20:17:00
Por Dr. James Dobson
( AGENCIALAVOZ ) Comparto su preocupación. En algunos de los dibujos animados y los juguetes de hoy hay una tendencia hacia una clase de violencia que yo veo como un peligroso alejamiento de los juegos de combate más tradicionales a los que siempre se han dedicado los varoncitos. Una de las cosas es que los personajes tienden a ser adultos, dedicados a actividades de adultos, algunas de las cuales son altamente dudosas.
No me parece que sean modelos adecuados para unos niños pequeños impresionables. Los escenarios son míticos o futuristas, y con frecuencia la acción gira alrededor de la superstición, la brujería y la magia. Por estas razones, me preocupan, tanto por razones sicológicas como por razones espirituales.
Los medios de comunicación electrónicos tienen un poder increíble para "venderles" estos dudosos héroes y sus hazañas a nuestros hijos. Hay estudios que han medido los cambios fisiológicos reales que se producen cuando los niños están viendo un programa de televisión o una película donde haya violencia: el pulso se acelera, los ojos se dilatan, las manos sudan, la boca se seca y se acelera la respiración. Debería ser evidente que este tipo de "espectáculo" deja una profunda huella emocional, sobre todo si se repite con suficiente frecuencia. Los juguetes que se venden como "derivados" de este tipo de programa, sólo sirven para reforzar o extender estos efectos negativos. Más aun, no hay en estos productos ningún componente positivo, saludable ni educativo que equilibre la situación.
Por este motivo, nuestra organización, Enfoque a la Familia, y otras más, han hecho grandes inversiones en videos de alta calidad y otros materiales para niños. Les debemos proporcionar alternativas a las familias que quieran que sus hijos disfruten de espectáculos sanos, pero están decididas a protegerlos de la cultura popular. Seguiremos haciendo cuanto podamos por satisfacer esa necesidad.
PREGUNTA: Yo no creo que influir en los jovencitos sea tan fácil como usted dice. Lo que ellos vean no tiene que ser necesariamente determinante para su conducta.
Los medios de comunicación electrónicos tienen un poder increíble para "venderles" estos dudosos héroes y sus hazañas a nuestros hijos. Hay estudios que han medido los cambios fisiológicos reales que se producen cuando los niños están viendo un programa de televisión o una película donde haya violencia: el pulso se acelera, los ojos se dilatan, las manos sudan, la boca se seca y se acelera la respiración. Debería ser evidente que este tipo de "espectáculo" deja una profunda huella emocional, sobre todo si se repite con suficiente frecuencia. Los juguetes que se venden como "derivados" de este tipo de programa, sólo sirven para reforzar o extender estos efectos negativos. Más aun, no hay en estos productos ningún componente positivo, saludable ni educativo que equilibre la situación.
Por este motivo, nuestra organización, Enfoque a la Familia, y otras más, han hecho grandes inversiones en videos de alta calidad y otros materiales para niños. Les debemos proporcionar alternativas a las familias que quieran que sus hijos disfruten de espectáculos sanos, pero están decididas a protegerlos de la cultura popular. Seguiremos haciendo cuanto podamos por satisfacer esa necesidad.
PREGUNTA: Yo no creo que influir en los jovencitos sea tan fácil como usted dice. Lo que ellos vean no tiene que ser necesariamente determinante para su conducta.
RESPUESTA: Veámoslo de la siguiente forma. A principios de los años ochenta, la película más popular fue una de ciencia ficción llamada E.T. The Extra-Terrestrial ["E. T., el extraterrestre"]. En ella había una breve escena en la cual se le daban a la pequeña criatura del espacio exterior unos pedazos del dulce Reese's Pieces. No se mencionaba su nombre, pero los niños lo reconocían durante los pocos segundos que estaba en la pantalla. En los meses siguientes, la venta de Reese's Pieces aumentó de forma increíble. ¿No es esto un claro ejemplo de la influencia que tiene una película en el pensamiento de los jovencitos?
¿Por qué gastan miles de millones de dólares los publicistas para poner ante el público sus productos, si lo que vemos y oímos no influye sobre nuestra conducta? ¿Por qué compran las escuelas y universidades los libros de texto para los jovencitos y los adultos jóvenes, si lo que leen no se convierte en influencia de una u otra forma? ¡Por supuesto que los jovencitos son vulnerables a lo que presencian! Todos lo somos. Y es mucho mayor la huella que dejan las presentaciones dramáticas musicales y teatrales sin limitaciones de ningún tipo y con orientación sexual, dirigidas al corazón y el alma de nuestros hijos. ¿A quién estamos tratando de engañar cuando decimos que las peores de estas cosas no les hacen daño?
