IRAN-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Suníes y no musulmanes se enfrentan a un clima amenazante en Irán. Así lo afirma el último informe anual sobre libertad religiosa internacional que acaba de publicar el Departamento de Estado norteamericano.
Aunque cristianos, judíos y otras minorías pueden celebrar su culto, educar a sus hijos en su religión y disponer de centros culturales o recreativos propios, la comunidad bahai o los cristianos evangélicos sufren el acoso de las autoridades.
Además, los miembros de las minorías religiosas son considerados ciudadanos de segunda. Para la República Islámica, Los bahais no constituyen una comunidad religiosa sino una organización política, a la que a menudo acusan de espionaje, a pesar de sus orígenes locales. Son entre 300.000 y 350.000 fieles, la mayor minoría no musulmana, y tienen dificultades para obtener documentos de identidad (hay que hacer constar la religión), lo que les impide encontrar trabajo y casarse.
PROTESTANTES
Otro grupo en el punto de mira de las autoridades es la comunidad protestante. Si bien representa apenas un 5% de los 200.000 cristianos, su vocación evangelizadora sirve para justificar su persecución. Ese empeño es el responsable de un goteo de conversiones desde mediados del siglo XX que se castiga con pena de muerte, la condena que el islam establece para la apostasía. Las comunidades cristianas autóctonas (armenios y asirios) no realizan proselitismo. Además estos grupos, al igual que los judíos o los zoroastrianos, rara vez exponen los agravios de que son víctimas para evitar represalias. Sin embargo, resulta significativo que desde la revolución islámica la comunidad judía se haya reducido de 80.000 a 20.000 personas. Las autoridades iraníes niegan que exista discriminación y refieren a la representación que estas minorías tienen en el Parlamento (cristianos, judíos y zoroastrianos tienen reservados cinco escaños, a pesar de apenas sumar un 2% de la población entre todos ellos) y su protección en la Constitución. Lo que no dicen es que ningún miembro de una minoría, ni siquiera un suní, puede ser elegido presidente. Los no musulmanes también están excluidos de la judicatura, la seguridad o la dirección de centros escolares. El examen de teología islámica necesario para entrar en la universidad y en el funcionariado limita el acceso de las minorías.