MADRID-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) La polarización del voto entre el PSOE y el PP, el éxito del llamamiento de José Luis Rodríguez Zapatero a la movilización de toda la izquierda contra «la derecha extrema» -más el posible movimiento de solidaridad de un incalculable sector del electorado en favor de los socialistas después del asesinato de Isaías Carrasco-,
han dejado en estas elecciones un mapa político muy parecido al de 2004. La mayor novedad es que hay menos grupos con representación parlamentaria y se mantiene la constante de que los nacionalistas tienen la llave de la gobernabilidad.
Más de lo mismo y con los dos partidos mayoritarios con más escaños pero casi la misma diferencia. El presidente del Gobierno se ha garantizado otros cuatro años en La Moncloa, aunque tendrá que buscar acuerdos, eventuales o fijos, con CiU -único grupo que le coloca en la mayoría absoluta necesaria para sacar sus proyectos adelante-; o manejarse a varias bandas con el PNV o la miscelánea del Grupo Mixto, donde acamparán varios de sus socios en gobiernos autonómicos -Bloque Nacionalista Gallego y Esquerra Democrática de Cataluña- y ahora entrará IU.
El PSOE ha subido menos de dos puntos -tampoco aspiraba a más- y ha rebañado votos de partidos situados en los extremos del espectro político, de la izquierda y del nacionalismo independentista -en Cataluña-, pero tiene por delante cuatro años con una mayoría más clara y unas negociaciones más cómodas con sus aliados.
El único pero de la victoria de Zapatero es que no incluye el hundimiento del PP, su verdadera obsesión durante toda la legislatura junto con la negociación con ETA. El Partido Popular sube en escaños, porcentaje y votos, pero acorta poco la distancia con el PSOE. Mariano Rajoy tendrá el primer grupo de la oposición más numeroso de la historia de la democracia, pero ha fracasado en su objetivo de tener más escaños que los socialistas, objetivo que aseguraban tener la alcance de la mano el penúltimo día de la campaña.
Más de lo mismo y con los dos partidos mayoritarios con más escaños pero casi la misma diferencia. El presidente del Gobierno se ha garantizado otros cuatro años en La Moncloa, aunque tendrá que buscar acuerdos, eventuales o fijos, con CiU -único grupo que le coloca en la mayoría absoluta necesaria para sacar sus proyectos adelante-; o manejarse a varias bandas con el PNV o la miscelánea del Grupo Mixto, donde acamparán varios de sus socios en gobiernos autonómicos -Bloque Nacionalista Gallego y Esquerra Democrática de Cataluña- y ahora entrará IU.
El PSOE ha subido menos de dos puntos -tampoco aspiraba a más- y ha rebañado votos de partidos situados en los extremos del espectro político, de la izquierda y del nacionalismo independentista -en Cataluña-, pero tiene por delante cuatro años con una mayoría más clara y unas negociaciones más cómodas con sus aliados.
El único pero de la victoria de Zapatero es que no incluye el hundimiento del PP, su verdadera obsesión durante toda la legislatura junto con la negociación con ETA. El Partido Popular sube en escaños, porcentaje y votos, pero acorta poco la distancia con el PSOE. Mariano Rajoy tendrá el primer grupo de la oposición más numeroso de la historia de la democracia, pero ha fracasado en su objetivo de tener más escaños que los socialistas, objetivo que aseguraban tener la alcance de la mano el penúltimo día de la campaña.