“Estamos muy emocionados sobre la reapertura, pero la parte desalentadora es que tendríamos que volver a cerrar en cualquier momento”, dijo Marilyn Eldridge, presidente de Nova Health Systems, compañía al frente de la clínica Reproductive Services. Ella y su difunto esposo, un ministro cristiano, abrieron la clínica por primera vez en 1977. “Esto es más difícil que nunca”, agregó Eldridge en entrevista telefónica. “Creo que es porque hay demasiada discusión sobre un tema que debería ser personal”. En el 2013, Texas aprobó algunas de las normas más estrictas al aborto, instando a miles de manifestantes, de ambos bandos, a abarrotar el Capitolio del estado en Austin. La ley exige que las clínicas se apeguen a estándares quirúrgicos similares a aquellos a los que deben apegarse los hospitales, y que los doctores que realizan abortos cuenten con privilegios de admisión en algún hospital de las cercanías. Los oponentes de la ley presentaron una demanda, argumentando que las regulaciones forzarían a casi todas las clínicas del aborto en Texas a cerrar sus puertas. Joe Pojman, director ejecutivo de la Alianza para la Vida en Texas, dijo que es “una terrible injusticia para las mujeres que buscan abortos, porque no deben ser sujetas esos estándares bajos en seguridad” ofrecidos por la clínica de Eldridge. La ciudad fronteriza de El Paso ha sido centro del debate en los juicios del aborto. Activistas alegan que cerrar las clínicas sólo obligará a las mujeres a viajar hasta 550 millas al este, a San Antonio, aún cuando otras instalaciones realizan el procedimiento en Nuevo México, mucho más cerca.
La clínica de Eldridge es la segunda en su tipo en El Paso. La otra, Hill Top Women’s Reproductive Clinic, cerró brevemente debido a la nueva ley, pero fue reabierta en noviembre, un mes después de un fallo aparte, emitido por la Suprema Corte de Estados Unidos bloqueara ciertos rubros de la ley. La clínica de Eldridge comenzó las gestiones para reabrir sus puertas el pasado octubre, pero perdió su anterior ubicación, por lo que tuvo que encontrar un nuevo local. También tuvo que aplicar para una nueva licencia ante el Departamento de los Servicios de Salud de Texas. La clínica aplicó por vez primera en febrero. Sin embargo, las autoridades estatales, no le otorgaron ninguna licencia mientras esperaban orientación de la Corte sobre cómo proceder. El 17 de agosto el juez federal de Distrito, Lee Yeakel, le ordenó a Texas a que no demorara la entrega de la licencia a la clínica de El Paso, y ésta le fue otorgada 10 días después. La vocera del Departamento Estatal de los Servicios de Salud, Carrie Williams dijo que no hay otras solicitudes pendientes para nuevas licencias. Eldrige dijo que su clínica contará con seis miembros de personal —algunos de los cuales ayudaron a sacar los muebles de un almacén. La clínica espera recibir a unos 2 mil pacientes cada año, y también poder ofrecer otros servicios tales como anticonceptivos y análisis médicos.