lunes, 27 de octubre de 2014

Colectivo homosexual “celebra” la degeneración de la sociedad española, lea su informe

Fachada del Ayuntamiento de Comillas con la bandera LGTB en 2008. El primer Ayuntamiento cántabro en hacerlo fue el de Reinosa en 2004.
Fachada del Ayuntamiento de Comillas exhibiendo la bandera LGTB en 2008


ESPAÑA-.(AGENCIALAVOZ) “Fue muy bonito. El día de la aprobación de la ley en el Congreso de los Diputados yo no pude ir a Madrid junto al resto de invitados que acudieron a la Tribuna. Lo vi desde casa y, como miles de personas, no pude evitar llorar en el momento en que dieron los resultados de la votación”. Regino Mateo, ex presidente de la asociación ALEGA, fundada para defender los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, habla del que probablemente ha sido el día más importante para el colectivo. 30 de junio de 2005, el Congreso de los Diputados aprueba la ley que legaliza los matrimonios entre personas del mismo sexo. “Fue como de repente sentirte bien. Parecía que la vida que habíamos vivido hasta entonces había sido sucia, nos habíamos movido en los márgenes, tenido que ocultar nuestra vida. Y eso fue como una patente de normalidad. Somos ciudadanos, no tenemos que escondernos ni llevar doble vida”.


El primer Ayuntamiento cántabro en hacerlo fue el de Reinosa en 2004.
El activista ex presidente de ALEGA, asociación que cumple este sábado veinte años de vida, también insiste en recordar una anécdota de ese día que rompe los estereotipos marcados. “Recuerdo salir de casa después de la votación, cuando por fin la noticia se había extendido un poco, y encontrarme a un amigo, sacerdote católico, que se echó encima de mí, me dio un abrazo y la enhorabuena. Dijo que ese día era para celebrarlo”.
Y el colectivo LGTB (Lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) sabe mucho de estereotipos marcados. Aunque está de acuerdo en que hay división de opiniones al respecto, sí están en contra de la categorización de una masa social. Asegura que desde los medios de comunicación han contribuido mucho a crear una imagen general del típico gay o típica lesbiana, que no encaja con el 90% de los homosexuales que conoce. Algo que incluso afecta a los heterosexuales, al identificar ‘afeminado’ con gay o ‘marimacho’ con lesbiana.
Mucho tiene que ver la prensa en ello. Apunta que en el Día del Orgullo Gay, un día de fiesta y reivindicación a partes iguales, se esconde esta última vertiente a costa de buscar una imagen impactante. “Es una manifestación a la que acuden 1.000.000 de personas, y de ellas, por ejemplo, 50.000 salen en carrozas o disfrazados. Y el resto no sale en la prensa, que son los que lo usan para reivindicar. Sé que quieren la foto fácil, ¿pero la verdad y el objetivo de esa manifestación la tiene un personaje vestido de monja y con el culo al aire, al que siempre van a enfocar las cámaras? ¿O la tienen los de la pancarta?”

EL GRAN CAMBIO: LA VISIBILIDAD
Ante la pregunta de cuál es la gran diferencia entre ser homosexual hace veinte años y serlo ahora lo tiene claro: La visibilidad. En la década de los 80 o 90 era aún muy difícil aceptar ser gay o lesbiana, darte cuenta de que tu afectividad no es la reglada o lo considerado ‘normal’ por la sociedad. “Lo primero que te ocurría es que te transformabas en un insulto”.
Hoy en día una persona joven que llega a una edad sexual madura y se da cuenta de que es homosexual, bisexual, o incluso transexual, cuenta al menos con referencias públicas en la televisión, la música o el cine. Incluso la literatura ha evolucionado. Ha pasado mucho tiempo desde el personaje grotesco que representaba la fotógrafa de ‘La Colmena’, de Camilo José Cela. Un persona patético, excluido y marginal. Con motivo de la muerte de Ramiro Pinilla, es adecuado recordar que en su trilogía ‘Verdes valles, colinas rojas’, que no tiene ningún tipo de referencia directo al mundo LGTB, hay introducidos personajes homosexuales y bisexuales que son tratados con pura normalidad. El lector homosexual puede verse, por fin, reflejado al leer estos nuevos personajes.
Regino destaca la sensación de normalidad que ha invadido al país en los últimos años. “Sientes que puedes salir con tu pareja de la mano y no pasa nada”. Aunque un tema pendiente, apunta, es el de la educación. “Socialmente se ha decidido que los adolescentes no tienen sexualidad, y lo han convertido en tabú. Y cuando se habla de educación sexual se identifica con charlas de contra concepción, así que no se habla de otras cosas. Y al no hacerlo, si hay algún chico o chica homosexual o transexual no se van a atrever a levantar la mano para hacer una pregunta específica”.
Desde sus inicios, esta ha sido una de las principales preocupaciones de ALEGA. Introducirse en el ámbito educativo para normalizar la situación en uno de los espacios donde aún pervive mucha homofobia. Han estado siempre disponibles para que cualquier centro realice con ellos actividades o para proponer charlas o talleres de integración. Incluso se ha trabajado con profesores, creando una unidad didáctica y distintos perfiles para interactuar con los alumnos.
Los años que más colaboración hubo fue durante la LOGSE, que incluía en la asignatura ‘Educación para la ciudadanía’ la diversidad familiar y afectivo sexual. Ahora, con los nuevos planes educativos y los nuevos temarios esa diversidad ha desaparecido de la formación.

SE HA GANADO APOYO SOCIAL
Ante la pregunta de si la sociedad ha parecido retroceder en mentalidad y respeto con la crisis, Regino asegura que las agresiones ocurren más a menudo de lo que la gente se cree. La diferencia de hace veinte años a lo que ocurre ahora es que cada vez hay menos víctimas dispuestas a esconderlo. “Cuando nos dimos cuenta de que la sociedad iba avanzando en este tema, también fuimos conscientes de que con la visibilidad iban a aumentar las agresiones, o más bien las denuncias”.
Como todo el mundo recordará, este verano hubo en una playa de Almería una agresión a una pareja homosexual. Regino deja claro que estos actos son producto de “energúmenos que solo se representan a sí mismos”, pero asegura que también se percibe mucho más apoyo. Ese día el resto de veraneantes se movilizaron contra los agresores.
En Caravaca de la Cruz (Murcia), se ha presentado esta semana otra acción similar. A la salida del instituto, dos amigos (gay y lesbiana respectivamente) fueron perseguidos por algunos compañeros, insultados y apedreados hasta el punto de que la chica quedó inconsciente en el suelo. Los agresores huyeron cuando los viandantes intervinieron en favor de los chicos. En este caso se han dado las dos vertientes: la chica ha denunciado los hechos en compañía de sus padres, que conocen y apoyan su condición sexual. En cambio, el chico ha hablado anónimamente diciendo que no ha comentado nada en casa pues su familia aún no sabe que es homosexual.
Pese a la gravedad de estas agresiones, Regino es positivo con la evolución que se está llevando a cabo.” Hace cuarenta años si un hombre homosexual sufría una agresión, se convertía en un paria y encima no podía denunciar porque le hubieran mandado a un campo de concentración, según la Ley de Peligrosidad Social. Ahora una agresión, a no ser que sea en un territorio o contexto muy específicos, como mínimo se puede denunciar y despertar una cierta simpatía social como víctima”.
Además, destaca el paso fundamental que se está dado, ya que el ‘miedo’ ha cambiado de bando. “La gente que cultiva la LGTBfobia en una buena medida sabe que no debe exteriorizarla. Tiene una vergüenza ajena, culpa o incluso miedo a ser estigmatizado por los demás”.

LAS PANDILLAS AHORA SON MIXTAS
Otro punto destacado que diferencia los años del inicio de ALEGA a la situación actual son las relaciones sociales. De antes había dos ‘pandillas’ diferenciadas entre los amigos de “heterolandia” (como les gusta llamarlo), y los conocidos en la zona de ambiente. Siempre había una doble vida, pero estos espacios cada vez se tocan más.
Encuentro Estatal de Familias Homoparentales de la FELGTB en Santander, 2007.
Encuentro Estatal de Familias Homoparentales de la FELGTB en Santander en 2007.
El cambio principal quizá se debió a la llamada “movida madrileña”, donde Chueca fue un punto clave de la fiesta de la capital. Los heterosexuales comenzaron a moverse por lugares de ambiente, ya fuera por la música, los horarios, o las actividades… Y todo evolucionó hasta el punto en que los homosexuales decidieron dejar de esconderse. Las pandillas dejaron de estar distanciadas y ahora no es raro ver parejas heterosexuales y homosexuales en un mismo grupo.

LOS TRANSEXUALES, LOS GRANDES OLVIDADOS
Los propios transexuales se han identificado muchas veces como los grandes olvidados, incluso dentro del colectivo LGTB. Regino admite que la lucha de las asociaciones se centró en primer momento por la normalización de los hombres gais, porque incluso el machismo llegó a estos colectivos priorizando los derechos del hombre sobre los de la mujer. Y posteriormente se ha luchado por conseguir esa igualdad con las mujeres lesbianas y, con ellas, los bisexuales. Por ello quizá se ha retrasado un poco la lucha por los derechos de los transexuales, que ahora está en boga.
Curiosamente, el de los transexuales, ha sido históricamente el colectivo más movilizador en la lucha. Durante los disturbios de Stonewall, que dio inicio al Día del Orgullo Gay, los primeros que se levantaron a gritar que estaban hartos de represión y abusos fueron los hombres y mujeres transexuales. Icono de la historia es ya esa imagen de las ‘Drag Queen’ tirando zapatos de tacón a la policía.
En España ocurrió algo similar. Cuando hubo que salir a las calles a luchar con la Ley de Peligrosidad Social, que en los últimos años del franquismo sustituyó a la Ley de Vagos y Maleantes persiguiendo especialmente al colectivo homosexual, fueron precisamente los más excluidos, incluso dentro del mundo LGTB: Travestis o transexuales. Los llamados” gente de la pluma”.

En los datos europeos de hoy en día sobre las personas en riesgo de exclusión social los transexuales figuran al final de la lista, incluso detrás de otros colectivos tradicionalmente discriminados como son la comunidad gitana. Todavía hoy, ser transexual es casi sinónimo de ser una persona condenada a la marginación. Varios casos recientes encontrados en prensa revelan esta realidad, contra la que ya se está trabajando duramente. Como la mujer transexual que fue despedida de sus prácticas en una compañía aérea “porque no daba con la imagen de la compañía”. Esta semana pasada también ha habido un acuerdo laboral en Madrid, después de que una ONG despidiera a un hombre transexual tras iniciar el cambio para ser el mismo que siempre se sintió en su interior.
El tema de los niños es más complicado a la par que esperanzador. Pese a las últimas polémicas en distintos colegios de Málaga que han impedido la matriculación de niños transexuales, Regino asegura que son casos más excepcionales que reglados. De hecho, no hay datos porque no se recomienda hacer pública la situación por la seguridad del menor, pero hay muchos niños y niñas transexuales inscritos en colegios sin ningún problema.

La identidad sexual es distinta e independiente de cada persona, ya que hay quienes con 5 años tienen claro su identidad y otros que no lo descubren hasta los 60. Sin embargo, la opinión de los expertos es clara, pese a la polémica en el caso de los niños: la transformación debe hacerse en cuanto se percibe. Si una persona detecta su identidad sexual de manera precoz, a corta edad, también debe serlo la transformación. Así el niño puede adecuarse mejor y no sufre traumas ni confusiones.

 
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