RUSIA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) En la capital la vida vuelve a la normalidad. De hecho no hubo mucho daño tras la invasión rusa. Pero no muy lejos de aquí, cerca de la frontera con Osetia del sur, la vida nunca más será igual.
Unos dicen que las tropas rusas se hicieron de la vista gorda mientras turbas provenientes de Osetia destruían las casas.
“Regresamos y no quedaba nada. Ni siquiera podemos recoger la cosecha”, dice una señora.
Aún con las fuerzas de paz de la unión europea en la zona, dicen que la milicia sigue atacando su territorio y cruzando la frontera en las noches. Muchos están regresando a sus pueblos cerca de la frontera con Osetia del sur pero les tomará varios años reconstruir. Sin embargo otros no regresan pues no queda nada.
Un kindergarden en Gori alberga a más de 100 georgianos desplazados. Aquí las sábanas sirven como paredes. Una pareja vivió en Osetia del Sur por más de 40 años, ahora este pequeño lugar es su hogar.
“No pudimos traer nada. Cuando nos mandaron que saliéramos no volvimos a la casa. Solo tenemos la ropa que vestimos. Sentimos que Dios mismo se ha olvidado de nosotros.
Marita, de 15 años, pasa los días con la computadora que se ganó por sus buenas calificaciones. Le distrae del sufrimiento que ha padecido con su madre. “No quiero pensar de eso, recordar todas esas cosas. Quiero estar en mi casa con mis amigos y mi familia. Quiero la misma situación de antes.”
“Teníamos todo. No teníamos que pedirle nada a nadie y ahora tenemos que pedirlo de todo”, dice una afectada.
La agencia de ayuda cristiana Visión Mundial está ayudando a las victimas en este centro. También está alimentando a un total de 25 mil personas desplazadas en Tiflis. Hoy, el grupo está distribuyendo bolsas de pasta, frijoles y aceite para cocinar.
Un señor dice, “soy un viejo pensionado. Si no tuviera esta comida mi esposa y yo no tendríamos nada.”
El oficial de gobierno, Beka Mindiashv, dice que las ONG’s han salvado a estas victimas del olvido, “el gobierno no esperaba que tantos desplazados llegaran a Tiflis y otras ciudades y no estaba preparado. Así que la ayuda de grupos humanitarios ha sido importante para el gobierno…”
En Georgia, donde predomina la fe ortodoxa, grupos humanitarios ortodoxos están ayudando. En los primeros días del conflicto el grupo envió ayuda a las iglesias en la zona de guerra.
Darejan Dzotsen, de Caridad Internacional Ortodoxa dice “tratamos de enviarles comida y otros recursos, según los pedían los sacerdotes locales que nunca salieron del área donde se quedaron con la población, para apoyarlos.”
Un líder ortodoxo casi pagó con su vida por su dedicación. El obispo Isaías de Nikozy estaba en este edificio cuando lo atacó un avión ruso.
“Justo después de la cena él y los monjes se preparaban para el tiempo de oración en el monasterio cuando de repente escucharon un ruido horrible… Y la bomba dio directamente en la residencia donde se quedaban los monjes y aunque la destruyó todos sobrevivieron y la iglesia no se dañó”, dice Darejan Dzotsen.
Los milagros vienen de todo tamaño. Esta madre estaba encinta con la pequeña maría cuando huyó a pie de su aldea. María nació hace apenas tres semanas en el centro betel, un hogar de ancianos de la iglesia evangélica bautista de Georgia.
Los bautistas son muy pocos en este país, pero sus miembros se han comprometido con servir a sus conciudadanos en esta hora de crisis.
“La meta principal de la iglesia no es predicar sino servir… y por eso participamos. No importa si son quinientos o cincuenta mil o cinco millones, pueden ayudar. La iglesia es una voz de profeta en la sociedad, no para hablar del futuro, sino para indicar que es lo correcto. Mostrar lo que Cristo haría. Si Cristo viera a los que perdieron sus casas y a sus seres queridos, Él estaría ahí para abrazarlos y limpiarles la lágrimas y eso queremos hacer”, dice Rusadan Gotsiridze, de la Iglesia Bautista de Georgia.
Desde luego el gobierno de Georgia está tomando la delantera en la reconstrucción. Han prometido una casa nueva a cada familia que ha perdido su hogar y de hecho ya ha comenzado la construcción.