Una asociación satánica pro homosexual se extiende por EE.UU

EE.UU.-(AGENCIALAVOZ) La asociación Templo Satánico ha anunciado que va a abrir 15 capítulos por los Estados Unidos, y que tiene previsto expandirse por el mundo. En la actualidad dice contar con algo más de 10.000 seguidores. Jex Blackmore, líder del capítulo de Detroit, de reciente creación, ha hablado con Aleteia sobre los planes de su organización. “Nuestro grupo”, dice, “incluye madres y padres, veteranos, músicos, profesores y estudiantes”.


Templo Satánico ha recibido atención en los últimos meses por intentar celebrar una “misa negra” en la Universidad de Harvard. También ha intentado, hasta el momento sin éxito, erigir un monumento a Baphomet (bautismo de sabiduría), una deidad pagana con cabeza de chivo que ha sido adoptada por los cultos satánicos, en Oklahoma. Es su respuesta a la erección de un monumento con los Diez Mandamientos en el capitolio del Estado.


Blackmore dice que el satanismo, tal como lo promueve su asociación, no consiste en el culto a Satán, sino que es una “organización religiosa no teísta”, y que cree que la religión es una “construcción metafórica” que ayuda a la gente a contextualizar sus vidas.


Otra asociación satánica, Dakhma de Angra Mainyu, un nombre con referencias al Zoroastro o Zaratustra, ha anunciado su intención de celebrar una misa negra en Oklahoma City el 21 de septiembre. El grupo dice que cuenta con una hostia consagrada para su ritual. El arzobispo de la ciudad, Paul Coackley, ha llevado a los tribunales al líder del grupo satánico, Adam Daniels. Pero luego ha retirado los cargos bajo la promesa de Daniels de devolver la forma sagrada y de renunciar a utilizar una en uno de sus rituales.


“Estoy preocupado”, ha dicho no obstante Coackley, “por los poderes ocultos que este culto satánico trae a nuestra comunidad, y el daño espiritual que supone para quienes estén implicados, directa e indirectamente”.


El acto cuenta con los permisos pertinentes para tener lugar, aunque sea sin la forma consagrada. Según el gestor del centro cívico de la ciudad, “como espacio público, estamos obligados a alquilárselo a las organizaciones e individuos que se sometan a nuestras políticas y a nuestros precios”.