Escrito Por: Gabriela Diaz
(AGENCIA LA VOZ ) Hace poco leí en una conocida revista secular americana, un artículo acerca de un libro escrito por un cristiano, para una audiencia cristiana y publicado por una casa editorial cristiana. El libro no sólo ha cruzado al mercado secular sino también ha hecho su aparición en la lista de libros “best seller” (más vendidos) en este país. Recientemente alcanzó el sexto lugar entre los 10 mejores libros no ficticios en la lista del conocido periódico The New York Times. El artículo habla brevemente acerca del impresionante relato del autor sobre su experiencia celestial a consecuencia de un accidente automovilístico. Pero lo que verdaderamente despertó mi interés no fue la experiencia divina que tuvo este hombre, sino el hecho que esté cautivando a lectores del mercado secular. Decidí comprarlo y leerlo para entender cómo un libro totalmente cristiano puede cautivar otro tipo de audiencia.“90 minutos en el cielo”, es un libro de 207 páginas, con una narración (en inglés) bastante simple y con un lenguaje sencillo. El autor de esta impresionante historia es un ministro bautista llamado Don Piper. Antes de comenzar a leer la historia ya tenía una ligera idea acerca de lo que trataría. Honestamente, he leído muchas experiencias de personas que han visitado el cielo y hasta el infierno, y aunque es triste decirlo, muchos de los relatos son tan ficticios que sólo despiertan incredulidad con respecto a experiencias divinas. Decidí no hacer conjeturas en esta ocasión para darle oportunidad al escritor de convencerme de lo contrario.La historia del pastor Piper empieza con el relato de su accidente automovilístico en el año 1989. Una mañana lluviosa Don iba de regreso a casa después de asistir a una convención bautista en Texas. Lo que menos tenía en mente es que esa misma mañana del 18 enero de 1989, moriría aplastado por un camión comercial de 18 ruedas, digo aplastado porque las ruedas del gigantesco camión pasaron por encima del pequeño Ford Escort quitándole la vida instantáneamente al chofer. A pesar que los paramédicos asistieron inmediatamente a la escena del accidente, nada pudieron hacer por el ministro quien había quedado totalmente atrapado en su carro.El segundo capítulo del libro describe su experiencia celestial en detalle. Don relata que nunca se enteró del accidente, su último recuerdo antes del choque fue la lluvia y una luz brillante que venía hacia él, tan potente que va más allá de la comprensión humana. Su siguiente momento de conciencia es en el cielo. El gozo que llenaba su ser no era de este mundo, miró a su alrededor y vio un grande grupo de personas que estaban paradas enfrente de un portón ornamentado y que se iban acercando a él. Dentro del grupo de la comitiva que le dio la bienvenida celestial pudo reconocer a personas que conoció en vida y muchos de sus seres queridos que partieron antes que él, como su abuelo, su amigo de la infancia, profesores de la escuela que le hablaron de Jesús y gentes a las que él les había compartido el Evangelio.Don relata que en el cielo todo es gozo, todos tienen un rostro bello y radiante. Pudo reconocer a mucha gente, pero a la vez, no tenía conciencia de los seres queridos que había dejado en la tierra. Estando en medio del gentío pudo sentir el amor que lo rodeaba, estaban verdaderamente felices de su llegada, nunca se había sentido tan amado y bienvenido. La luz del cielo es irradiante, suave, pero a la vez fulgorosa pudiendo cegar la vista humana. En el estado que Don estaba, la luz no molestaba sus ojos, todo lo contrario, era algo esplendoroso. Los colores en el cielo son vivos, deslumbrantes, nítidos, todo era tan radiante como si estuviera en otra dimensión. Conforme entraba por aquellos bellos portones veía y sentía cosas imposibles de explicar con palabras humanas. Caminando dentro de la ciudad celestial pudo ver las calles de oro que la Biblia relata, escuchó una música tan hermosa y angelical, la constante alabanza de los ángeles y los ciudadanos celestiales en coro. Algo que recuerda claramente es que entre todas las alabanzas que oyó ninguna hablaba del sacrificio o de la muerte de Jesús, todas las alabanzas eran acerca del poderío y majestad de Dios. Nunca llegó a ver a Jesús ni a Dios Padre, tampoco recibió ningún mensaje celestial.Estando su cuerpo inerte en el carro, los policías no podían transportarlo a la morgue hasta que no llegara el médico forense a dar la orden de removerlo. El tráfico estaba completamente parado, uno de los carros en la línea era de un pastor que había atendido la convención. El pastor Dick Onerecker y su esposa escucharon que adelante había sucedido un trágico accidente automovilístico. Ya que el tráfico estaba totalmente parado decidieron ir a la escena del choque para orar por los heridos. El pastor Onerecker habló con los policías y ofreció sus servicios ministeriales. El policía le señaló algunos de los heridos de los otros carros y dio permiso para asistirlos. Dick se dio cuenta que el chofer del Escort era el que necesitaba oración, pero el policía le informó que el chofer había muerto instantáneamente. En ese momento el Espíritu Santo le habló para que orara por el hombre muerto, su primera reacción fue negativa, ya que la Biblia nos manda a orar por los vivos y no por los muertos.La voz de Dios era tan clara y la urgencia que él sentía de parte de Dios para orar era tan persistente que no se pudo negar más y le pidió autorización al policía para orar por el muerto. La reacción del policía también fue negativa insistiendo que nada podía hacer por alguien que ya estaba muerto. Pero Dick no se rindió hasta que el policía le dio autorización. El pastor entró por la parte de atrás del carro, logrando con mucho trabajo llegar cerca del cuerpo y tocar el hombro del cadáver. Dick dice haber orado por varios minutos, elevó una oración intensa y llena de fervor, no podía entender por qué oraba para que el hombre no tuviera daños internos, ya que estaba muerto, su oración fue tan fuerte, con suplica y llanto. Cuando el pastor comenzó a cantar el himno “Oh que amigo nos es Cristo” que Don se unió en coro con él. Piper había regresado a la vida como resultado de la ferviente oración del pastor Onerecker. Los policías y los paramédicos no podían entender lo que estaba sucediendo, ellos habían declarado al hombre muerto 90 minutos antes y ahora estaba vivo. Los rescatistas lograron liberar el cuerpo de Don Piper de los escombros de su carro y lo transportaron de emergencia al hospital más cercano.Aunque la narración de su visita celestial es hermosa e intensa, esto no es el corazón de la historia. El impacto de la historia está en los días después de su accidente, en los días de su recuperación. Don quedó literalmente destrozado, en pedazos, los doctores lucharon por salvar su vida y reconstruir su cuerpo después de 34 dolorosas operaciones. Vivió en el hospital por cerca de 13 meses, en continuo dolor y depresión. Después que salió del hospital siguió su dolorosa recuperación en casa y tratando de aceptar que ni su cuerpo ni su vida sería la misma. Aunque nunca tuvo resentimiento en contra de Dios por lo que le sucedió, sí se preguntaba constantemente por qué Dios lo llevó al cielo para luego regresarlo a la tierra. Su depresión estaba conectada con el constante dolor con el que vivía día a día, ningún medicamento ni tratamiento médico podía quitarle el dolor de su cuerpo quebrantado. Él ya conocía el cielo y la gloria, no entendía por qué tenía que regresar a un mundo lleno de aflicción y de dolor, especialmente en la condición en la que regresó.Los capítulos restantes del libro narran su dolorosa recuperación, la forma cómo esta tragedia afectó a sus hijos y a su esposa, las fervientes oraciones de amigos, miembros de su iglesia y hasta de personas que nunca conoció. Gracias a los esfuerzos heroicos de los médicos y de las enfermeras para salvar su vida, Don pudo volver a caminar y rehabilitarse parcialmente, aunque el dolor nunca lo dejó totalmente, sólo aprendió a vivir con él.Los capítulos finales relatan cómo a través de la ayuda de Dios, sus amigos y familia llega a entender la razón por la cual regresó a la tierra. Su poderoso testimonio acerca de su visita al cielo y el constante dolor que sufre le ha permitido alcanzar a muchos que se identifican con él o que sienten la necesidad de saber si Dios es real. Don Piper es un testimonio vivo del poder de la oración, de que Dios aún está en el negocio de los milagros y de que el cielo es real.La lectura de este libro es edificante, su redacción de lo celestial está basada en las Escrituras, no relata nada ficticio ni extravagante, todo lo escrito es muy centrado y edificante. El relato es tan impactante que me hizo llorar, experimentar gozo y meditar acerca de muchas cosas. Es un libro que definitivamente recomiendo leer para edificación. Don Piper está siendo usado grandemente por Dios, actualmente viaja a diferentes iglesias grandes y pequeñas para compartir las grandezas de Dios. Muchos grupos seculares también lo están invitando a dar conferencias, él dice que su enfoque está en ministrar “a los que se encuentran en lo más bajo de su vida y los que sufren dolor”. Oremos para que Dios siga usando a este siervo con su poderoso testimonio.
lunes, 17 de septiembre de 2007
90 minutos en el cielo
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