domingo, 9 de marzo de 2008

SEÑALES DE LOS ULTIMOS TIEMPOS


Por Ps.Hugo Baravalle

Presidente de ACIERA


ARGENTINA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Hay una pregunta que flota en el aire en todas las épocas de la humanidad. ¿Cuándo será el fin? ¿Cómo será? ¿Cómo nos daremos cuenta de que se acerca? Esto no fue la excepción en los tiempos de Jesús. Según vemos en San Mateo 24:3, sus discípulos también querían saber: «Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”


Respondiendo Jesús, les dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo’; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”». En San Lucas 21:25, dice: «Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca». Estas son señales de la cercanía del fin de los tiempos. La Palabra de Jesús es una Palabra de autoridad para todas las generaciones. Además de las otras cosas de las que mencionó Jesús, estamos viendo muy seguido guerras y rumores de guerras. Las noticias de Irak y medio oriente son tan cotidianas que casi lo tomamos como algo usual, pero cuando el rumor de guerra está más cerca nos causa todavía un dolor y una angustia mayor. Hoy los diarios, las radios, los noticieros y todo medio de información periodística hablan del conflicto entre Colombia, Ecuador y Venezuela. Cuando era pequeño supe que se estaba desarrollando una guerra en Corea, y luego otra en Vietnam. Más adelante, cuando estaba en el servicio militar, la guerra de los seis días en medio oriente. En las últimas décadas son innumerables los conflictos bélicos, algunos con odio racial como la guerra de los Balcanes. Y algunos hechos nos tocaron muy de cerca como la guerra por las Malvinas. ¡Cuánta angustia produce el rumor de guerra! Aún recuerdo un episodio, que a la distancia me resulta risueño, pero en su momento fue dramático. Estaba cumpliendo con el servicio militar y realizábamos maniobras en las montañas cercanas a Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Una mañana, salimos de nuestras carpas de campaña y formamos como todos los días, pero sería un día diferente. El teniente a cargo de la compañía anunció que habían desembarcado tropas enemigas en un punto cercano a nuestro campamento. El anuncio, en tono dramático, agregaba que se acercaban para atacarnos. En esos días teníamos un conflicto limítrofe con un país vecino. Nuestros rostros cambiaron, una profunda preocupación y temor se apoderó de todos nosotros. Todo cambió cuando el teniente nos informó que todo era simulado para ver nuestra reacción. Si hubiera sido verdad, nuestras vidas habrían cambiado drásticamente. La guerra es sinónimo de muerte. Somos conscientes de que en una guerra nadie gana, todos pierden. Dios nos creó para la vida, no para la muerte. Es por eso que escuchamos las noticias de lo que sucede en la frontera entre Colombia, Ecuador y Venezuela con profunda preocupación. Dios ama a todos y quiere que todos los seres humanos se salven. Nosotros también amamos a todos, y deseamos la salvación, la paz y el bienestar para todo ser humano. En este momento nuestros hermanos de Colombia, Ecuador y Venezuela están atravesando una situación difícil. Desde nuestro lugar de servicio, convocamos al pueblo de Dios a orar para que haya paz, confiando en la bondad y la buena mano del Señor. Jesús es el Príncipe de Paz. Oremos para que Su paz llene el corazón y las mentes de los gobernantes de estos tres países, y estos pueblos hermanos puedan vivir quieta y reposadamente, con toda piedad y honestidad. La única esperanza de paz duradera está en Jesucristo. Las naciones tendrán paz, cuando venga el reino de Dios. Cuando terminó la guerra por Malvinas en el mes de junio de 1982, en medio de la desazón y la angustia, escribí esta canción con un mensaje de esperanza. La misma se aplica a cualquier nación del mundo. Cada ciudadano debe amar a su nación y desear la paz y el bien para ella. Velar y orar para que Dios bendiga a Argentina es una de las prioridades, y un compromiso de cada miembro de ACIERA.

 
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