MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Costaleros, peregrinos y penitentes con flagelo en mano aseguran cada Semana Santa que no sufren porque la fe alivia su dolor. Aunque muchos no lo crean, la ciencia acaba de confirmar, al menos en parte, su percepción. Un equipo de investigadores británicos ha demostrado que el sentimiento religioso activa una zona del cerebro relacionada con la regulación del dolor.
Los participantes debían contemplar o bien una imagen religiosa -en concreto una representación de la Virgen María realizada por el italiano Sassoferrato en el siglo XV-, o bien una pintura de Leonardo da Vinci de la misma época que muestra a una dama con un armiño.
Después de mirar las pinturas durante 30 segundos, los individuos recibían una descarga eléctrica y debían describir el grado del dolor sufrido utilizando una escala de 0 a 100.
Al analizar los datos, publicados en la revista 'Pain', los investigadores comprobaron que ambos grupos señalaban niveles similares de dolor tras contemplar el retrato de Da Vinci. Sin embargo, la respuesta ante la imagen religiosa varió significativamente entre devotos y no creyentes: los católicos experimentaron un 12% menos de dolor.
El poder de la mente
Para analizar esta divergencia, los investigadores estudiaron el cerebro de los participantes a través de una resonancia magnética y descubrieron que había marcadas diferencias entre los grupos.
Al contemplar la imagen de la Virgen María, sólo en el cerebro de los religiosos se encendía un área del cerebro conocida como córtex prefrontal ventrolateral, una zona asociada a la regulación del dolor y a la valoración emocional de las experiencias (una misma situación puede verse de manera positiva o negativa en función de distintos factores).
Los investigadores sugieren que el sentimiento religioso conduce, por tanto, a una 'reevaluación' del dolor. "Se pone en marcha un mecanismo que es bien conocido gracias a los estudios del efecto placebo o la analgesia. Ayuda a la gente a reinterpretar el dolor, a sentirlo menos amenazante. Estas personas se sentían seguras al contemplar la imagen religiosa, se sentían protegidas, por tanto su contexto [para medir el dolor] era diferente al del resto", explican los investigadores
Según aseguran, este no es un efecto exclusivo de la religión y, probablemente, a través de otras estrategias mentales, como la meditación, puedan alcanzarse una 'habilidad' similar para controlar el dolor.
En sus conclusiones, los investigadores señalan que su hallazgo supone un paso muy importante hacia una mejor comprensión de los mecanismos neuronales asociados al control del dolor, si bien remarcan que son necesarios nuevos trabajos que ratifiquen sus hipótesis.