SIRIA.-(AGENCIALAVOZ) Los habitantes que huyeron de la localidad cristiana siria de Maalula acusaron a los yihadistas que se apoderaron de ella de haberlos tratado de 'cruzados' y de haber obligado a uno de ellos a convertirse al islam a punta de pistola.
'Llegaron a nuestra ciudad el miércoles pasado al alba y gritaron '¡Somos el Frente Al Nosra, venimos por los cruzados!', contó una mujer el martes en Damasco, después de asistir al funeral de tres milicianos cristianos favorables al régimen que murieron durante los combates entre los rebeldes y el ejército.
'Disparaban gritando: '¡Alá es el más grande'!', contó al cabo del funeral que se llevó a cabo en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja. 'Maalula es la herida de Cristo', decían los participantes en el funeral mientras el ruido de las armas automáticas rendían homenaje a los mártires.
Maalula es una de las localidades cristianas de Siria más conocidas y sus habitantes hablan aún el arameo, el idioma de Jesucristo. La mayoría de los cristianos de la ciudad son greco-católicos. Maalula, célebre por sus refugios trogloditas, que datan de los primeros siglos del cristianismo, cambia de fisonomía según la estación. En verano, la población es de 4.500 personas, de las cuales 3.000 provenientes de Damasco y el extranjeros, y mayoritariamente cristiana. En invierno, la población se reduce a 2.000 almas y los musulmanes son mayoría.
'Vivo frente al arco, cerca de la entrada de la ciudad. Escuché una enorme explosión y luego vi que no quedaba nada. Gente con un pañuelo de Al Nosra disparaba contra las cruces', cuenta Adnane Nasrallah, 62 años. 'Encañonaron en la sien a un vecino y lo obligaron a convertirse al islam', agrega este hombre, que vivió 42 años en Estados Unidos, donde tenía un restaurante llamado Maalula.
Nasrallah que volvió a Siria justo antes de que comenzar la rebelión contra el Gobierno de Bashar Al Asad en marzo de 2011, perdió todos sus bienes. 'Tenía un sueño. Volví a mi país para promocionar el turismo. Construí una casa-albergue y ayudé a instalar una pequeña central eólica. Mi sueño se esfumó. Trabajé cuarenta años para nada', se lamenta.
Lo más dramático para Nasrallah fue la actitud de algunos de sus vecinos musulmanes. 'Hubo mujeres que salieron al balcón para gritar de alegría. Descubrí que nuestra amistad era superficial', cuenta.
Antoinette, la hermana de Nasrallah, se niega a acusar a todos por igual. 'Son los refugiados de Harasta y Duma (en la periferia de Damasco) que recibimos en nuestra ciudad los que destilaron el veneno del odio, particularmente a la nueva generación', dice.
Una joven, Racha, cuenta el trágico destino de su novio, Atef. 'Llamé a su teléfono móvil y alguien me dijo: 'Hola. Somos del Ejército Sirio Libre (ESL). Tu novio era un 'chabih' (formaba parte de la milicia pro gobierno) que iba armado y los degollamos', cuenta Racha. Según Racha, el hombre le dijo que le habían dicho a Atef que se convirtiera y que él se negó. 'Jesús no vino a salvarlo', se mofó el rebelde.
Este miércoles, los rebeldes seguían en Maalula y el ejército sirio trataba de expulsarlos. En la guerra civil siria ya han muerto más de 110.000 personas. Los cristianos representan un 5% de la población.