EE.UU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Desde su infancia, Carlos Ray Norris soñaba con ser un héroe como John Wayne. Sin embargo los problemas de alcoholismo de su padre y su tremenda timidez amenazaban con desdibujar ese sueño. Pero gracias al buen ejemplo de su madre, quien le inculcó los valores cristianos desde temprana edad, Norris logró consolidarse como deportista y actor. Hasta llegar a ser séxtuple campeón mundial de karate y formar parte de la escena de Hollywood compartiendo cartel con el mítico Bruce Lee.
Hoy con 65 años, el hombre que se popularizó por protagonizar la serie televisiva Walker, Texas Ranger, acaba de lanzar su autobiografía que lleva como título: Contra viento y marea.
En este libro, Chuck Norris cuenta entre otras cosas los pormenores de su niñez y cómo la fe materna lo ayudo a sobreponerse en medio de la adversidad. «Mi padre fue un ejemplo negativo. Él era la clase de persona que yo no quería llegar a ser, un ejemplo muy malo que debía ser evitado. Mi madre, por otro lado, era tan cariñosa y amorosa que de alguna forma compensaba los defectos de mi padre. Ella nunca se permitió a sí misma deprimirse o decaer. Aun cuando tuvimos una vida muy dura, siempre mantuvo la fe en Dios». Y agrega: «Su fe formó mi carácter y se convirtió en una parte integral de mi vida. Su fe se convirtió en la mía y aun cuando no lo sabía en ese momento, me doy cuenta ahora que mi fe en Dios fue lo que me dio el fundamento de mi fuerza interna». De pequeño, Chuck debió afrontar un panorama poco alentador. «El ático de nuestra casa se convirtió en el basurero de mi padre. Un día miré en el ático y nunca olvidaré la escena. Literalmente, cientos de botellas de vino vacías se encontraban regadas por todo el ático. Cada una de esas botellas simbolizaba otra parte de nuestras vidas que mi padre había echado a la basura». Sin embargo, la fe ayudó a fortalecer a su familia en medio de tanta adversidad. «Mamá, Wieland y yo asistíamos a la Iglesia Bautista Calvario, que quedaba cerca de nuestra casa. Yo estaba muy involucrado en las actividades de la iglesia, le entregué mi vida a Jesús y fui bautizado cuando tenía doce años.»
Con el paso del tiempo, Norris dejó enfriar su fe. Hasta que algo especial sucedió en su juventud durante una cruzada del evangelista Billy Graham: «Cuando Billy Graham invitó a los que estábamos en el estadio a bajar al altar para pedir perdón por nuestros pecados y a darle nuestras vidas a Jesús, me levanté rápidamente. Aún si mi madre y mis hermanos no hubieran bajado, yo lo habría hecho de todas formas. No sé si lo que hice fue una afirmación intelectual al evangelio o una reconciliación con la fe que abrazaba cuando niño. Todo lo que sé es que desde esa noche en adelante entendí que mi vida estaba en las manos de Dios y creí, tal como mi madre me decía (aún lo hace) que “Dios tiene planes para mí”. Allí estaba yo en medio de un millar de personas escuchando al señor Graham explicando el plan de salvación de Dios». Años después, vino el éxito en las artes marciales y su fama en la escena cinematográfica.
Hoy Chuck Norris continúa su labor social por medio de su fundación «Kick Start» en la que instruye a 6.000 niños por año, a la cual donará todas las ganancias de su libro. «Ciertamente, la guía de Dios —reconoce Norris— fue la que me llevó a alcanzar las metas que me propuse. Yo pienso que Dios me dio la capacidad para ser un campeón mundial de karate y tener éxito en mi carrera cinematográfica para que así pudiera ayudar a los chicos que se encuentran en peligro». Mientras culmina una película para televisión sobre Walker Texas Ranger, el actor tiene muy presente cuál es la verdadera esencia de la vida: «Es importante hacer las paces con Dios mientras haya oportunidad. La vida es tan frágil, que nunca se sabe cuándo terminará. Y tal vez sea tarde para buscar a Cristo y su regalo de salvación
Hoy con 65 años, el hombre que se popularizó por protagonizar la serie televisiva Walker, Texas Ranger, acaba de lanzar su autobiografía que lleva como título: Contra viento y marea.
En este libro, Chuck Norris cuenta entre otras cosas los pormenores de su niñez y cómo la fe materna lo ayudo a sobreponerse en medio de la adversidad. «Mi padre fue un ejemplo negativo. Él era la clase de persona que yo no quería llegar a ser, un ejemplo muy malo que debía ser evitado. Mi madre, por otro lado, era tan cariñosa y amorosa que de alguna forma compensaba los defectos de mi padre. Ella nunca se permitió a sí misma deprimirse o decaer. Aun cuando tuvimos una vida muy dura, siempre mantuvo la fe en Dios». Y agrega: «Su fe formó mi carácter y se convirtió en una parte integral de mi vida. Su fe se convirtió en la mía y aun cuando no lo sabía en ese momento, me doy cuenta ahora que mi fe en Dios fue lo que me dio el fundamento de mi fuerza interna». De pequeño, Chuck debió afrontar un panorama poco alentador. «El ático de nuestra casa se convirtió en el basurero de mi padre. Un día miré en el ático y nunca olvidaré la escena. Literalmente, cientos de botellas de vino vacías se encontraban regadas por todo el ático. Cada una de esas botellas simbolizaba otra parte de nuestras vidas que mi padre había echado a la basura». Sin embargo, la fe ayudó a fortalecer a su familia en medio de tanta adversidad. «Mamá, Wieland y yo asistíamos a la Iglesia Bautista Calvario, que quedaba cerca de nuestra casa. Yo estaba muy involucrado en las actividades de la iglesia, le entregué mi vida a Jesús y fui bautizado cuando tenía doce años.»
Con el paso del tiempo, Norris dejó enfriar su fe. Hasta que algo especial sucedió en su juventud durante una cruzada del evangelista Billy Graham: «Cuando Billy Graham invitó a los que estábamos en el estadio a bajar al altar para pedir perdón por nuestros pecados y a darle nuestras vidas a Jesús, me levanté rápidamente. Aún si mi madre y mis hermanos no hubieran bajado, yo lo habría hecho de todas formas. No sé si lo que hice fue una afirmación intelectual al evangelio o una reconciliación con la fe que abrazaba cuando niño. Todo lo que sé es que desde esa noche en adelante entendí que mi vida estaba en las manos de Dios y creí, tal como mi madre me decía (aún lo hace) que “Dios tiene planes para mí”. Allí estaba yo en medio de un millar de personas escuchando al señor Graham explicando el plan de salvación de Dios». Años después, vino el éxito en las artes marciales y su fama en la escena cinematográfica.
Hoy Chuck Norris continúa su labor social por medio de su fundación «Kick Start» en la que instruye a 6.000 niños por año, a la cual donará todas las ganancias de su libro. «Ciertamente, la guía de Dios —reconoce Norris— fue la que me llevó a alcanzar las metas que me propuse. Yo pienso que Dios me dio la capacidad para ser un campeón mundial de karate y tener éxito en mi carrera cinematográfica para que así pudiera ayudar a los chicos que se encuentran en peligro». Mientras culmina una película para televisión sobre Walker Texas Ranger, el actor tiene muy presente cuál es la verdadera esencia de la vida: «Es importante hacer las paces con Dios mientras haya oportunidad. La vida es tan frágil, que nunca se sabe cuándo terminará. Y tal vez sea tarde para buscar a Cristo y su regalo de salvación
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