ESPAÑA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) "Son más de 20 los sacerdotes católicos españoles que se unen a la Comunión anglicana todos los años". Lo decía, hace dos días, el obispo anglicano de Madrid, Carlos López. Uno de esos sacerdotes es Manuel Carrillo. Jesuita durante 11 años, se convirtió el anglicanismo en 2006 y hoy es párroco de su comunidad de Torrejón de Ardoz. Sumamente contento del paso dado, Manuel permanece soltero, pero critica la "espada de Damocles" del celibato obligatorio, acusa al Vaticano de ser "asimilacionista" y reza para que "la Iglesia de Roma se convierta y vuelva al Evangelio".
Pregunta.- ¿Cuándo y por qué un jesuita como usted decidió ingresar en la Iglesia anglicana?
Respuesta.- Formé parte de la Compañía de Jesús desde 1987 a 1998, en que me exclaustré, y salí oficialmente de la misma en 2001. Siempre me había interesado intelectualmente por el anglicanismo, pero conocí en persona la Iglesia Anglicana cuando, todavía siendo jesuita, pasé un verano estudiando en Irlanda y acudía los domingos a parroquias de la Iglesia de Irlanda. En aquella época, sólo por cierto afán ecuménico y de conocer la realidad de un país que, pese a los tópicos de la 'católica Irlanda', presenta una sorprendente pluralidad religiosa.
Tras mi salida de la Compañía viví una cierta crisis espiritual, que hoy leo más bien como conversión, y me dí cuenta que había dejado, simplemente, de creer en la Iglesia Católica Romana, aunque me seguía sintiendo cristiano. Tras un tiempo de lucha espiritual el Señor me concedió la experiencia de sentirme profundamente pecador y al mismo tiempo salvado sólo por su gracia mediante la fe. Si ponemos 'etiqueta' a esta experiencia, diría que entonces me di cuenta que era protestante o evangélico.
'Roma trata de explotar en su propio beneficio la situación de debate interno que estamos viviendo'
El siguiente paso natural fue buscar una iglesia donde pudiese vivir esto en comunidad y empecé a acudir a la Catedral del Redentor de Madrid en el año 2006. Así conocí la Iglesia Reformada Episcopal- IERE-, una iglesia a la vez respetuosa y 'cuidadosa' con las tradiciones del cristianismo histórico y reformada en su teología.
P.- ¿Fue feliz mientras formó parte de la Compañía?
R.- Hubo, desde luego, muchos momentos buenos durante mis años en la Compañía. El mejor fue, quizás, un año que pasé, antes de estudiar Teología, en la parroquia del Pozo del Tío Raimundo, de Madrid. Sin embargo, siempre me faltó algo. Supongo, visto retrospectivamente, que el Señor me estaba preparando de un modo misterioso, y ciertamente doloroso, para algo distinto.
P.- ¿Qué recuerdos guarda de su época de jesuita?
R.- Mis recuerdos están muy mezclados. Desde luego recuerdo muy positivamente la amistad con muchos compañeros, las oportunidades de estudio, formación y experiencias de todo tipo, etc. Pero también los momentos de oscuridad que, a mi entender, se deriva de una vida anómala e irreal, de 'torre de marfil', propia de las instituciones católicas, donde la gente vive una vida aparentemente entregada, pero alejada de la realidad, donde apenas llegan los problemas de fuera y, sin embargo, afloran cantidad de problemas y conflictos que son puramente autogenerados.
P.- ¿Al Padre Arrupe, Prepósito General de los jesuitas, le ‘machacó’ física y espiritualmente el Papa Wojtyla?
R.- Decididamente, sí.
P.- ¿Ignacio Ellacuría es un mártir?
R.- Si entendemos por mártir una persona que entrega la vida en testimonio de la fe, sí.
P.- ¿Qué echa de menos del catolicismo?
R.- Nada. Como anglicano, pertenezco a una Iglesia que es a la vez católica y reformada. La Iglesia Católica Romana no sólo no tiene el patrimonio exclusivo del cristianismo histórico, sino que en muchos puntos se ha apartado clamorosamente de él. Por otro lado, el anglicanismo es muy plural, teológica y doctrinalmente, y dentro de él supongo que yo me definiría como clara y explícitamente evangélico y protestante. Por tanto, no tengo ninguna añoranza de una comunión con Roma ni nada por el estilo, más bien pido al Señor pora que la Iglesia de Roma se convierta y vuelva al evangelio.
P.- ¿Qué le dijo su familia, cuando se enteró de su decisión?
R.- Fue difícil para ellos, pero lo aceptan y me apoyan plenamente.
P.- ¿Y sus amigos y compañeros jesuitas?
R.- No trato actualmente con muchos, pero aquellos con los que sigo en contacto siempre han sido un apoyo en este paso y en otros.
P.- ¿Se siente plenamente realizado en la Iglesia anglicana?
R.- Ninguna iglesia es perfecta ni ninguna agota y es capaz de contener en exclusiva a la verdadera Iglesia de Cristo, que está constituida por todos aquellos que reconocen a Jesús como su único Salvador, pertenezcan a la comunidad que pertenezcan. Y, desde luego, me encuentro muy satisfecho en la IERE, que, con todos los fallos que pueda tener se reconoce, con modestia, sólo como una parte de de esa Iglesia universal.
'Roma es y siempre ha sido aismilacionista'
P.- ¿Cómo es su parroquia?
R.- Pastoreo una pequeña comunidad que es una de las más recientes de nuestra Iglesia, en Torrejón de Ardoz. Está constituida fundamentalmente por inmigrantes procedentes de diversos países y tradiciones religiosas: católica bizantina, ortodoxa, otras iglesias protestantes, etc. Son personas, a veces con muchos problemas, pero con un hambre espiritual y un deseo de conocer y seguir a Jesús tremendos, que me están enseñando mucho.
P.- ¿Por qué sigue siendo célibe, a pesar de que a los curas anglicanos les está permitido casarse?
R.- No sé si técnicamente se podría decir que soy célibe. Yo me considero, simplemente, soltero, y aunque tengo ya 44 años, no me atrevo a decir de esta agua no beberé. Quizá esa sea la diferencia con el celibato, pretendidamente sublimado, en la Iglesia de Roma, que siempre pende como una espada de Damocles creando toda clase de tensiones afectivas. Yo mismo viví esas tensiones y, sin haber cambiado mi situación personal en ese aspecto, las tensiones desparecieron. No es lo mismo vivir sin una pareja pero sabiendo que el Señor te pude conceder algún día el don de encontrar a una mujer con la que compartir la vida y un proyecto común, que hacerse a la idea de que nunca vas a poder vivir como la gente «normal». Y por añadidura, rodeado y conviviendo con otra gente con las mismas tensiones: al final todo se suma y crece exponencialmente.
P.- ¿El celibato obligatorio del clero secular católico es un anacronismo o un imperativo económico?
R.- No lo llamaría propiamente anacronismo, si a eso le damos un sentido de anticuado o antiguo, porque realmente es una innovación de la Iglesia Romana y en la antigua Iglesia no existía.
P.- ¿Qué siente al ver que Roma no sólo abre los brazos sino que concede todo tipo de privilegios a los anglicanos tradicionalistas?
R.- La verdad es que esos anglicanos tradicionalistas, presentes sobre todo en Norteamérica e Inglaterra, siempre han estado mirando a Roma desde el siglo XIX, con el ritualismo y el Movimiento de Oxford, en su repudio de la Reforma y de todo lo protestante. Siempre han tenido una identidad anglicana poco clara y parece que, con estas medidas, tampoco van a tener una identidad romana mucho más clara. Aparte de que la propia realidad en la Iglesia Católica Romana es probablemente mucho más plural de lo que ellos creen. Incluso el catolicismo 'oficial' de Roma es muy distinto hoy de los ideales románticos y medievales que los anglocatólicos más estrictos mantienen.
P.- ¿Se va a producir una avalancha de curas anglicanos hacia Roma?
R.- No lo creo. Esta oferta afectaría a un sector muy reducido de lo que es hoy el anglicanismo, es decir a los anglocatólicos tradicionales o conservadores. A los anglocatólicos liberales es a los que puede irritar más la medida. En cambio, los anglicanos evangélicos, por muy conservadores que sean, no tienen ningún interés en entrar en comunión con Roma.
P.- ¿La decisión romana sienta un precedente y es un agravio comparativo para los curas católicos casados?
R.- Eso lo tendrán que decir los católicos romanos. Pero, en cualquier caso, la admisión de estos ministros casados al sacerdocio católico no es nueva y se lleva haciendo muchos años.
P.- ¿En África, donde tanto se estima la paternidad y la familia, la medida vaticana no puede ser una tentación para que muchos curas católicos se pasen al nuevo rito anglicano, para poder así casarse y seguir ejerciendo el ministerio?
R.- Todos sabemos la forma un tanto laxa con la que se vive de facto el celibato en África, así es que no creo que nadie necesite esa maniobra para seguir haciendo lo que ya hace.
P.- ¿Se aprovecha Roma de que el anglicanismo es la más avanzada de las confesiones cristianas y va abriendo camino en la frontera?
R.- La pregunta ya incluye una valoración que no estoy muy seguro de compartir. Dentro del anglicanismo, muchos pensamos que en algunas partes de nuestra Comunión se está actuando precipitadamente, sin mucho discernimiento y sin contar con la opinión del resto de la Comunión. Ahora bien, todos lealmente, desde la fe y el compromiso, tratamos de mantenernos fieles al Evangelio de Cristo. Roma, sin embargo, trata de explotar esta situación de debate interno que vivimos en su propio beneficio.
P.- ¿La Historia pedirá cuentas a la Iglesia de Roma por discriminar a los homosexuales y por impedir el acceso de las mujeres al ministerio?
R.- Eso tendrían que debatirlo los católicos.
P.- ¿Con Benedicto XVI la Iglesia católica sigue involucionando?
R.- No sé si se pude llamar involución o no. Para mí, sigue, simplemente, igual.
P.- ¿Con esta medida se escenifica el ecumenismo de asimilación que practica Roma?
R.- En el anglicanismo ya estamos viviendo un ecumenismo de otro tipo. Por ejemplo, estamos oficialmente en comunión con las Iglesias Luteranas del Norte de de Europa y con las Viejo-Católicas de Europa Central. Eso quiere decir que nos reconocemos mutuamente como partes de la única Iglesia Universal y reconocemos los ministerios de cada una y la libre circulación de ministros y fieles, sin renunciar, por ello a la identidad propia y la independencia de cada una de nuestras Iglesias. La posición de Roma, sin embargo, es y siempre ha sido, asimilacionista. Sólo concibe la unidad como vuelta al redil, sin plantearse si no es ella, tal vez, la que un día abandonó ese redil.
P.- ¿Alguna vez se le pasó por la cabeza volver de nuevo a Roma?
R.- No, para nada.