BOGOTA-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) El ex senador colombiano liberado por las FARC Luis Eladio Pérezrelató que el único contacto con la realidad durante su cautiverio era una radio y que en sus casi siete años en la selva leyó veinte veces la Biblia y El Quijote para ejercitar la mente.
"Durante los seis años y ocho meses en los que estuve cautivo sólo tuve a mano dos libros: la Biblia y el Quijote, y leí cada uno al menos veinte veces, sólo para intentar luego recordar páginas enteras de memoria como forma de ejercitar la mente", narró.
Distendido y gozando de la reciente libertad, Pérez hizo un repaso de las vivencias recogidas durante el calvario que vivió y hasta se permitió bromear acerca de que estaba aprendiendo a usar el teléfono celular, que le dio su hijo Sergio.
"Cuando nos dejaban estar juntos con los otros secuestrados nos recitábamos las páginas que cada uno se había adjudicado para estudiar de memoria. Lo hacíamos para mantener el cerebro activo ", explicó.
“La sociedad nos dio la espalda”
Pérez contó que el único contacto que los secuestrados tenían con la realidad era escuchar la radio, por lo que para ellos eran de vital importancia los espacios de las emisoras en las que los rehenes de las FARC reciben saludos de sus familiares.
"Así me enteré que había sido abuelo. Esos espacios eran importantísimos para nosotros, porque sentíamos que por otro lado la sociedad nos dio la espalda. Fuimos víctimas de las FARC y del conjunto de la sociedad colombiana", añadió apesadumbrado.
En una oportunidad el guerrillero Martín Sombra -recientemente apresado-, les quitó los aparatos porque pensaba que emitían algún tipo de señal que podía servir para que los detectaran. " Por suerte Ingrid se quedó con un aparato pequeñito, que escuchaba pegado al oído mientras los tres norteamericanos y yo hacíamos de centinelas", recordó.
El ex legislador intentó entrevistarse con los jefes guerrilleros, pero jamás fue recibido. "Son unos cobardes, no nos permitían dar una discusión política, nunca pusieron la cara".
Al respecto, añadió que la única vez que él y Betancourt llegaron a un miembro del secretariado fue con el Mono Jojoy. "Nos atendió con mucho respeto pero sólo para satisfacernos necesidades mínimas, como conseguirnos cubiertos para no seguir comiendo con la mano, tener una sábana o a mí una afeitadora descartable", dijo.
Una vida en el calvario
Pérez recuerda lo insoportable de aquellos momentos: "Era necesario que estuviéramos muy unidos para no volvernos locos. Uno estando allí se pregunta por qué le tocó a uno, qué pasará, y esa gente es absolutamente fría. Tal vez cada 31 de diciembre había una suerte de distensión, de lo cual nos dábamos cuenta apenas por tener un plato de comida algo mejor que la porquería que nos daban, y que ni los cerdos comían cuando les daban los restos", ilustró.
Con respecto de los cientos de secuestrados no políticos que las FARC tendrían en su poder para liberar a cambio de un rescate en dinero, Pérez dijo que nunca los vio, y expresó su deseo de que "estén en mejores condiciones" en las que él estuvo y "todavía
están los compañeros que quedaron allá".
En cuanto a la cantidad de rehenes en poder de la guerrilla, Pérez no desmintió la cifra de 600 que estarían en esa condición, y citó al respecto un informe de una fundación llamada País Libre que estableció que en todo el país existen unos 3.000 secuestrados contando los cautivos de las FARC, del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de lo que queda de los paramilitares y de delincuentes comunes.