viernes, 30 de noviembre de 2007

Usted y su adolescente (Segunda parte)


Por Michael Ross



( AGENCIALAVOZ ) He aquí algunas sugerencias que le ayudarán a equilibrar su tiempo de manera apropiada, para expresar su amor e invadir el mundo de su hijo o hija adolescente (sin invadir el espacio de él o de ella).
Comparta algunos momentos “locos”. No deje que su hijo sea relegado a un segundo plano en su recargado horario. Despeje su calendario para los fines de semana y diviértanse. Un simple cambio de ritmo es un gran liberador de tensión, y los recuerdos que tendrán durarán toda una vida.


¿No está seguro sobre lo qué hacer? Las posibilidades son infinitas: cenar en un buen restaurante, ir a un juego de hockey , jugar en los autitos de carrera, ir a un gimnasio. Una mamá hizo reservaciones en un hotel para ella y su hija de quince años, y luego se pasaron todo el día yendo de compras y la mitad de la noche viendo películas, comiendo comidas rápidas y hablando. Tome interés en el mundo de su hijo adolescente. Piense en sus años de adolescente. ¿Qué cosas eran importantes para usted? Las cosas que significaban mucho para usted, sacar una buena nota en su examen de matemáticas, encontrar un grupo de amigos, que lo eligieran para el equipo deportivo de la escuela, son similares a las cosas que son importantes para su hijo o hija adolescente ahora.
Invítelos a que participen en su mundo. A los adolescentes con los que trabajo les encanta saber de mi trabajo y de las presiones que enfrento como adulto. También disfrutan viendo mis antiguos anuarios, o más bien, riéndose de ellos.
Dejarlos que participen en mi mundo a menudo prende la chispa para algunas buenas conversaciones acerca de las diferencias generacionales y los tipos de problemas con lo que yo traté cuando era adolescente. A su vez, los adolescentes comparten las cosas que los incomodan a ellos.
Afírmelos a diario. Los adolescentes necesitan con regularidad escuchar palabras de aliento de sus padres. Melissa, de catorce años, quien recientemente se había roto el brazo, recibió algo de esa muy necesitada afirmación en el momento preciso. “Sé que mis padres me aman porque mientras estaba pasando por un momento tan malo tratando de mantenerme al día con mi trabajo escolar, ellos me alentaron. Nunca me obligaron a hacer mis tareas cuando no me sentía bien, sino que me decían que podía hacerlas después. Me decían que estaban muy orgullosos de que yo estuviera esforzándome tanto”.
Considere esto: Cuando los adolescentes tienen el valor de compartir algo íntimo, ¿qué es lo que inicialmente están buscando? Aceptación y afirmación. Si usted le confiesa algo a Dios, ¿qué recibe? Aceptación y afirmación.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:15-16).
¿Quiere que su hijo o hija adolescente confíe a usted? Imite la forma en que Cristo nos trata en nuestros momentos de confesión.
Fortalezca la fe de su hijo o de su hija a diario. “La pintura sigue fresca, y tú todavía estás en construcción. Pero date una buena mirada analítica en el espejo. ¡Dios está creando una obra maestra en ti!”
Trato de inculcar ese importante trocito de aliento en los adolescentes con los que trabajo, especialmente cuando cometen errores en su caminar con Cristo. Aunque la mayoría de los adolescentes sabe que Dios perdona, sus corazones no captan cuánto Dios está de su lado. Dios no está apuntando Su dedo hacia nosotros cuando hacemos algo mal. Más bien, nos levanta, nos desempolva, nos alienta a seguir tratando, y nos señala hacia adelante y hacia arriba. Así es cómo la gracia funciona para el creyente: nos motiva a seguir avanzando. Nos estancamos cuando no comprendemos Su gracia.
Abrácelos a menudo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que usted abrazó a su hijo o hija adolescente sólo porque sí? Debemos ser pródigos en abrazar, besar y acariciar con ternura. Sin embargo, demasiados padres se retraen cuando sus hijos entran en la adolescencia. Es verdad que usted necesita ser más sensible en cuanto a las ocasiones en que da abrazos. El demostrar afecto a su hijo o hija adolescente en el centro comercial, por ejemplo, probablemente está prohibido, pero asegúrese de darle una dosis diaria de contacto físico.
Sea vulnerable. No tema admitir sus debilidades. Está bien admitir que las sus acciones no siempre encuadran con sus convicciones. Demasiado a menudo, pensamos que con decir las palabras: “Me equivoqué”, somos de alguna manera más débiles. De hecho, exactamente lo contrario es cierto. Un adolescente admira a alguien que tiene el valor de admitir sus errores.
Ore a diario por sus hijos. Cuando una situación parece imposible con su hijo o hija adolescente, cuando usted siente que no da más, acuérdese de algunos cuantos hechos:
La oración es poderosa. Es comunicación íntima con nuestro Dios eterno. ¡Imagine eso! El Creador del universo nos da la bienvenida a Su presencia. Y a Él le preocupa cada detalle de nuestras vidas, especialmente las presiones de criar a un adolescente.
La oración es un don del Señor y la obra del Espíritu Santo. Es la llave para recibir poder y es la piedra angular de un hogar saludable y dinámico.
La oración es la herramienta única y la más efectiva para alcanzar a la juventud. Después de todo, Dios es el que cambia vidas. Su amor por su hijo o hija va más allá de lo que usted puede comprender. Entregue a su adolescente al Padre celestial en oración, y confíe en que Él llevará a su joven hijo o hija a través del mundo al revés de los adolescentes. Como padre o madre de un adolescente, usted probablemente se ha preguntado por qué su joven hijo o hija no le pide consejo. ¿Por qué no parece valorar su opinión ni depositar su confianza en lo que usted dice? Visite la tercera parte de esta serie para encontrar el por qué.

 
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