Por: Ps José Linares Cerón
PERU.-(AGENCIALAVOZ) Mi alma se conmueve mucho con este texto del evangelio en Mateo 27:45-46, cuantos de nosotros hemos pasado por esta situación de angustia y depresión, y hemos gritado en lo profundo de nuestro silencio esta angustia dolorosa de agonía. Lógicamente nada comparable a nuestro amado Señor que pareció tras varias horas de agonía, y presintiendo que su muerte y la carga del pecado era ya inminente, lanzó un grito terrible: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27,46; Mc 15,34), solamente contadas por Mateo y Marcos. Jesús durante el tiempo que estuvo en la tierra tuvo la fortaleza de vencer al mismo Satanás en plena tentación durante sus cuarenta días de ayuno, lucho con firmeza la injusticia y la hipocresía religiosa, que lamentablemente aun persiste en nuestros días. Durante su detención, y la violación a sus derechos humanos con castigos inhumanos; nunca sus palabras fueron de violencia más bien guardo silencio y siempre que tuvo la oportunidad de hablar en medio del dolor, la violencia y el véjame; siempre sus palabras eran amables y respetuosa.
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas cobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactini? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:45-46).
Su autoridad y su valor fueron contundentes antes las agresiones verbales y amenazas permanentes. Su firmeza y valor fue inquebrantable pero muchos se preguntan por qué JESUS dijo: Elí, Elí, ¿lama sabactini? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. La respuesta es muy sencilla lo que llevamos un ministerio profético de lucha contra la maldad y la perversión de este mundo que nos enfrentamos día a día a las amenazas y ataques a nuestra integridad - que incluso pone en peligro a nuestra familia ¿Qué nos sostiene para ser fuertes? y no dejar que la angustia y los nervios traicione ¿nuestra vida?, en derrota. Es muy simple, nuestro amor a Dios y su presencia nos hace fuerte y valiente, (Josue:1:9) pero si ese amor ¿se leja de mi?, que pasaría ¿conmigo?, gritaría con desesperación que Dios no me abandone. Lo que realmente amamos a Dios podemos entender fácilmente esta situación. Jesús cuando estaba en agonía en la cruz, por amor a su padre y a nosotros hizo que su dolor insoportable se convierta en amor y sacrificio, pero lo que no fue capaz desde esa Cruz, que el padre se alejara de Jesús; en sus hombros cargaba los peores pecados del mundo, hasta que se cumpliese con su vida la derrota de la muerte y del yugo del pecado. El dolor físico fue inmenso, lo espiritual tuvo que haber sido aún mayor. Esto nos muestra claramente cuánto nos ama Dios. Y un claro ejemplo de sacrificio que debemos tener los creyentes por nuestros principios y nuestra fe
El día que Jesús murió, ¿Dios guardó silencio? Es algo que lo teólogos se hacen miles de preguntas. La verdad es que Dios no se había callado; desde hacía siglos venía gritando, desde los Salmos, lo que a su Hijo le tocaría padecer, por mantenerse fiel al Amor que predicó. Pero que, a pesar de todo, lo iba a acompañar, sostener y cuidar hasta el final. Dios ha prometido cuidar siempre de los hombres, especialmente de cuantos sufren o atraviesan dificultades. Y lo cumplirá. Cuando nos veamos desbordados por los problemas o las angustias de la vida, nunca pensemos que Dios guarda silencio. Sólo es la primera parte del salmo. Falta aún la segunda. Y Dios es fiel hasta el final.