EE.UU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Uno de cada cinco adolescentes en Estados Unidos admite haberlo hecho: enviar a su nuevo novio o novia sus fotos desnudo o semidesnudo a través del teléfono celular. A los 15 años de edad parece una diversión inocua. Pero en realidad, no es así. La práctica, conocida como sexting, está teniendo -en algunos casos- consecuencias negativas e incluso trágicas.
Por ejemplo, las imágenes pueden terminar siendo distribuidas entre otros amigos de la misma escuela donde los jóvenes estudian o incluso, publicadas en internet.
También esta “moda” puede llegar a convertirse en un proceso penal por delitos sexuales contra cualquier adolescente que transmita la foto.
Enviar o distribuir fotos sexualmente explícitas de un joven menor de 18 años es -en muchos países- ilegal. También es ilegal enviar esas fotos a un menor de edad, incluso con el consentimiento de ambas partes.
La alarma ya empezó a extenderse entre los padres, directores de escuela, policía y fiscales en Estados Unidos. Incluso, varios adolescentes han sido detenidos bajo cargos de pornografía infantil.
Ahora se preguntan si la mejor manera de abordar el fenómeno es juzgar a los jóvenes bajo la misma ley que se creó para protegerlos de los abusos sexuales.
En un tribunal de Pensilvania, hay un caso que ha despertado el interés de diversos grupos en EE.UU.
Todo comenzó cuando se descubrieron fotos de adolescentes semidesnudos en teléfonos celulares de otros adolescentes en una escuela de Tunkhannock. Los teléfonos fueron entregados a George Skumanick, fiscal de distrito del condado de Wyoming.
El caso de Jessica Logan, de 18 años, lo alarmó particularmente. La chica se suicidó después de que las fotos que le envió a su novio terminaron en manos de sus compañeros de clase.
Skumanick ofreció a los alumnos en cuestión un programa educativo de seis meses para aprender sobre las consecuencias de sus actos y ayudarlos a evitar cargos por pornografía infantil.
Tres chicas -y sus padres- rechazaron la propuesta y están demandando a Skumanick con la ayuda de la Unión Americana de los Derechos Civiles (ACLU).
Skumanick aseguró que trataba de ser “innovador y progresista” al ofrecer el programa. “Yo no tenía por qué darles esta oportunidad. Simplemente podría haberles presentado cargos”, dijo a la BBC.
Pero Witold Walczak, director legal de ACLU en Pensilvania y que lleva el caso en nombre de los alumnos, dijo que las acciones del fiscal establecen un precedente peligroso.
“La pornografía infantil es sobre el abuso y la explotación de menores por parte de los adultos. Eso no es lo que está sucediendo”, dijo.
“Los niños que hacen esto se están haciendo un daño potencial. Son al mismo tiempo el autor y la víctima. ¿Por qué habría que perseguirlos penalmente y condenarlos?”, agregó Walczak.
Este no es un problema sólo de EE.UU. Otros casos han sido reportados en Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Australia.
El gobierno de la provincia de Nueva Gales del Sur, en Australia, puso en marcha una campaña de educación tras descubrir que jóvenes de 13 años están enviando sus fotos desnudas por teléfono.
El año pasado, una encuesta en más de 1.000 adolescentes en EE.UU., llevada a cabo por la Campaña Nacional para prevenir embarazos no deseados en adolescentes, reveló que alrededor de uno de cada cinco adolescentes -entre 13 y 19 años- había enviado fotos de sí mismos desnudos o semidesnudos, ya sea por el texto o por internet.
Además, la encuesta reveló que un tercio de los varones y un cuarto de las jóvenes habían recibido imágenes de desnudos.
“La línea es mucho más borrosa que en el pasado. La tecnología es tan nueva que la gente no ha encontrado su brújula moral cuando la usa”, dijo a la BBC Bill Albert, miembro de la organización basada en Washington.
“El problema es que incluso si piensas que estás enviando una foto sólo a tu novio o novia, puede pasar de privado a nivel mundial en un nano segundo. Y es algo que se queda contigo -casi como un cibertatuaje- para toda la vida”.
Albert asegura que mientras las leyes contra la pornografía infantil son “terriblemente severas y un instrumento contundente”, alertar a los adolescentes sobre las consecuencias jurídicas de sus acciones no es una mala idea.
Parry Aftab, una de las principales autoridades sobre los delitos informáticos está realizando una campaña para cambiar la ley en EE.UU.
Quiere que los niños que envían esas fotos enfrenten cargos por un delito menor en lugar de cargos por pornografía infantil.
Esto eliminaría la posiblididad de que el adolescente cumpliera con una condena criminal y fuera etiquetado como un agresor sexual por años.
Algunos estados en EE.UU. están estudiando este enfoque. Vermont ha introducido un proyecto de ley que legalizaría el intercambio de esas imágenes entre jóvenes de 13 a 18 años de edad con consentimiento de ambas partes.
Sin embargo, la retransmisión de esas imágenes siguen siendo un delito.
Ohio está estudiando una propuesta que convertiría el sexting de delito a una simple falta. A Skumanick le gustaría que en Pensilvania se considerara algo similar.
Sin embargo, Aftab asegura que es indispensable garantizar leyes para que los fiscales y la policía puedan seguir actuando contra el sexting.
“Es una conducta peligrosa que no queremos que los niños se animen a llevarla a cabo”, dijo a la BBC.
“No sólo estas imágenes podrían acabar en manos de grupos de pedófilos y convierten a los niños en un blanco fácil, también podrían ser objeto de extorsión por parte de aquellos a los que les llegan las imágenes”.