EE.UU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Conrado dice que lo único que sabe de ''esa cosa incomprensible de Wall Street es que me quitó el poco trabajo que tenía''. Conrado es uno de los miles de obreros latinos en Estados Unidos que están disminuyendo al mínimo sus remesas familiares, algo que hace temblar las economías de Centroamérica.
''Desde hace 15 días no me toma nadie'', se queja Conrado, un jornalero mexicano de 45 años, que para atrapar algún cliente disimula que hojea un libro en uno de los pasillos de HomeDepot, donde reparte tarjetas ofreciendo sus servicios como obrero.
''Tengo a mis tres hijos, de 17, 15 y 13 años, con mi mamá en Puebla. Hasta diciembre mandaba $400 cada dos semanas, pero desde marzo si puedo mando $200 al mes'', dice el hombre que vive con su esposa desde hace tres años en Los Angeles. Ahora no juntan $1,700 dólares al mes ''y la renta se lleva a $1,100, sin contar la luz ni el agua ni la comida'', aseguró.
El testimonio de Conrado coincide con el de cientos de trabajadores que esperan a diario su suerte amontonados en las esquinas o esparcidos en el estacionamiento de la sede de esta cadena al este del famoso Sunset Boulevard en Los Angeles, donde intentan ser contratados ''por 5, 8, 10 o hasta $20 la hora. La necesidad fija la tarifa'', dicen.
Con las tasas del desempleo en ascenso y una incertidumbre que agobia por igual a todas las clases sociales estadounidenses, los latinos --primera minoría en EEUU-- padecen la debacle del mercado bursátil con todos sus efectos reales y ''exportan'' a sus países la inestabilidad que viven en el norte.
Carlos Hernández, un guatemalteco con 24 años en Estados Unidos dijo mientras esperaba un trabajo afuera de la misma tienda: ``Por primera vez no puedo enviarle dinero a mi esposa e hija en Guatemala, apenas puedo con $150 al mes, y este mes mejor ni llamo, porque no me ha salido ni un solo trabajo''.
Pese a la reducción notoria del envío de remesas a Centroamérica, algunos analistas rechazan definirlo como ''crisis'' porque por ahora sólo bajó el nivel de crecimiento que venían experimentando.
Para países como El Salvador, donde los envíos significan el 18% del PIB o Haití, cuyos ciudadanos en Estados Unidos aportan el 35% del PIB de la nación, cualquier reducción de remesas causa turbulencias.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que para el 2008 los flujos de remesas a América Latina y el Caribe por primera vez contribuirían menos a los ingresos de familias en la región, y más del 50% de estas remesas se van en la compra de alimentos, ropa y gastos básicos en cada país.
''Hasta enero de este año enviaba $500 al mes a mi papá en México, ahora, si puedo mando $100'', contó Carlos Orozco, corredor inmobiliario de 32 años que perdió su trabajo en febrero.
Desde amas de casa que envían ''aunque sea $300 al mes'' a sus padres hasta profesionales y obreros, todos coinciden en la misma reflexión: ``¿Conviene quedarnos en Estados Unidos''.
Conrado ya decidió: ``Esperaré a que pasen las elecciones y en diciembre, si no hago un dinero para Navidad, pues me voy a celebrar este Año Nuevo y todos los otros a mi México''.