAVOZ ) Tengo a una amiga que protege a sus hijos como si estuvieran en un peligro mortal. A mí me parece muy exagerada. ¿Quién le parece que tenga la razón? Hace dos décadas, yo le habría sugerido que les diera un poco de libertad, porque el exceso de protección crea en los hijos algunos problemas característicos.

Sin embargo, hoy en día le tengo que dar la razón a su amiga. El ambiente en el que crecen los niños ha cambiado de forma drástica en los años recientes. Hay una serie de peligros inconcebibles de los que casi ni se había oído hablar hace una generación, y que se encuentran en nuestras escuelas y calles. Las familias de ayer no se preocupaban demasiado acerca de los tiroteos desde los automóviles, las drogas ilegales, los pervertidores de menores y los secuestradores. Cuando yo era muchacho, al principio de la década de los cincuenta, mis padres estaban más preocupados por una enfermedad llamada poliomielitis, que por todas las fuentes de violencia combinadas. A los diez años, yo andaba con toda libertad por todo el pueblo. Si me atrasaba media hora en llegar a casa para cenar, el hogar de los Dobson no se dejaba dominar por el pánico. En cambio, ahora nos preocupamos hasta cuando nuestros niños están jugando en el patio delantero de la casa. De hecho, la pequeña Polly Klaas fue raptada en 1993 en su propia habitación, donde estaba rodeada de amigos, y después fue brutalmente asesinada para satisfacer el perverso placer de su asesino. Cuando se conoció aquella terrible noticia, todos los padres de Estados Unidos que aman a sus hijos se estremecieron de terror. Tres años más tarde, la hermosa pequeña JonBenet Ramsey, de seis años, fue atacada sexualmente y golpeada hasta morir en el sótano de su propia casa en la noche de Navidad de 1996. Entre estas dos tragedias, y en los años posteriores, son decenas de miles los niños que han sido raptados y asesinados. Durante el tiempo que estuve trabajando en la Junta del Procurador General de los Estados Unidos sobre Niños Desaparecidos y Explotados, me sentí desesperado al ver lo que les estaba sucediendo a tantos niños y niñas inocentes.
Hubo un tiempo en que la cultura intercedía a favor de los niños, para protegerlos de todo lo que fuera dañino o inmoral. Se censuraban las películas, se supervisaba la música, y las parejas jóvenes siempre iban acompañadas por alguien. En cambio, esta generación es puesta en contacto con toda clase de maldad y de violencia. Hay algunos niños y niñas que viven en una zona de combate. De hecho, en los Estados Unidos, un niño tiene quince veces más probabilidades de morir por arma de fuego, que uno que viva en Irlanda del Norte. Al año, hay en los Estados Unidos más niños que son víctimas de disparos, que policías. En algunos barrios pobres de las grandes ciudades, los padres hacen que sus hijos duerman en bañeras para protegerlos de las balas perdidas que atraviesan las paredes. Algunas madres mantienen a sus pequeños atados a una corta correa cuando andan con ellos por los centros comerciales, para protegerlos de los abusadores en potencia. A los preescolares se les instruye, para su sorpresa, en la forma de gritar cuando se les acerque una persona extraña, e informar cuando los toquen de manera indebida. Muchos niños pasan las horas posteriores a la escuela detrás de puertas con candados y ventanas con barrotes. Así son las cosas en muchas naciones occidentales hoy, y sobre todo, en los Estados Unidos.
¿Cómo puede usted, como padre o madre, proteger a sus valiosos hijos?

¡Vigilándolos en todo momento! Nunca los deje al cuidado de nadie que no conozca personalmente, y no esté seguro de que puede confiar en él o ella. No permita que sea un varón adolescente el que le cuide a sus niñas. Sé que esta recomendación se presta a controversias, pero he visto demasiados casos trágicos de abusos que han sido consecuencia de la adolescencia masculina y de la curiosidad sexual que es típica de esa edad. Vaya con sus hijos hasta la escuela o el autobús, y recójalos también. Recójalos puntualmente. Esté alerta ante cualquier forma de conducta extraña que sea señal de abuso o acoso sexual por parte de vecinos o de personas dedicadas a cuidar niños. Protéjalos todo el tiempo.
¿Le parece que son demasiadas precauciones?


Basta con que recuerde esto: El pedófilo promedio abusa de ciento cincuenta niños en el transcurso de su vida. Lo típico de cada explotación sexual es que dure unos siete años, antes de que la verdad salga a la luz. Con frecuencia, los niños se sienten demasiado intimidados para pedir ayuda. No deje que uno de estos abusadores llegue a tocar a sus hijos.
En cuanto a sus propias ansiedades, le sugiero que las lleve al Señor en oración. Él ama a sus hijas más que usted misma, y yo estoy seguro de que la ayudará a cuidar de ellas. Mantenga sus nombres ante Él todos los días en su oración. Comprométase a interceder, no sólo por su seguridad física, sino también por su bienestar espiritual. Entonces, cuando haya hecho todo lo que esté a su alcance para ser una buena madre, ponga a sus hijas en las manos de Dios y deje que Él la ayude a llevar el peso de esa responsabilidad.

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Blogger Templates