jueves, 10 de julio de 2014

Aborto y divorcio, una radiografía mundial de la crisis de la familia

¿Qué tienen en común Irlanda y Chile?, los dos tienen tasas de divorcios muy bajas y a la vez leyes que regulan de forma muy estricta el aborto.


ESPAÑA.-(AGENCIALAVOZ) ¿Alguien podría haber sospechado que el aborto y el divorcio están relacionados? Pues así es: dónde más aborto hay, también hay más divorcios. La relación entre el aborto y el divorcio puede parecer una banalidad, pero lo cierto es que si se comparan dos mapas de estos dos fenómenos, la relación entre ellos se vuelve sorprendentemente exacta.


La siguiente comparativa de mapas así lo demuestra. El mapa superior expresa la firmeza de las leyes del aborto de cada país del mundo. A mayor intensidad del color, más restrictiva es la ley. El mapa inferior presenta la tasa de divorcios para cada país, que se calcula dividiendo el número de divorcios entre el número de matrimonios contraídos, las dos cifras corresponden al mismo año.

A pesar de que la tasa de divorcios para los países europeos está un poco hinchada porque el número de matrimonios se encuentra en claro retroceso (ver Eurostat al respecto), la conclusión es inequívoca: allí donde más se ha liberalizado el aborto, más divorcios hay.


Chile e Irlanda se parecen, y Rusia y Bélgica también
Las tendencias puestas de relieve en los mapas hacen que encontremos relaciones entre países que nunca hubiéramos dicho que fueran similares en algo. Así, ¿qué tienen en común Irlanda y Chile? A parte de ser países de la OCDE de segunda línea, los dos tienen tasas de divorcios muy bajas y a la vez leyes que regulan de forma muy estricta el aborto.
Chile es el país con datos disponibles en el que la tasa de divorcios es menor, un 3% en el año 2009. Y, al mismo tiempo, Chile tiene una legislación especialmente dura respecto el aborto.
Vale también decir que, a pesar de la dureza legal, el argumento según el cual más restricciones al aborto equivalen a mayor mortalidad materna resulta falso: de acuerdo con Naciones Unidas, la tasa de mortalidad materna para Chile es inferior a la de Estados Unidos.
Por lo que respecta a Irlanda, su tasa de divorcios es la menor de la Unión Europea, con un 15% en 2010, y tiene también la legislación más estricta del aborto de entre los miembros del actual club europeo de los 28: solamente se puede abortar en caso de riesgo de muerte para la madre.
¿Y si ahora nos preguntamos qué tienen en común Bélgica y Rusia? De forma diametralmente opuesta a Irlanda y Chile, Bélgica y Rusia tienen tasas de divorcios muy elevadas y leyes muy permisivas con el aborto.
Bélgica es el país con mayor tasa de divorcios del mundo, con un friolero porcentaje del 71%, según publica Business Insider. Tiene también una ley que permite abortar sin ninguna restricción hasta la duodécima semana de gestación. Recordemos que fue en Bélgica dónde el rey Balduino se negó en 1990 a firmar la liberalización del aborto.
Rusia, por su parte, tiene también una elevadísima tasa de divorcios, de un 51%, y una ley de aborto libre que establece un plazo de hasta doce semanas como en Bélgica. Además, Rusia tiene una de las tasas de abortos más elevadas del mundo: en 2012 había unos 50 abortos por cada 100 nacimientos.

Valorar las estadísticas
Bélgica y Rusia por un lado y Chile e Irlanda por el otro son tan solo dos ejemplos de la relación que se da a nivel global entre el aborto y el divorcio. Ahora bien, se pueden hacer lecturas muy diferentes de la relación observada.
Se podría decir que cruzando la legislación del aborto con la tasa de divorcios se obtiene una idea de las libertades que hay en el mundo: donde haya menos condicionantes para abortar y mayor número de divorcios, significará que las personas tienen mayor libertad para hacer lo que les plazca.
O bien se podría plantear para qué se usan tales libertades. ¿En qué contribuye el aborto a una sociedad? ¿Y el divorcio? ¿Realmente aportan algo positivo a la prosperidad y al desafío de conseguir un mundo más justo?
En vez de hacer políticas de promoción de la primera institución humana, que es la familia, hay países empeñados únicamente en dificultar su formación (aborto) o en facilitar su ruptura (divorcio). Así no se deja espacio para que la familia, la única institución realmente imprescindible de la sociedad, cumpla sus funciones. Cuando la familia peligra, toda la sociedad se encuentra amenazada.
Norteamérica y Europa han preferido tomar la vía de las libertades relativistas sin medida antes que la de la familia. Sólo un puñado de países como Polonia o Irlanda rompe la tendencia. Estos Estados, además, se encuentran bajo una gran presión mediática e institucional. A veces, las libertades se intentan imponer a los que no piensan igual.

 
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