BELGICA.-(AGENCIALAVOZ) Ha ocurrido por tercera vez. El pasado 11 de octubre, un grupo de gays y feministas radicales semidesnudas, al más puro estilo Femen, agredieron al arzobispo de Malinas-Bruselas y primado de Bélgica, André Léonard, en el transcurso de un encuentro europeo de artistas jóvenes en el Colegio Saint-Michel de la capital belga.
"Dios salve a las tortilleras"
Cabe recordar que el pasado 18 de abril unas cuantas activistas de Femen irrumpieron a pecho descubierto durante una conferencia que pronunciaba monseñor Léonard y, con recipientes con forma de la Virgen María , similares a los que se utilizan para recoger agua bendita en el santuario de Lourdes, le arrojaron agua mientras gritaban a favor del 'derecho' al aborto y al llamado 'matrimonio' gay.
Las feministas radicales lo rodearon profiriendo gritos como "estoy harta de Léonard", "stop homofobia", o "Dios salve a las tortilleras".
Se trata de una espiral de violencia que ataca directamente los fundamentos de nuestra sociedad, basados en la convivencia y el respeto mutuo y acostumbra a acabar mal si no se corta a tiempo.
En ese sentido, hay una cierta connivencia de los poderes públicos y de los medios de comunicación, que minimizan este tipo de hechos. La pregunta clave es: ¿qué ocurriría si un grupo de católicos se presentara en un acto organizado por gays y lesbianas e insultara, zarandeara y plantificara una tarta en el rostro de uno de ellos?, ¿mantendrían esa misma posición 'comprensiva' y ecuánime?