domingo, 30 de diciembre de 2007

Evangélicos entre la fe y la deportación


Nueva York -. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Martina Feliz no tiene duda de sus convicciones religiosas. Hace varios años asiste a la Iglesia Hispana de la Comunidad, un pequeño templo evangélico en una zona industrial de Long Island City, Queens, donde cada domingo, en medio de cantos y oraciones, el pastor Andy Torres le recuerda a ella y a otra veintena de feligreses la palabra de la Biblia.


Feliz, de origen dominicano y ciudadana estadounidense hace siete años, sabe que para estas elecciones presidenciales debería estar mirando cuales son las posiciones de los candidatos frentes al aborto y las uniones homosexuales, temas que en general deciden el voto evangélico. Sin embargo, desde hace tres meses lo que más le preocupa es lo que digan sobre inmigración.
“¿Te digo la verdad? Para mi el aborto es algo que me afecta mucho. Pero cuando tu ves en la televisión tantas familias afectadas por las deportaciones, los niños llorando por la falta de sus padres y como ese miembro que mantenía esa familia ya no está, tu dices Dios Mio!, esto no puede ser”.
Lo que Feliz había visto en la televisión ahora lo vive en carne propia. Hace tres meses agentes de Inmigración llegaron hasta la casa de su hija en Florida y se llevaron a su yerno Enrique. Luego fue deportado a República Dominicana. Su hija y su pequeña nieta de 7 meses se quedaron solas.
“Ese fue un día terrible para mi”, recuerda Feliz que teme que la separación forzosa de la familia de su hija termine en un divorcio. “Yo me sentía destrozada de oír a mi hija y a la bebita llorar el día entero”.
Feliz dice que va a votar por la demócrata Hillary Clinton quien ha hablado de favorecer una reforma migratoria, aunque la senadora por Nueva York esté a favor de las uniones entre personas del mismo sexo y el aborto.
Feliz sabe que su voto desafía los postulados de su iglesia, pero a medida que se endurece el discurso en contra de la inmigración por parte de los aspirantes a la presidencia, muchos evangélicos hispanos que tradicionalmente han entregado su voto a ciegas al partido republicano, empiezan a contemplar otras posibilidades.
“Yo amo a los immigrantes porque fui un indocumentado, y yo se lo que es eso en esta nación”, dijo Abraham Rodríguez, de la Iglesia Pentecostal de la asamblea de Dios en Washington Heights, quien dice que también votará por Clinton.
Rodríguez llegó hace 18 años a los Estados Unidos atravesando en una improvisada embarcación el Canal de la Mona entre República Dominicana y Puerto Rico.
“Lo hice peleando con los tiburones, pero Dios me libró de la muerte”, explica Rodríguez que posteriormente se casó con una ciudadana americana y recibió su ciudadanía en 2002.
La filiación de los evangélicos latinos con las ideas republicanas tuvo su auge en las elecciones presidenciales de 2004, cuando el presidente George W. Bush recibió el 40% del voto latino, frente al 34% en el 2000. El aumento estuvo liderado por el voto evangélico, según distintos análisis.
Sin embargo, cifras más recientes muestran que las cosas han cambiado entre la población hispana. El Pew Hispanic Center reporta que entre julio de 2006 y octubre de 2007 los votantes latinos pasaron de 49% demócratas y 28% republicanos a 57% y 23%, respectivamente, lo que representa una ganancia de 13 puntos para el bando demócrata.
Pese a la creciente preocupación de los latinos por el tema migratorio, algunos de los líderes religiosos (y políticos) más influyentes de la ciudad se mantienen inamovibles en sus prioridades.
“El principal problema del ministerio hispano en esta ciudad es el de la inmigración”, reconoció Rubén Díaz, pastor pentecostés y senador de Nueva York. Según él, más de la mitad de quienes asisten a las iglesias evangélicas son indocumentados.
Sin embargo para Díaz, un supuesto beneficio migratorio no puede ser razón para ceder en los principios morales de su religión.
La semana pasada el senador convocó a un desayuno de la Asociación de Ministros y Pastores Hispanos de Nueva York, que agrupa a más de 150 iglesias evangélicas de la ciudad, y la cual él preside. Frente a 130 pastores evangélicos de los cinco condados, Díaz anunció su apoyo al candidato republicano Mike Huckabee, un pastor bautista que de ser un ilustre desconocido ha pasado en pocos meses a ser favorito para la nominación republicana en varios estados.
“Mis principios bíblicos son lo más importante, por encima de mi familia, de mi esposa y de mis hijos”, dijo ese día en El Bronx el senador Díaz y exaltó que con Huckabee era la primera vez que un pastor evangélico corría para presidente.
“Creo totalmente que el fundamento como cristiano está por encima del problema migratorio”, manifestó el reverendo Roque Rodríguez, quien aunque está registrado como demócrata también apoyará al ex gobernador Huckabee. Su mayor preocupación es que lleguen jueces liberales a la Corte Suprema de Justicia, donde se dirimen pleitos sobre aborto y otros temas morales.
Las diferencias con la línea más ortodoxa se da no sólo entre pastores y feligreses, sino al interior de las mismas familias. Empezando por la del propio Reverendo Díaz. Uno de sus principales opositores políticos es su propio hijo, el asambleísta Rubén Díaz Jr.
“El respeta mis posiciones y yo respeto las suyas aunque quizás él sea más devoto como cristiano que yo y que hagamos parte de dos generaciones distintas”, dijo Díaz Jr., de 34 años y quien también apoya a la senadora Clinton.
A medida que nuevos temas acaparen las discusiones de las campañas —como la inmigración lo ha hecho hasta ahora— es probable que muchos electores que estaban aferrados un tópico para hacer su elección, le den más valor a otros asuntos.
Después de todo, el fundamentalista cristiano Pat Robertson, tele-evangelista anti-aborto respalda ahora a Rudy Giuliani, quien está a favor del aborto. Robertson se justificó y dijo que combatir el terrorismo era más importante que las inquietudes sobre el aborto

 
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