Eslovenia, integrante de la extinta Yugoslavia, es parte de la Unión Europea desde 2004. Dos años después reconoció legalmente a las sociedades de convivencia entre personas del mismo sexo, prohibiendo a sus integrantes la adopción de menores. En marzo de 2015, los diputados de la Asamblea Nacional reformaron las normas sobre matrimonio, definiéndolo como la unión entre dos adultos, independientemente de su género. Grupos opositores de la medida, que argumentaron el peligro de que las parejas homosexuales pudieran adoptar menores de edad, obtuvieron las 40 mil firmas necesarias para someterla a la voluntad popular.
Aunque la Constitución eslovena prohíbe que las cuestiones relativas a derechos humanos sean sometidas a voto, la Corte Constitucional determinó que los legisladores de la Asamblea Nacional carecían de facultades para bloquear la consulta.
Así, el tercer domingo de diciembre, una tercera parte del millón 700 mil votantes registrados acudió a las urnas. Los resultados muestran que una mayoría de 63.5% está en contra de la aprobación del matrimonio entre parejas homosexuales, mientras que una minoría de 36.5% se encuentra a favor. No deja de ser paradójico que durante el mismo año, dos países europeos (Irlanda y Eslovenia), utilizando el mismo procedimiento (reférendum), sometieron a revisión el derecho de las parejas homosexuales a contraer matrimonio, obteniendo resultados totalmente distintos.