EL SALVADOR.- ( AGENCIALAVOZ.ORG )Hasta el pasado miércoles 21 de septiembre, Alba Quintanilla junto a su esposo —como pastor principal— administraban una iglesia evangélica en el Distrito Italia, municipio de Tonacatepeque, donde a muchos convenció con su testimonio de redención.
Pero Alba, de 37 años, quizá nunca pensó que sus múltiples vídeos colgados en Youtube y vistos por miles de internautas, en los que relata cómo la tragedia se había ensañado con ella desde que tenía seis años se convertirían en una portentosa pista de las autoridades salvadoreñas para encontrarla y capturarla.
El delito del cual es la principal sospechosa es el asesinato de un pastor evangélico que administraba una iglesia en su propia casa en la última etapa de la residencial Altavista, en San Martín, al oriente de San Salvador.
El 13 de junio, de acuerdo con las investigaciones sobre el crimen, Alba Quintanilla habría entrado a una habitación del motel "El Conquistador", en Santa Tecla, con Juan Antonio Martínez, cinco años menor que ella y a quien sus vecinos describen como "un varón que predicaba la Palabra (de Dios) con aplomo" en una improvisada iglesia en la casa donde vivía con su esposa e hijos.
Pocos días después de ser capturada, un juez antimafia de San Salvador encontró suficientes evidencias como para mandarla a prisión preventiva mientras la Fiscalía fundamenta la acusación.
Prueba científica
Desde ese día se encuentra en las bartolinas policiales de Santa Tecla a donde su marido acude casi a diario a dejarle comida y, de vez en cuando, hablar un par de minutos con ella.
A pesar del problema, él no le ha dado la espalda, según cuentan vecinos y parientes de la pareja.
En contra de Quintanilla, la Fiscalía asegura tener como prueba científica huellas que hallaron en los envases de refrescos en la habitación del motel donde una empleada de ese establecimiento halló el cadáver con múltiples heridas de cuchillo al caer la tarde de aquel segundo lunes de junio.
La investigación cuenta con testigos de referencia, uno de los cuales asegura vio la misma tarde del crimen a Quintanilla y a Martínez juntos en el centro de San Salvador.
La Fiscalía y la Policía están seguras de que ella asesinó a Martínez y así lo afirman en sendos boletines colgados en las páginas "web" respectivas. Lo que aún no está claro es la razón que Quintanilla habría tenido para matar al predicador con quien, se presume, entró al motel.
Una de las posibles hipótesis es que Martínez habría conminado a Quintanilla para que desistiera de continuar extorsionando a la gente de su propia iglesia. Sin embargo, esa razón es solo una posibilidad, afirman las fuentes.
Otras fuentes de El Diario de Hoy incluso aseguran que el cuerpo de Martínez tenía varios tatuajes de nombres femeninos.
En tanto que la sospechosa del asesinato, según sus propias confesiones, tiene varios tatuajes alusivos a una mara de la cual aseguraba haberse salido hace muchos años luego de acaudillar a aproximadamente 200 mujeres pandilleras.
No obstante, desde hace alrededor de 15 años, Quintanilla residía en la Manzana 37 del Distrito Italia, lugar dominado por la mara Salvatrucha (MS).
Según constató El Diario de Hoy, el pastor asesinado residía en un lugar dominado marcadamente por la pandilla 18, aunque los vecinos entrevistados dijeron que nunca vieron a Martínez relacionarse con pandilleros más allá de las labores que él ejercía como predicador.
"La Chispi" encarcelada
De ser cierto lo que Alba Quintanilla ha predicado múltiples veces y en varias iglesias evangélicas como testimonio de su vida, la mala suerte de estar tras las rejas la habría alcanzado nuevamente a más de 20 años de haber salido de un internamiento para menores de edad, del Rosa Virginia Pelletier, en Ilopango.
En varios vídeos titulados "De las pandillas al Ministerio", Alba cuenta que cuando ella tenía seis años, su madre permitió que el hombre con quien convivía la violara.
En ese entonces, Alba, su madre y su padrastro vivían en una colonia situada en las proximidades del centro penal La Esperanza, conocido como Mariona.
Con mucha palabrería, la mujer cuenta que la intervención de sus vecinos no impidió que su padrastro consumara la violación, aunque ayudó a que su madre y el agresor fueran condenados a 30 años cada uno.
Ella, entre tanto, fue a parar al hospital de niños Benjamín Bloom, cuyos médicos le decían que su madre no merecía que la llamara como tal por haber consentido que el marido la violara.
Una vez que se repuso de las lesiones, luego de permanecer 15 días en el hospital, Alba fue internada en el Rosa Virginia Pelletier, contiguo a Cárcel de Mujeres, en Ilopango, donde permaneció hasta que un día, cuando ya tenía 15 años, se logró fugar.
En el centro de menores, las demás jóvenes internas la apodaban "La Chispi", mote que la persiguió incluso después de su fuga.
Drogas, maras y lágrimas
El día que se fugó del Rosa Virginia Pelletier, Alba asegura que se fue directo al parque Libertad, en San Salvador, donde comenzó a endrogarse y a emborracharse con otras jóvenes a quienes ella había ayudado a escapar del centro de internamiento.
Su vida transcurría entre marihuana, cocaína, alcohol y bailes en el desaparecido "Sancap", conocido como "El Sancocho", una especie de discoteca popular que funcionó desde los 70 hasta principios de la década pasada cerca del parque Libertad.
Al poco tiempo conoció a un hombre que le propuso "vacilar". Ella aceptó convivir con ese sujeto de quien dice era el cabecilla de una mara del parque Libertad para poder tener respeto, droga, alcohol y armas a su alcance.
A los pocos meses de haber escapado del centro de menores y de aceptar convivir con el pandillero, Alba salió embarazada de su primer hijo.
Así transcurrieron aproximadamente tres años, entre drogas y pandillas, cometiendo diversos crímenes.
En ese lapso refiere que por ser mujer del cabecilla de una mara también ella se convirtió en una cabecilla que llegó a tener bajo su mando a 200 mujeres de San Salvador, también pandilleras. Aunque para lograr esa jerarquía tuvo que cumplir con los requisitos que esos grupos criminales exigían.
En aquellos años, un requisito principal que les imponían para ingresar a las maras era matar policías. Y ella llegó a ser cabecilla.
Alba confiesa que a los policías les tenía un odio sin igual y por ello disfrutaba quebrándoles las piernas a "bombazos" (balazos).
Al cabo de esos tres años, cuando tenía 18, quedó nuevamente embarazada del mismo cabecilla de las maras.
Pero el 22 de agosto de 1994, justo el día que se celebraría un carnaval en la Alameda Juan Pablo II en San Salvador, cuando tenía ocho meses de su segundo embarazo, tuvieron un enfrentamiento con muchos pandilleros enemigos.
Los rivales la reconocieron a ella y a su entonces marido como los cabecillas de una pandilla del centro de San Salvador, que para entonces no estaban definidas aún como 18 y MS-13.
Se ensañaron con ambos. Al hombre lo mataron a puntapiés en la cabeza y a ella le apuñalaron el estómago. Logró sobrevivir fingiendo que estaba muerta.
Ya en el hospital recuerda que le entregaron a su bebé en una caja de cartón. No la pudo sepultar por no tener los recursos necesarios y estar hospitalizada.
Estando hospitalizada, un médico le comenzó a hablar de Dios para consolarla.
Ella no le creía. Pero las palabras del médico fueron reforzadas con las de una anciana que ataviada con un mantelín blanco en la cabeza insistió en que Alba reconociera la existencia de Dios.
Así fue como, por la invitación de un hermano evangélico, Daniel Quintanilla, comenzó a asistir a una iglesia evangélica a la que a veces llegaba endrogada, pero como tenía una "buena voz" el pastor la incluyó en el coro.
La sospechosa de asesinato afirma en los vídeos que contienen su testimonio, que pueden ser vistos en Youtube desde hace un par de años, que a esa fecha tenía una década de haberse redimido de la vida delincuencial.
En el mismo testimonio, la mujer asegura que es esposa de un pastor a quien no le importó todo su pasado criminal y que su cuerpo estuviera manchado con múltiples tatuajes y "tan remendado como un maletín".
Si es verdad o es mentira lo que Alba dice en su testimonio solo ella lo sabe, y solo ella sabe si es falsa o verdadera la acusación de asesinato.
Tanto la familia de la presunta asesina como de la víctima no quisieron hacer comentarios sobre la tragedia.