domingo, 25 de noviembre de 2007

¿Deforman inevitablemente los traumas infantiles a una persona adulta?


Por Dr James Dobson


( AGENCIALAVOZ ) No. Se sabe bien que una niñez difícil deja a algunas personas heridas y en desventaja, pero a otras les sirve para que alcancen grandes logros y el éxito. La diferencia parece ser una función de temperamentos individuales y recursos.


En un estudio clásico, realizado por Victor y Mildred Goertzel, titulado: Cradles of Eminence [Cunas de la eminencia], se investigaron los antecedentes familiares de 400 personas que habían logrado el éxito. Los investigadores trataron de identificar las experiencias de los primeros años de vida que pudieron haber contribuido a que lograron un éxito extraordinario. Todas eran personas bien conocidas por sus logros, tales como: Einstein, Freud, Churchill, y muchas otras.
Los antecedentes de estas personas resultaron ser muy interesantes. Tres cuartas partes habían tenido una niñez llena de dificultades. Provenían de familias sumidas en la pobreza, y de padres divorciados, o que abusaban de ellos. Una cuarta parte tenía impedimentos físicos. La mayoría de los que llegaron a ser escritores y dramaturgos habían visto a sus propios padres o madres enredados en dramas sicológicos de una clase u otra. Los investigadores concluyeron que la necesidad de compensar sus desventajas fue un factor principal en sus esfuerzos por el logro personal. Uno de los mejores ejemplos de este fenómeno fue la vida de Eleanor Roosevelt, quien fue Primera Dama de los Estados Unidos. Se quedó huérfana a los diez años, y sufrió una niñez de angustia absoluta. Era muy poco atractiva y nunca sintió que realmente pertenecía a alguien. Según Victor Wilson, de Newhouse News Service [Servicio de Noticias Newhouse]: "Ella era una joven introvertida, sin sentido del humor e increíblemente tímida, incapaz de superar su inseguridad personal y que estaba convencida de su propia insuficiencia". Sin embargo, el mundo sabe que la señora del presidente Roosevelt se liberó de sus cadenas emocionales. Como dijo Wilson: "...de alguna fuente interna, la señora de Roosevelt se llenó de un valor fuerte e inquebrantable, templado por un dominio propio y una autodisciplina sorprendentes..." Esa "fuente interna" tiene otro nombre apropiado: ¡compensación!
Obviamente, la actitud de uno hacia un impedimento, determina el impacto que éste tendrá en su vida. Se ha hecho popular echarles la culpa del comportamiento irresponsable a las circunstancias adversas. Por ejemplo, la pobreza causa el crimen, los hogares divididos producen la delincuencia juvenil, y una sociedad enferma impone la drogadicción en sus jóvenes. Hay algo de verdad en esta idea, porque las personas que se encuentran en esas circunstancias difíciles son más propensas a comportarse en maneras destructivas, pero no están obligadas a hacerlo así. Decir que las condiciones adversas "causan" la conducta irresponsable es quitar toda responsabilidad de los hombros del individuo. Esta es una excusa falsa. Cada uno de nosotros tiene que decidir lo que hará con sus sentimientos internos de inferioridad o con la adversidad externa.
La aplicación a una familia individual debe ser obvia. Si un niño ha atravesado por una experiencia traumática o tiene algún impedimento físico, sus padres no deben perder las esperanzas. Necesitan identificar los puntos fuertes y las habilidades naturales de su hijo o hija, que se pueden usar para superar el obstáculo. El problema que hoy parece tan formidable, podría convertirse mañana en la inspiración para la grandeza.

 
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