ESPAÑA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Julio Cháfer deja claro que la comunidad evangélica supone «un reflejo de la sociedad». Como ejemplo, argumenta que entre sus feligreses hay médicos, albañiles, carpinteros y escultores.
La mayor parte de ellos son vecinos de Badajoz que se han acercado hasta la doctrina evangélica «por el desencanto» que tienen con otra fe.
La mayor parte de ellos son vecinos de Badajoz que se han acercado hasta la doctrina evangélica «por el desencanto» que tienen con otra fe.
Cada domingo, a la celebración de su iglesia asisten más de cien personas, un número todavía pequeño en comparación con las comunidades de otras ciudades. Más que la cantidad, el pastor de Badajoz destaca «la calidad humana» de todos los que se asisten al culto.
Recuerda la «buena relación» que tiene con representantes de otras religiones y da fe de que en los últimos años en Badajoz se ha pasado «de la tolerancia a la aceptación». Ejemplo de esta aceptación es que en la acualidad hay cinco iglesias evangélicas. Además de la Bautista, existen La Comunidad Cristiana en Pardaleras, la Camino al Cielo en San Roque, la Metodista en Valdepasillas y la de Philadelphia cerca de Puerta Palma.
Su propia experiencia le dice que en la ciudad se ha dado un paso más en tolerancia en la última década. «La gente nos respeta porque somos gente sana que busca el bien para todos. Mi impresión es que hemos avanzado desde la tolerancia hasta la aceptación».
Cree que este cambio se debe a que la iglesia católica ha aceptado a los evangélicos, y eso ha contribuido «a facilitar el trabajo a los demás».
Fuera barreras
Julio Rechaza la palabra «integración» en la sociedad de los miembros de su iglesia porque considera que es un ejercicio más que «evidente». Para Julio las creencias religiosas no son, ni mucho menos, una barrera para tener una vida normal. «La diferencia es que nuestro cristianismo no es sólo de nombre».
Muchos de sus valores coínciden con los criterios del catolicismo. Rechazan el aborto y no aprueban las relaciones prematrimoniales. Pero marcan distancias con respecto al divorcio, «nosotros los aceptamos aunque preferimos que no pase» y el uso de anticonceptivos.
El pastor reclama para su comunidad un local más amplio donde celebrar los actos religiosos. Ha pedido varias veces reunirse con el alcalde de la ciudad para tratar de explicarle sus problemas pero, según relata, «no ha mostrado ni el más mímino interés en escucharnos».
Julio también presta servicio en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz. Visita a los enfermos y atiende a sus familias.