sábado, 23 de mayo de 2009

Líder peruano ayuda a indemnizar a los afectados por la violencia interna de ochentas y noventas


Por Rossana Zapata



PERU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) En los años ochentas y noventas Perú estuvo envuelta en un oscuro período de violencia interna. Al finalizar ese tiempo se creó una Comisión de la Verdad para investigar violaciones a los derechos humanos y un consejo de reparaciones para indemnizar a los afectados.


El pastor Rafael Goto, reconocida autoridad de la iglesia evangélica en el Perú fue elegido como miembro del Consejo de Reparaciones.
El Consejo de Reparaciones es un colegiado que fue nombrado por el Gobierno en cumplimiento de una de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, después de hacer su informe y concluir en que la etapa de los 80 y 90 fue una etapa trágica para el país donde muchas personas sufrieron la violación de sus derechos.
La violencia provino principalmente del terrorismo existente en el país en esa época y la consecuente represión por parte de la autoridad estatal, dejando como saldo un considerable número de víctimas estimado en 70 mil personas
“Se nombró el Consejo que tiene la finalidad de evaluar, de primeramente recibir los expedientes y solicitudes de reparación, evaluarlas y calificarlas debidamente a fin de que pasen a integrar un registro único de reparaciones que va a servir de base para que el Estado a través de la comisión de alto nivel pueda resarcir el daño ocasionado a estas víctimas”, dice Goto.
La reparación de las víctimas de la violencia no solamente consiste en una reparación de tipo económico, sino se realiza a través de actos simbólicos que buscan reivindicar tanto la memoria de las víctimas como a sus familiares.
“Tenemos allí actos de reivindicación a personas que por ejemplo fueron restringidas en su libertad, un certificado como victima hace que a nivel público y a nivel social puede ser reconocida como una persona que no estuvo involucrada en delitos”, añade Goto.
Entre los casos se encuentran lamentables atentados perpetrados en el año 1984 en contra de hermanos e iglesias evangélicas como el caso de Calqui en Ayacucho.
“Cuando militares, miembros de la infantería de Marina ingresaron a esta comunidad, fueron directamente al templo evangélico en circunstancias que se estaba celebrando el culto de oración, sacaron a seis jóvenes presbiterianos, obligaron a que los hermanos y hermanas que estaban en la iglesia entonaran cantos a viva voz y a pocos metros del templo los asesinaron”, dice Germán Vargas, Presidente de la Asociación Paz y Esperanza.
Otra matanza en ese año fue la de Putis donde más de cien personas que estaban dispuestas a colaborar fueron asesinadas por miembros del Ejército. En su mayoría eran miembros de las Asambleas de Dios. Sus restos han sido exhumados.
“A decir verdad la mayoría de los casos perpetrados a la comunidad evangélica fueron perpetrados por Sendero Luminoso”, dice Vargas.
Ante esta realidad, el Pastor Rafael Goto y la iglesia en general enfrentan el reto de realizar un trabajo solidario y activo en la defensa de los derechos humanos

 
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