ARGENTINA-.( AGENCIALAVOZ ) Luego de tener éxito y reconocimiento en el mundo musical a nivel internacional, Pablo vivió una experiencia que marcaría su vida y cambiaría su futuro. Si hay personas con historias intensas y extraordinarias, éstos son los músicos, que gracias a su “vocación” logran expresarse frente a miles, visitan lugares desde los más humildes a los más lujosos y viven experiencias que cualquier persona desearía vivir aunque sea una vez. Pablo Olivares no es la excepción, su vida estuvo ligada a la música desde muy pequeño, creció y vivió para la música. Pero su aparente éxito no llegó sino hasta 1999, cuando un hecho marcó su vida. ¿Cómo es que aquel hombre duro y satánico que lideraba Halógena (una agrupación argentina de música extrema) hoy le canta a Dios, es un predicador del amor, del perdón, los valores morales y viaja por varios lugares transmitiendo un mensaje de fe?
Pablo Olivares, argentino de 32 años, criado en Los Polvorines, en la provincia de Buenos Aires, en cuyos brazos se pueden observar una colección impactante de tatuajes “de mi vida anterior”, según él aclara. Tiene el pelo largo hasta los hombros, “porque me gusta parecerme a Jesús hasta en lo físico”, comenta. Su familia está compuesta por su esposa Lorena, sus hijos Matías y Alejo, sus padres y su hermana. Su color preferido es el negro y le encantan los programas de TV de autos. Actualmente su esposa e hijos lo apoyan en esta carrera, y el amor de ellos es una de las cosas que más lo emocionan, cuando sobre su vida familiar se le pregunta. Debido a las convicciones espirituales de sus padres, Pablo fue educado en colegios cristianos, donde se sintió sometido a una presión religiosa que no combinaba, según su opinión, con sus sueños de fama en el rock.
De hecho, fue en el colegio cristiano, donde también participaba en el coro, que formó su primera banda. Durante su adolescencia, luego de que lo enviaran a otra institución educativa en las afueras de la ciudad debido a su conducta problemática, decide abandonar la práctica del cristianismo, procurando romper todo contacto con Dios.
En 1989 funda la banda Ultimo Momento, que más tarde se convertiría en Halógena. A esa altura de su vida, Pablo ya había decidido pactar con el diablo para obtener lo que deseaba. “Venía maquinando en mi cabeza usar lo que sabía de Dios, digamos, para mi favor y en contra de Él. Yo sabía que de la existencia de Dios y de Satanás y pensaba que el que manejaba el mundo era Satanás. Y así comencé a juntarme con otros adolescentes que compartían estas ideas y a caer en prácticas que me hundieron más en las tinieblas. Y las letras que producía eran acordes a lo que vivía”.
En el mercado en el que se movía Pablo, estos contenidos eran sinónimos de éxito, pero su vida no era justamente lo que podríamos definir como ejemplar. “Me concentraba mucho en lo que sentía. En ese tiempo yo estaba totalmente manejado por el enemigo. Y de lo que él me proponía vivir, era que surgía la inspiración para escribir toda esa basura en ese momento. Las actividades en las que me involucré eran hasta lo que no te puedas imaginar. Pero ponerme a contar algo así es como traer a la memoria cosas de las cuales no me gusta recordar”, comenta un poco apenado. Es que Pablo está profundamente arrepentido de sus malos actos y recurre a ese pasaje bíblico que confirma que los pecados de los que se arrepienten son tirados al fondo del mar y nunca más se tiene de ellos memoria. Siguiendo la línea de tiempo, para 1997 Halógena ya estaba totalmente definida y contaban con el asesoramiento de “Tano” (por aquel entonces manager de Soda Stereo). La cercanía con este personaje de la industria musical les permitió tocar junto a bandas como Skid Row, Queensrÿche, White Snake, Megadeth, Biohazzard, entre otros.
En relación proporcionalmente inversa al crecimiento de su fama, su vida familiar decaía. “Cuando tu quieres algo que va a ser para tu bien, Dios sabe cuál es el momento en que estás realmente preparado para recibirlo. Pero tarde o temprano el Señor te lo va a dar. Pero Satanás es totalmente diferente. El diablo te lo da cuando lo quieres, pero pagas un precio: la muerte”. Como ejemplo de la decadencia de su relación afectiva con los suyos está la canción “Madre”, del disco Tatto de 1998, en la que Pablo expresaba claramente lo que sentía al enfrentarse constantemente con la realidad de una mamá cristiana que nunca dejó de orar por él. “Las pocas veces que llegaba a casa era gracias a mi papá, y con mi mamá la situación era a morir. Yo no la quería ni ver y hasta llegué a pensar en que la tenía que matar. Mi mamá se la pasaba orando, yo sabía que esa oración estaba interfiriendo con mi pacto con el enemigo. Era un estorbo en mi carrera”. Una parte importante en el cambio que experimentó Pablo fue su esposa Lorena, también cristiana, nunca dejó de orar por él. “Ella siempre fue cristiana y se mantuvo fiel a Dios. Junto con mi mamá, mi papá y mi hermana, oraba mucho por mí”.
Para finales del año 1997 el grupo Halógena llega a México para participar de un concierto que organizaba MTV. “En México, estando en la segunda gira nos secuestran teniéndonos entre 6 y 8 horas capturados. Yo permanecía en un rincón, porque nos habían separado, y estaba uno de estos personajes sentado a nuestro lado cuidándonos para que no nos escapáramos. Comencé a llorar cuando el baterista se desmayó y se lo llevaron, él era como mi hermano. Después se acerca a mí el jefe de la banda de secuestradores, armado, y me pregunta: ‘¿Crees en Dios?’ Y de muy dentro de mí sale un ‘Sí’. Y él me contesta ‘Si me hubieras dicho que no, te hubiera matado’. Entonces empecé a llorar más e hice una oración, después de 13 años de no hacerla, pero una oración con un miedo y respeto a la vez, porque sentía que la presencia de Dios estaba ahí, cuidándome: ‘Señor, si me salvas, no vuelvo a hacer esta música’. Al poco rato nos sacan de allí y nos dejan en una calle, llegué a pensar que nos iban a fusilar o algo así. Pero en vez de escuchar disparos, escuchamos que se iban y mire de reojo, con temor, y comprobé que se marchaban. Empezamos a correr como nunca, llegamos al hotel y nos encontramos con nuestro manager. Traté de sacar fuerzas, pero aún sentía que el Espíritu Santo me había tocado de una manera increíble, y... dije: ‘Tano, nos secuestraron y aquí se terminó todo, porque Dios me salvó la vida, me voy’ ‘¿Cómo que te vas?’ ‘Sí, me voy’. Discutimos un rato, él trató de convencerme, pero yo estaba bien seguro de lo que tenía que hacer. Y me regresé a Buenos Aires.
A todo esto Halógena tenía una serie de contratos por cumplir, mismos que fueron cancelados, trayendo consigo una serie de juicios”. “Volver a Buenos Aires fue difícil. Primero porque se terminó la agrupación Halógena y, bueno, me quedé solo. Empecé a caminar por un desierto que se me hizo largo. Pasé dos años trabajando con mi papá. Lo peor que me pudo pasar en la vida, porque digamos, después de tantos años de ser músico, tener que trabajar de otra cosa... ¡tener que trabajar! Para un músico es complicado. Entonces trabajar con mi padre fue difícil”. La música volvería a ser el centro de su actividad, pero de una forma totalmente contraria a su experiencia con Halógena. “Un día, mi hermana, me llama y me dice que si grabo un disco ella se encargaría de mandarlo a las compañías en Estados Unidos. Al mes me llama y me dice que alguien le había contestado, que estaban interesados. Viajo a Estados Unidos y me ofrecen un contrato. Cuando llego me doy cuenta que mi vocación está en los jóvenes, ir a cantarles mi vida, principalmente mi historia. Y después de visitar varios lugares, a un pastor se le ocurre mandarle mi producción a una empresa discográfica y un DVD, con una presentación mía.
Al poco tiempo me llaman de una compañía, y me reúno con un ejecutivo, a quien en forma resumida le conté mi historia, vi en sus ojos que estaba conmovido y me sorprendí... el Espíritu Santo tenía algo preparado. Y me dice: ‘¿Qué quieres hacer? ¿En qué te puedo ayudar?’ Me habló de una manera muy distinta a los empresarios que yo había conocido en el mundo de la música secular”. Fue así que comenzó el proceso que dio por resultado “Luz en mi vida”, un disco que trae como extra un DVD con cuatro vídeo clips grabados en San Petersburgo (Rusia) y que fue reconocido con nominaciones a los “Dove Awards” (que es el premio más importante de la industria musical cristiana a nivel mundial, que va por su 36ª edición.
El disco de Pablo Olivares estuvo nominado en el rubro “Mejor disco en español”), también participó en la entrega de los premios ARPA, en México, donde tuvo dos nominaciones: “Lanzamiento del año” y “Mejor de rock del año” (en ambas obtuvo los galardones). Y lo más trascendente fue la nominación al Grammy Latino (en la categoría “Mejor disco cristiano en español). Actualmente se encuentra trabajando en lo que será su próximo disco, en el que tendrán participación casi todos los antiguos músicos de Halógena, los que han llegado al conocimiento de la misma verdad que transformó a Pablo y hoy también son cristianos.
Sobre su relación familiar a partir de esa nueva vida que comenzó a vivir hace casi 6 años, comenta: “Con mi mamá mi relación ahora es alucinante ¡la amo! Y mi esposa es grandiosa. ¡Lo que aguantó mi mujer!, yo creo que era como para separarse 4 ó 5 veces, pero ella siempre siguió y ahora tengo dos hijos hermosos, Matías y Alejo, que son la luz de mis ojos, son lo más hermoso que me pudo dar Dios”. Ya terminando con la charla que mantuve con Pablo le pregunté qué diría hoy de la vida que lleva y su respuesta fue clara y contundente: “¡Espectacular, me encanta!”
Pablo Olivares, argentino de 32 años, criado en Los Polvorines, en la provincia de Buenos Aires, en cuyos brazos se pueden observar una colección impactante de tatuajes “de mi vida anterior”, según él aclara. Tiene el pelo largo hasta los hombros, “porque me gusta parecerme a Jesús hasta en lo físico”, comenta. Su familia está compuesta por su esposa Lorena, sus hijos Matías y Alejo, sus padres y su hermana. Su color preferido es el negro y le encantan los programas de TV de autos. Actualmente su esposa e hijos lo apoyan en esta carrera, y el amor de ellos es una de las cosas que más lo emocionan, cuando sobre su vida familiar se le pregunta. Debido a las convicciones espirituales de sus padres, Pablo fue educado en colegios cristianos, donde se sintió sometido a una presión religiosa que no combinaba, según su opinión, con sus sueños de fama en el rock.
De hecho, fue en el colegio cristiano, donde también participaba en el coro, que formó su primera banda. Durante su adolescencia, luego de que lo enviaran a otra institución educativa en las afueras de la ciudad debido a su conducta problemática, decide abandonar la práctica del cristianismo, procurando romper todo contacto con Dios.
En 1989 funda la banda Ultimo Momento, que más tarde se convertiría en Halógena. A esa altura de su vida, Pablo ya había decidido pactar con el diablo para obtener lo que deseaba. “Venía maquinando en mi cabeza usar lo que sabía de Dios, digamos, para mi favor y en contra de Él. Yo sabía que de la existencia de Dios y de Satanás y pensaba que el que manejaba el mundo era Satanás. Y así comencé a juntarme con otros adolescentes que compartían estas ideas y a caer en prácticas que me hundieron más en las tinieblas. Y las letras que producía eran acordes a lo que vivía”.
En el mercado en el que se movía Pablo, estos contenidos eran sinónimos de éxito, pero su vida no era justamente lo que podríamos definir como ejemplar. “Me concentraba mucho en lo que sentía. En ese tiempo yo estaba totalmente manejado por el enemigo. Y de lo que él me proponía vivir, era que surgía la inspiración para escribir toda esa basura en ese momento. Las actividades en las que me involucré eran hasta lo que no te puedas imaginar. Pero ponerme a contar algo así es como traer a la memoria cosas de las cuales no me gusta recordar”, comenta un poco apenado. Es que Pablo está profundamente arrepentido de sus malos actos y recurre a ese pasaje bíblico que confirma que los pecados de los que se arrepienten son tirados al fondo del mar y nunca más se tiene de ellos memoria. Siguiendo la línea de tiempo, para 1997 Halógena ya estaba totalmente definida y contaban con el asesoramiento de “Tano” (por aquel entonces manager de Soda Stereo). La cercanía con este personaje de la industria musical les permitió tocar junto a bandas como Skid Row, Queensrÿche, White Snake, Megadeth, Biohazzard, entre otros.
En relación proporcionalmente inversa al crecimiento de su fama, su vida familiar decaía. “Cuando tu quieres algo que va a ser para tu bien, Dios sabe cuál es el momento en que estás realmente preparado para recibirlo. Pero tarde o temprano el Señor te lo va a dar. Pero Satanás es totalmente diferente. El diablo te lo da cuando lo quieres, pero pagas un precio: la muerte”. Como ejemplo de la decadencia de su relación afectiva con los suyos está la canción “Madre”, del disco Tatto de 1998, en la que Pablo expresaba claramente lo que sentía al enfrentarse constantemente con la realidad de una mamá cristiana que nunca dejó de orar por él. “Las pocas veces que llegaba a casa era gracias a mi papá, y con mi mamá la situación era a morir. Yo no la quería ni ver y hasta llegué a pensar en que la tenía que matar. Mi mamá se la pasaba orando, yo sabía que esa oración estaba interfiriendo con mi pacto con el enemigo. Era un estorbo en mi carrera”. Una parte importante en el cambio que experimentó Pablo fue su esposa Lorena, también cristiana, nunca dejó de orar por él. “Ella siempre fue cristiana y se mantuvo fiel a Dios. Junto con mi mamá, mi papá y mi hermana, oraba mucho por mí”.
Para finales del año 1997 el grupo Halógena llega a México para participar de un concierto que organizaba MTV. “En México, estando en la segunda gira nos secuestran teniéndonos entre 6 y 8 horas capturados. Yo permanecía en un rincón, porque nos habían separado, y estaba uno de estos personajes sentado a nuestro lado cuidándonos para que no nos escapáramos. Comencé a llorar cuando el baterista se desmayó y se lo llevaron, él era como mi hermano. Después se acerca a mí el jefe de la banda de secuestradores, armado, y me pregunta: ‘¿Crees en Dios?’ Y de muy dentro de mí sale un ‘Sí’. Y él me contesta ‘Si me hubieras dicho que no, te hubiera matado’. Entonces empecé a llorar más e hice una oración, después de 13 años de no hacerla, pero una oración con un miedo y respeto a la vez, porque sentía que la presencia de Dios estaba ahí, cuidándome: ‘Señor, si me salvas, no vuelvo a hacer esta música’. Al poco rato nos sacan de allí y nos dejan en una calle, llegué a pensar que nos iban a fusilar o algo así. Pero en vez de escuchar disparos, escuchamos que se iban y mire de reojo, con temor, y comprobé que se marchaban. Empezamos a correr como nunca, llegamos al hotel y nos encontramos con nuestro manager. Traté de sacar fuerzas, pero aún sentía que el Espíritu Santo me había tocado de una manera increíble, y... dije: ‘Tano, nos secuestraron y aquí se terminó todo, porque Dios me salvó la vida, me voy’ ‘¿Cómo que te vas?’ ‘Sí, me voy’. Discutimos un rato, él trató de convencerme, pero yo estaba bien seguro de lo que tenía que hacer. Y me regresé a Buenos Aires.
A todo esto Halógena tenía una serie de contratos por cumplir, mismos que fueron cancelados, trayendo consigo una serie de juicios”. “Volver a Buenos Aires fue difícil. Primero porque se terminó la agrupación Halógena y, bueno, me quedé solo. Empecé a caminar por un desierto que se me hizo largo. Pasé dos años trabajando con mi papá. Lo peor que me pudo pasar en la vida, porque digamos, después de tantos años de ser músico, tener que trabajar de otra cosa... ¡tener que trabajar! Para un músico es complicado. Entonces trabajar con mi padre fue difícil”. La música volvería a ser el centro de su actividad, pero de una forma totalmente contraria a su experiencia con Halógena. “Un día, mi hermana, me llama y me dice que si grabo un disco ella se encargaría de mandarlo a las compañías en Estados Unidos. Al mes me llama y me dice que alguien le había contestado, que estaban interesados. Viajo a Estados Unidos y me ofrecen un contrato. Cuando llego me doy cuenta que mi vocación está en los jóvenes, ir a cantarles mi vida, principalmente mi historia. Y después de visitar varios lugares, a un pastor se le ocurre mandarle mi producción a una empresa discográfica y un DVD, con una presentación mía.
Al poco tiempo me llaman de una compañía, y me reúno con un ejecutivo, a quien en forma resumida le conté mi historia, vi en sus ojos que estaba conmovido y me sorprendí... el Espíritu Santo tenía algo preparado. Y me dice: ‘¿Qué quieres hacer? ¿En qué te puedo ayudar?’ Me habló de una manera muy distinta a los empresarios que yo había conocido en el mundo de la música secular”. Fue así que comenzó el proceso que dio por resultado “Luz en mi vida”, un disco que trae como extra un DVD con cuatro vídeo clips grabados en San Petersburgo (Rusia) y que fue reconocido con nominaciones a los “Dove Awards” (que es el premio más importante de la industria musical cristiana a nivel mundial, que va por su 36ª edición.
El disco de Pablo Olivares estuvo nominado en el rubro “Mejor disco en español”), también participó en la entrega de los premios ARPA, en México, donde tuvo dos nominaciones: “Lanzamiento del año” y “Mejor de rock del año” (en ambas obtuvo los galardones). Y lo más trascendente fue la nominación al Grammy Latino (en la categoría “Mejor disco cristiano en español). Actualmente se encuentra trabajando en lo que será su próximo disco, en el que tendrán participación casi todos los antiguos músicos de Halógena, los que han llegado al conocimiento de la misma verdad que transformó a Pablo y hoy también son cristianos.
Sobre su relación familiar a partir de esa nueva vida que comenzó a vivir hace casi 6 años, comenta: “Con mi mamá mi relación ahora es alucinante ¡la amo! Y mi esposa es grandiosa. ¡Lo que aguantó mi mujer!, yo creo que era como para separarse 4 ó 5 veces, pero ella siempre siguió y ahora tengo dos hijos hermosos, Matías y Alejo, que son la luz de mis ojos, son lo más hermoso que me pudo dar Dios”. Ya terminando con la charla que mantuve con Pablo le pregunté qué diría hoy de la vida que lleva y su respuesta fue clara y contundente: “¡Espectacular, me encanta!”