MADRID-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Se trata del segundo mejor resultado del PP, pero Mariano Rajoy cosechó ayer una nueva derrota electoral que llena de incógnitas su futuro como líder del primer partido de la oposición. Ha conseguido subir en votos y en porcentaje y acortar su distancia del PSOE con respeto a los resultados de las elecciones generales de 2004, destacan en el cuartel general de los populares, lo que permite un tiempo de respiro antes de empezar a tomar decisiones.
Al filo de las once menos veinte de la noche, el coordinador de la campaña popular, Pío García Escudero, compareció por segunda vez ante los periodistas, esta vez para, entre otras cosas, dar la enhorabuena al PSOE por su «victoria clara» y haber ganado «en buena lid», aunque todavía no se conocían los resultados al 100 por ciento. Lejos quedaba la crispación en que se celebraron los comicios del 11 de marzo de 2004. Además, tras intentar transmitir «satisfacción» por el incremento electoral experimentado, se felicitó del «gran crecimiento» de los dos partidos de ámbito nacional «en detrimento» de los nacionalistas, con un llamativo descalabro de los independentistas de ERC.
Pero el principal mensaje que quiso transmitir García Escudero fue el de la reafirmación del proyecto. En este sentido, dijo que el PP mantiene el compromiso «de seguir defendiendo sus principios y valores. Lo vamos a seguir haciendo a lo largo de los cuatro años de legislatura».
Ya con las primeras encuestas a pie de urna («israelitas») compareció ante la prensa Pío García Escudero. Agradeció a los votantes del PP su apoyo y advirtió que los sondeos, todos ellos desfavorables, y por mucho, para los populares, «son sólo eso, sondeos». Pero aún así se intentó curar en salud adelantando que el PP «va a tener un magnífico resultado, un resultado histórico tanto en porcentaje como en número de votos».
«Una magnífica campaña»
Aunque en el primer partido de la oposición no hacen «israelitas», el inicial optimismo popular respondía a los niveles de participación alcanzados en las Comunidades autónomas de voto mayoritariamente popular: Madrid, Valencia, Murcia, La Rioja... García Escudero también lanzó otro mensaje: «Rajoy ha hecho una magnífica campaña», a modo de exoneración de posibles responsabilidades.
El aludido digirió los resultados en compañía de miembros de la ejecutiva popular, familiares y amigos. Se intentaba mantener el ánimo, aunque eran indisimulables las caras de desolación y de desconcierto de muchos de sus dirigentes.
El pasado 5 de marzo, en un concurrido mitin celebrado en Hospitalet (Barcelona), el líder popular afirmó que «soy el presidente del PP y pretendo seguir siéndolo en el futuro». Éste ha sido un mensaje recurrente en los últimos meses, destinado a acallar las posibles escaramuzas de aspirantes a «sucesor del sucesor». Pero que Rajoy pueda seguir siéndolo en el futuro dependerá, en buena medida, no sólo de su voluntad, sino de que haya o no movimientos internos, que se antojan inevitables ante la segunda derrota electoral.
Las «baronías»
No está todo dicho. Hay «barones» regionales convencidos de que las estructuras del partido deben aguantar con Rajoy al frente durante esta legislatura, dado que ha mejorado los resultados, pero puestos ante un proceso de sustitución, defienden que éste se haga de forma ordenada y con el concurso y opinión de todos las organizaciones territoriales, sin que sea un modelo pilotado y centralizado por Madrid. No hay apriorismos, sólo consideran inevitable que el hipotético relevo, de buscarse, salga de entre los escaños del Congreso, lo que nos situaría en una especie de «tercera vía».
En todo caso, el PP está obligado a celebrar un congreso ordinario este año. Tocaba en octubre de 2007, pero el periodo preelectoral recomendó retrasarlo unos meses a la espera de que tuvieran lugar los comicios. Ahora, la incógnita es si será antes o después del verano y hasta qué punto volverá del revés las estructuras del partido. En el PP hay, sin duda, un banquillo amplio y con experiencia en la gestión. Es lo que muchos han denominado el clan de los «administradores de la derrota», cuyo objetivo es mantener la potencia del partido que, a pesar de la derrota, ha demostrado tener buena salud.