miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un pastor cubano convive con los Pumas: "Los veo bien espiritualmente"


Nueva Zelanda.- ( AGENCIALAVOZ.ORG )Hay un personaje alrededor de los Pumas que de por sí genera misterio. Mientras la delegación se mueve por esta ciudad, donde el domingo el conjunto nacional jugará un decisivo partido ante Escocia, ese hombre, que usa un gorro azul con lo que parece un dibujo de una paloma -ave que simboliza el Espíritu Santo-, aparece en los entrenamientos, en el lobby del hotel y hasta en algún paseo de los jugadores. No viste la ropa oficial, pero intenta ser fuente de optimismo con su fe. Se trata de Miguel Antonio Abascal, un pastor nacido en Estados Unidos de padres cubanos que llegó a ser parte del grupo de la mano de la IRB, que ofrece asistencia espiritual a los diferentes planteles, algo que fue aceptado por el seleccionado argentino.

"Estoy aquí para apoyar espiritualmente al equipo y servir a los Pumas", dice Abascal, de 43 años, ante la consulta de La Nacion. Este hombre nació en Los Ángeles luego de que sus padres dejaron La Habana en 1963, y se estableció en Nueva Zelanda hace cinco años. En este país, en la ciudad de Whangarei -a tres horas de Auckland-, tiene su propia iglesia. Pero sabe que mientras dure el Mundial vivirá con los Pumas. La IRB le paga los hoteles, que son los mismos del plantel, y él debe hacerse cargo de las comidas.

Abascal se hace conocer de a poco. Dice que está disponible para cuando los jugadores quieran consultarlo o precisen una palabra de apoyo. "Algunos se han acercado", cuenta, y señala que en estos días ha leído una oración para todo el plantel. Incluso, el domingo 11 de septiembre, al día siguiente de la ajustada derrota de los Pumas a manos de Inglaterra, acompañó a algunos integrantes del equipo a misa (celebración católica). El pastor protestante convive con la delegación desde el jueves 8. Presenció el enfrentamiento contra el seleccionado de la Rosa, en Dunedin. Luego, previamente al encuentro con Rumania, en Invercargill, volvió a su hogar para estar con su familia, su esposa y sus siete hijos (seis son mujeres). Esta semana se sumó de nuevo en Wellington. "Ellos me recibieron muy bien, me trataron con una bonita hospitalidad. Vine a servir al equipo, pero ellos me sirven a mí, porque son muy buenos conmigo. Doy gracias a Dios por cómo me tratan", señaló sobre los integrantes del conjunto de Santiago Phelan.

 
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