Por: Claudia Castellanos
BOGOTA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) “Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios” (1 Crónicas 17:17).Buscando un ejemplo de mujer excelente, pensé en la reina Ester y en la belleza de este texto: “el rey la amó más que a todas” (Ester 2:17). ¿Cómo ser esa mujer de excelencia amada más que todas? Porque aceptamos a Jesús en el corazón, tenemos esa fe sólida en la Palabra; creemos que Él es el Hijo de Dios, que su Palabra es viva y real, que transforma vidas.
Excelencia es hacer las cosas y no buscar razones para demostrar que no puedo hacerlas; siempre se comienza con una acción para llegar a la meta, y la mía es que todo lo que haga sea excelente. Ser excelente es comprender que la vida no es algo ya hecho sino que debo gestar las oportunidades para llegar al éxito, actuar para que la excelencia suceda. Es como la fe. Como cuando quiero entrar a un edificio y están cerradas las puertas, pero son automáticas y, al dar un paso, se abren. Si no lo doy, no se abren.Miremos la vida de la reina Ester. Una campesina, no se vestiría bien, no sabría comportarse frente al monarca, no conocería el protocolo del palacio, pero buscó la oportunidad para vivir un proceso y ser una mujer diferente a todas las de su época.Lo opuesto a la excelencia es la improductividad, la ociosidad, es menospreciar o perder oportunidades para producir, es actuar de forma inconsecuente sin diferenciar entre invertir resultados y perder el tiempo, causando cansancio, es mediocridad, hacer las cosas algo buenas sin llegar a lo excelente.Ser excelente implica cuidar la mente. Cuando quiero añadir excelencia a mi fe vienen las mayores batallas en mis pensamientos; yo lo experimenté, lo vivió Eva. Cuando Dios quiere llevarme a la conquista en un campo, ahí está la lucha. Quería llevarme al campo de la fe, a que siempre diera mensajes de fe, y mi tentación fue con la duda.¿Cómo guardar la mente? A veces oramos y de verdad tenemos la intención de tocar su corazón, interceder por nuestros hijos, por los discípulos, por las actividades, pero hay un momento en que surge un pensamiento que nos lleva a juzgar, condenar a una persona, o que nos incita al orgullo, a la carnalidad, a los deseos de los ojos, a la vanagloria de la vida; eso proviene del enemigo. Satanás habla siempre a la mente, como habla el Espíritu Santo. Por ejemplo, usted quiere moverse en sanidad, pero hay un dolor de estómago y piensa en un cáncer; está orando por una discípula y viene un pensamiento de que no recibió la palabra, que es tierra estéril. ¿Cómo neutralizar lo negativo? He entendido que no se puede pensar dos cosas a la vez; así, cuando llega un pensamiento contrario a la Palabra de Dios (fue lo que no hizo Eva) debe contrarrestarse con ella. Por eso cuando vino el tentador Él lo resistió, no resistió la tentación, lo cual es diferente. Resistió al tentador, diciendo: “Satanás, escrito está”. Muchas veces, frente al mal pensamiento, a la tentación, lo afirmamos sembrando la duda. Por ejemplo, alguien siente que está engordando y su vida gira alrededor de la comida, todo el tiempo piensa que lo que consuma le engordará; esa es la tentación para la persona y, si sigue pensando así, la afirmará más y será más fuerte. Debe neutralizar ese pensamiento con lo opuesto. La Biblia dice que las mujeres de Dios eran bellas y de hermosa figura, que a los justos les será dado lo que desean no sólo en lo espiritual sino ese deseo de pesar lo que debe pesar, de tener su casa, de tener un automóvil, de tener una familia sacerdotal. Por eso la Biblia dice que resistamos, con los pensamientos, al diablo, y que huirá.Para tener excelencia, usted necesita librar esas batallas y, al resistir al enemigo, su fe se consolida. Mi mami oraba por una familia sacerdotal donde todos sirvieran a Dios; para entonces papá no era cristiano. Una de mis hermanas y yo éramos las únicas que íbamos a la iglesia. Mamá batallaba en sus emociones, tenía mucha dificultad en el matrimonio, pero se aferró a una palabra que escribió en la pared más grande a la entrada de la casa: “Yo y mi casa servimos al Señor”. Aunque había momentos de confrontación por diferencias con mi padre, ella miraba la pared y se afirmaba en la fe. Los últimos quince años, mi papi fue un siervo de Dios y hoy puedo decir que todos mis hermanos están en sus caminos. Mi mami fortaleció su fe creyendo la promesa. Al tener la promesa, a veces usted es puesta a prueba, pero mira la palabra -no sólo las circunstancias- la confiesa y es transformada. Por eso la fe crea una naturaleza nueva. Una fe sólida y creativa, la fe que agrada a Dios.Al entrar en la oración, en la promesa, creyendo que el Señor le dará la familia sacerdotal, la obtendrá. Yo oré a Dios: “Quiero que mi esposo me ame tanto como Abraham amó a Sara...”, la fe es muy importante. Recuerde sus promesas; si tiene verdadera fe, tiene excelencia porque la excelencia se añade a la verdadera fe.Cómo poner excelencia en cada área de su vida. Estableciendo metas según sus prioridades en lo personal, ministerial y laboral. Las metas son declaraciones de fe. La mía era ser senadora y lo logré. Llegué a la oficina, no muy agradable, y me propuse transformarla. Para crear excelencia llevé al arquitecto y a la decoradora, a mi hija Johanna y algunas pastoras que me asesoraron. Miraba revistas de decoración. Quería algo que no fuera tan costoso, pero moderno. Hay seis personas en mi equipo de trabajo y la idea era que la oficina fuera un lugar confortable. Que cuando alguien vaya, note la diferencia, y es así porque dicen: “Aquí se respira una energía diferente”. Es la energía del Espíritu Santo.Si quiere la excelencia para ser buena esposa, mamá, ama de casa, valore los detalles; es algo que no nos han enseñado. ¿Cómo tener una cocina ágil, práctica, moderna? ¿Un dormitorio hermoso? Todo eso es poner excelencia a la fe. ¿Cómo vestirse? No sólo hablamos con las palabras sino de acuerdo a cómo nos ven los demás. Hay un lenguaje corporal, en nuestros ademanes; al entrar a un escenario mire al frente, al auditorio, a los ojos de la gente. Debe entender esto y pedir al Espíritu Santo que le dé esa habilidad. Si quiere ser pastora, líder de célula, analice todo lo que acontecerá allí, que el lugar sea agradable, pero lo más importante es la excelencia en la palabra que lleva, necesita una introducción, un desenlace, la conclusión, anécdotas, unas ventanas -un mensaje es como una casa, tiene ventanas y puertas, debe tener decoración- también una ilustración, una aplicación personal y por supuesto tiene que haber términos, que no sea tan extensa para que el mensaje llegue. A la fe añada la excelencia que viene cuando usted es analítica y detallista.David dijo de la excelencia: “Quiero hacer casa para Dios” y se alegró de que tuviera esto en su corazón, y dijo: “Me has mirado como a un hombre excelente”. Cuando usted pide a Dios la familia sacerdotal, quiere construir casa para Él; al anhelar ser parte del liderazgo, hace la oración de David; cuando trae sus ofrendas, como David dice: “Quiero hacer casa para ti”.Si tiene el don de la excelencia, entra a un lugar y sabe colocar cada cosa en su sitio; ese es un regalo de Dios, no necesita expertos ni asesores, ni invertir mucho dinero en lo que hace ni para vestir bien. Hoy Él nos regala el don de la excelencia. Sus características son:* Santidad genuina; empieza cuando su mente, sus palabras y su actuar están de acuerdo con la Palabra de Dios.* Equilibrio personal; con la excelencia viene el equilibrio en todo, es piadosa y trabajadora, sin abandonar su deber de esposa, acompaña a su marido sin abandonar a sus hijos, cuida de su familia.* Transparencia financiera; si hay excelencia, hay equilibrio y sabiduría en todo el manejo, las responsabilidades y los compromisos; prudencia en los gastos, las inversiones y la organización del dinero.Cuando usted tiene excelencia, llega a la madurez en cada área de su vida y esto la hermosea y la lleva a la conquista. Si tiene excelencia, tiene carisma y confiabilidad, mantiene buenas relaciones interpersonales. Esto lo aprendí de mi esposo; él dice que es mejor perder aparentemente una discusión pero ganar una relación. La excelencia edifica un hogar ejemplar. También esto es para usted. Es el regalo que el Señor le hace hoy. Ha sido fiel en la fe, viene la excelencia.