MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) La economía española ya está casi en recesión, un término que ha estado en desuso durante 15 años. El Producto Interior Bruto registró en el tercer trimestre un retroceso del 0,2% con respecto al trimestre anterior, el primero desde 1993, debido al debilitamiento de la demanda interna y también, en buena medida, al recrudecimiento de la crisis financiera.
De confirmarse este dato y teniendo en cuenta que todos los pronósticos apuntan a una mayor desaceleración de la economía española en los próximos meses, España se encuentra al borde de una recesión -al menos dos trimestres consecutivos de descenso del PIB- que se podría prolongar más allá de 2008.
El organismo supervisor explica que la caída intertrimestral ha hecho que el crecimiento interanual del PIB -en los últimos 12 meses- fuera sólo del 0,9%, la mitad que el registrado en el segundo trimestre.
La fuerte moderación de la demanda interna -consumo e inversión- que sólo creció tres décimas (frente a los 1,5 puntos del segundo trimestre), explican este debilitamiento de la economía, aunque también ha sido clave la persistencia de la inestabilidad en los mercados financieros.
Así, el Banco de España señala que las implicaciones de la crisis financiera sobre las condiciones de financiación -cada vez resulta más difícil acceder a los créditos- y sobre la confianza ha contribuido a "frenar el avance de la actividad" y los episodios "más agudos" de dicha crisis de las últimas semanas "podrían haber inhibido el crecimiento económico adicionalmente".
Un panorama sombrío
El informe no pinta un panorama nada halagüeño. Los últimos acontecimientos de la crisis financiera "hacen que la economía mundial afronte los próximos trimestres en un entorno de máxima incertidumbre y que se agudicen los riesgos de que la fase bajista del ciclo sea más pronunciada y duradera", afirma.
De este modo, será difícil "en mayor medida que hasta ahora" la captación de recursos en el resto del mundo, riesgo que es "especialmente relevante" en economías como la española, que tiene un déficit exterior elevado.
Detrás del debilitamiento del consumo de las familias, dice, está no sólo la pérdida de confianza por la "delicada" situación financiera o por el empeoramiento de las perspectivas macroeconómicas, sino la evolución "más desfavorable" de los factores que determinan directamente ese consumo, como la destrucción de empleo y la menor renta disponible ante la elevada inflación.
También considera que las caídas de las Bolsas y la "acusada" desaceleración de los precios de la vivienda están teniendo un efecto "desfavorable" sobre la riqueza de las familias, que posponen sus decisiones de gasto en bienes de consumo duradero.
Además, el Banco de España afirma que continúa "la intensa corrección de la actividad en el sector de la construcción y la caída del valor añadido en las manufacturas", a lo que se une un proceso de destrucción de empleo que se ha extendido a las distintas ramas productivas, excepto a los servicios. El organismo advierte de que la destrucción de empleo "se intensificará" en los próximos meses.
Por contra, uno de los pocos datos positivos recogidos en el informe fue que la aportación de la demanda exterior al crecimiento volvió a aumentar en el periodo julio-septiembre, "como consecuencia de la sensible reducción de la tasa de crecimiento de las importaciones y del mantenimiento de un cierto dinamismo de las ventas al exterior".
Una vez más el Banco de España critica las cláusulas de revisión salarial -incrementar los sueldos con arreglo a la inflación- porque cree que "contribuyen negativamente" a la evolución de los costes laborales en momentos "transitorios" de subidas del IPC y "dificulta" así "el ajuste de la economía ante una situación de cambio de ciclo como la actual".