VATICANO-. ( AGENCIALAVOZ.COM ) Esperada desde que hace 20 días el Vaticano escenificase el gesto de abrazar a los anglicanos más tradicionalistas, descontentos con la modernización de su iglesia, e interpretada en el mundo anglosajón como muy generosa, la constitución apostólica Anglicanorum Coetibus, publicada este lunes, comienza diciendo: «En tiempos recientes el Espíritu Santo ha movilizado a grupos de anglicanos a pedir de forma repetida e insistente que los reciban en la comunión completa del catolicismo».
Tras constatar esa movilización, lo que ha hecho ahora Benedicto XVI es ponerles las cosas muy fáciles a los descontentos de la iglesia nacional inglesa –por permitir que los gais sean sacerdotes y las mujeres puedan convertirse en obispos– para que se integren en la católica sin tener que renunciar a elementos clave de su herencia. Así, el haber contraído matrimonio no supondrá la expulsión automática del sacerdocio, como les ocurre a los católicos, si bien el escrito vaticano dice que el asunto se examinará «caso por caso». El cura anglicano que desee integrarse en el catolicismo volverá al seminario y después, si Roma lo admite, podrá continuar con su esposa y su sotana. Pero lo más sorprendente, la principal novedad de Anglicanorum Coetibus, es lo que dice de los obispos casados. «Obispos en todo menos en el nombre», interpretaba ayer el diario The Times. Si se convierten en lo que la Santa Sede denomina «ordinarios personales» actuarán en sus diócesis como hasta ahora, pero como prelados retirados: formarán parte de las conferencias episcopales de sus países, con voz pero sin voto.La medida significa que si el obispo diocesano de la Iglesia Española Reformada Episcopal (Comunión Anglicana), el casado Carlos López Lozano, quisiera pasar a depender del Vaticano, podría integrarse en la Conferencia Episcopal Española. Solo que López Lozano, responsable de los 500.000 anglicanos que residen en España (el credo cuenta con 77 millones de fieles, frente a los cerca de mil millones de católicos), no desea hacerlo. Ayer, por teléfono, dijo que eran más los católicos que se pasaban al anglicanismo que a la inversa. «Un tercio de nuestros fieles y clérigos proviene de la Iglesia católica», señaló. La semana pasada, López Lozano ordenó a cuatro sacerdotes: dos habían sido curas católicos.
POSIBLES REPERCUSIONES
El documento vaticano, en todo caso, posee un enorme valor simbólico: es la primera vez, desde el Concilio de Letrán, en el año 1139, que se exime oficialmente del celibato a una comunidad latina. Pero poco influirá en esos entre 100.000 y 150.000 curas católicos casados que hay en el mundo, 5.500 de ellos en España, que tienen razones para sentirse ofendidos en términos comparativos. «No implica ningún cambio en la disciplina de la Iglesia respecto al celibato clerical», informa Anglicanorum Coetibus, que incluso cierra la puerta a aquellos antiguos sacerdotes católicos que dejaron la Iglesia para casarse y se convirtieron en curas anglicanos. Estos no podrán retornar al redil. Los únicos curas casados que a partir de ahora admitirá el Vaticano, pese a que cada día aumentan las voces que piden el fin de la prohibición de casarse y procrear para los religiosos, serán quienes vengan del anglicanismo sin haber pasado antes por el catolicismo. «La operación del Papa es justo la contraria a la anglicana», sostuvo ayer el teólogo Juan José Tamayo. Es decir, Benedicto XVI busca «atraer a los sectores integristas» de los anglicanos, mientras que estos se deshacen de los conservadores para seguir su modernización sin herir sensibilidades. El obispo anglicano López Lozano opina algo similar. «Nunca es una buena noticia que se vayan algunos hermanos, pero contribuirá a profundizar en nuestra identidad anglicana», dijo el prelado. Visto así, todos salen ganando.