lunes, 3 de marzo de 2008

¿Qué deben hacer las madres?


Dr James Dobson



EE.UU-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) La madre de tiempo completo y la que tiene una profesión u oficio al que le dedica todo el día. Hay algunas mujeres que tienen la capacidad necesaria para mantener una profesión agitada y una familia ajetreada al mismo tiempo, y lo hacen estupendamente.


Las admiro por su disciplina y dedicación. Sin embargo, he observado que esta responsabilidad doble es una fórmula para producir el agotamiento y la frustración en muchas otras. Se puede convertir en una lucha sin fin por la supervivencia. ¿Por qué? Porque la cantidad de energía que tiene el cuerpo humano es limitada, y cuando se gasta en un lugar, deja de estar disponible para usarla en otro. Piense en lo que significa ser madre y tener niños pequeños; hay que levantarse temprano, hacer que los niños se vistan y desayunen, dejarlos donde van a pasar el día, después ir al trabajo, trabajar de nueve a cinco, pasar por la tienda de víveres y comprar algo para la cena, recoger a los niños en la guardería e ir a la casa. En ese momento ya está totalmente agotada, y necesita levantar los pies unos minutos, pero no puede descansar. Los niños tienen hambre, y han estado esperando todo el día para verla.
“Mamá, léeme un cuento”, dice el más necesitado.
Entonces, esta pobre mujer asediada comienza otras cuatro a seis horas de “maternidad” muy exigente, hasta entrada la noche. Debe preparar la cena, lavar los platos, bañar al bebé, ayudar con las tareas de la casa y darle a cada uno de los niños un poco de “tiempo de calidad”. Entonces llega la tarea de meter a toda la tribu en cama, orar y llevarles seis vasos de agua a unos niños que quieren alargar la noche en medio de risitas. Sólo pensar en un calendario de actividades como éste me hace sentir cansado.

Tal vez usted se pregunte: “¿Dónde está el esposo y padre en medio de todo este esfuerzo? ¿Por qué no la está ayudando con las faenas de la casa?” Bueno, tal vez esté trabajando quince horas diarias en su empleo. Con frecuencia, cuando uno está empezando un negocio o una profesión, necesita dedicarse así a su trabajo. O tal vez, sencillamente haya decidido no ayudar a su esposa. Entre las madres que trabajan, ésta es una queja muy corriente.
“No es justo”, dirá usted.
Estoy de acuerdo, pero así es como funciona el sistema a menudo.
El aspecto más difícil de este estilo de vida es que la carga es constante. La mayoría de nosotros podríamos mantener un calendario así durante una o dos semanas, pero la madre que trabaja lo tiene que hacer un mes tras otro, por un buen número de años. Durante los fines de semana hay que limpiar la casa, planchar la ropa y remendar los pantalones. Y éste es el ritmo que ella mantiene cuando las cosas van bien. No le quedan reservas de tiempo ni de energía cuando se enferma un miembro de la familia, o cuando se rompe el auto, o cuando se presentan problemas en el matrimonio. Un pequeño empujón en cualquier sentido, y se puede ir al precipicio.
Admito que he pintado un cuadro más tenso que el de la mayoría de las familias, aunque no lo es mucho más. Las familias con exceso de responsabilidades y rendidas de cansancio son algo muy corriente en nuestra cultura. Los esposos no tienen tiempo el uno para el otro. La vida no consiste más que en trabajar, trabajar y trabajar. Continuamente se sienten frustrados, irritables y agobiados. No salen a caminar, ni leen juntos la Biblia, ni hacen nada divertido. Su vida sexual sufre, porque la gente agotada no puede ni siquiera mantener relaciones sexuales significativas. Comienzan a alejarse el uno del otro, y terminan descubriendo que tienen “diferencias irreconciliables”. Es una trágica pauta que he estado observando durante los últimos veinte años.
Por consiguiente, la cuestión aquí no es si la mujer debe decidirse a ejercer una profesión u oficio y ser madre también. Por supuesto que tiene ese derecho, y nadie tiene que meterse en el asunto, más que ella y su esposo. Lo que sí les ruego es que no permitan que el agujero negro del agotamiento se trague a su familia. Cualquiera que sea la forma en que decidan dividir sus responsabilidades en el trabajo y el manejo de la familia, aparten tiempo y energía para su propia persona, y para su cónyuge. También sus hijos se merecen lo mejor que ustedes les puedan dar.

 
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