Escrito Por : Ps Héctor Williams y Clemencia Zorrilla
EE.UU-.( AGENCIALAVOZ ) Todos nosotros tenemos culpas acumuladas que nos agobian y llenan de miedos, y en algunas ocasiones, de pavor. Todos nosotros hemos hecho cosas que nos parecen “impropias”, nos crean inconformidad emocional, y nos producen desasosiego espiritual.
La culpa la llevamos adherida a la piel, al alma y al espíritu, y la psiquis junto a todas sus ramificaciones. La culpa, junto al miedo, la vergüenza y el amor, son las emociones más poderosas que nos gobiernan mientras transitamos por la tierra!
Pero tenemos que auto-perdonarnos. No podremos sanar nuestros corazones sin auto-perdón. Nuestros corazones cargados y agobiados por la culpa y la falta de auto-perdón, nos hacen sentir pesados, y con una percepción de nuestras vidas y la vida en general, muy pesarosa, angustiosa, triste, victimatizante. Nuestros corazones sin auto-perdón parecen árboles secos, terrenos baldíos, ríos agua. Cuando transitamos por la vida con corazones sin auto-perdón, nuestras vidas nos parecen insípidas, incoloras, vacías de significados y valores positivos.
Después que recibimos el perdón de Dios y somos absueltos, necesitamos auto-perdonarnos, soltar las cargas que nos agobian y dejarlas ir. No podemos proclamar de voz a cuello que Dios nos ha perdonado de todos nuestros errores y pecados, y que nos ha limpiado de toda maldad, y al mismo tiempo seguir cargando con las culpas de los errores que hemos cometido. Dios da el primer paso para sanar nuestros corazones cuando nos perdona. El segundo paso tenemos que darlo nosotros auto-perdonándonos.
Sanamos nuestros corazones totalmente cuando aceptamos el perdón de Dios, y entonces nos auto-perdonamos. Se nos hace difícil a veces auto-perdonarnos, particularmente cuando hemos cometido hechos y actos ofensivos e hirientes, tanto a nosotros mismos como a otras personas. Y a veces creemos que nuestras ofensas son demasiado grandes para ser perdonadas por Dios, los demás y nosotros mismos.
Pero el camino para sanar nuestros corazones pasa por la completa aceptación del perdón de Dios, y luego nos auto-perdonamos totalmente. Estas son las dos condiciones para que entremos en el proceso de sanar nuestros corazones. Y cuando ya estamos en aguas profundas en el proceso de sanar nuestros corazones, nos transformamos en seres profundamente agradecidos. Porque hicimos “solamente lo que teníamos que hacer”. Primero, aceptamos el perdón ofrecido por Dios gratuitamente; segundo, nos sumergimos en las aguas profundas del auto-perdón. Nuestros cuerpos sonríen, cuando están poseídos por corazones sanados! Y sonríen, porque la vida les parece más liviana, alegre, positiva y pintada de una esperanza contagiosa.
Que sean bendecidos todos los que leen. Que sus corazones empiecen a despertar y a sanarse... ¡Ahora!
Pero tenemos que auto-perdonarnos. No podremos sanar nuestros corazones sin auto-perdón. Nuestros corazones cargados y agobiados por la culpa y la falta de auto-perdón, nos hacen sentir pesados, y con una percepción de nuestras vidas y la vida en general, muy pesarosa, angustiosa, triste, victimatizante. Nuestros corazones sin auto-perdón parecen árboles secos, terrenos baldíos, ríos agua. Cuando transitamos por la vida con corazones sin auto-perdón, nuestras vidas nos parecen insípidas, incoloras, vacías de significados y valores positivos.
Después que recibimos el perdón de Dios y somos absueltos, necesitamos auto-perdonarnos, soltar las cargas que nos agobian y dejarlas ir. No podemos proclamar de voz a cuello que Dios nos ha perdonado de todos nuestros errores y pecados, y que nos ha limpiado de toda maldad, y al mismo tiempo seguir cargando con las culpas de los errores que hemos cometido. Dios da el primer paso para sanar nuestros corazones cuando nos perdona. El segundo paso tenemos que darlo nosotros auto-perdonándonos.
Sanamos nuestros corazones totalmente cuando aceptamos el perdón de Dios, y entonces nos auto-perdonamos. Se nos hace difícil a veces auto-perdonarnos, particularmente cuando hemos cometido hechos y actos ofensivos e hirientes, tanto a nosotros mismos como a otras personas. Y a veces creemos que nuestras ofensas son demasiado grandes para ser perdonadas por Dios, los demás y nosotros mismos.
Pero el camino para sanar nuestros corazones pasa por la completa aceptación del perdón de Dios, y luego nos auto-perdonamos totalmente. Estas son las dos condiciones para que entremos en el proceso de sanar nuestros corazones. Y cuando ya estamos en aguas profundas en el proceso de sanar nuestros corazones, nos transformamos en seres profundamente agradecidos. Porque hicimos “solamente lo que teníamos que hacer”. Primero, aceptamos el perdón ofrecido por Dios gratuitamente; segundo, nos sumergimos en las aguas profundas del auto-perdón. Nuestros cuerpos sonríen, cuando están poseídos por corazones sanados! Y sonríen, porque la vida les parece más liviana, alegre, positiva y pintada de una esperanza contagiosa.
Que sean bendecidos todos los que leen. Que sus corazones empiecen a despertar y a sanarse... ¡Ahora!
Los autores son pastores, psicólogos, escritores, conferenciantes. Ellos producen el programa radial y de televisión "Que Vivan los Matrimonios" y dictan charlas, conferencias, talleres, retiros y seminarios sobre el Poder Sanador del Amor Ágape de Dios